
1. Where Starlight Does Not Shine
2. Gardens of Pestilence
3. The Everlorn
4. Souls of the Flame
5. Tear Ladened Skies
6. Our Final Nightfall
7. Dawnless Twilight
8. Omega XI
He aquí el debut de Sinira, proyecto one man band del texano Knell, adepto confeso de Dissection, Sacramentum, Vinterland, Unanimated... y que tras las respectivas demos y covers se lanza al vacío con este espectacular y flamante "The Everlorn".
Sinira nos entrega un álbum de Black Metal melódico al uso, pero recubierto de fuerza y músculo, con una producción gruesa que potencia todo y un apartado compositivo que pocas dudas deja acerca del talante compositivo del muchacho, quien encima se auto produce de maravilla. No está de más decir que el trabajo es largo para ser un debut. Casi una hora en apenas ocho canciones, dos de ellas instrumentales de transición y cierre respectivamente.
Entre manos tenemos una obra digna del melómano que pasa toda su vida bebiendo de los clásicos y termina erigiendo un sonido que, lejos de intentar esconder influencias, las toma y las utiliza como trampolín para crear algo especial. El resultado me parece sensacional, ya que tenemos una deliciosa amalgama de temas que se desenvuelven sobre un contundente arsenal de riffs que no titubean, con momentos álgidos que se suceden entre arrancones melódicos, con una evidente complejidad compositiva y una velocidad endemoniada que tira siempre el carro para adelante, así el camino esté embarrado. La batería es salvaje, alternando con mucha clase entre pasajes vertiginosos y otros un poco más lentos cuando la ocasión así lo requiere. Y por su parte, la voz de Knell es adecuada para lo que pide la música, pese a que tiende a quedarse mucho en un segundo plano más bien humilde en comparación con los demás instrumentos.
La extraordinaria belleza de las canciones se pueden deducir a primera escucha, con el hervor blacker e impetuoso de la mancuerna de apertura que conforman "Where Starlight Does Not Shine" y "Gardens of Pestilence", dos temas con rasgos melódicos especialmente destacables, donde se alcanzan picos de emoción bastante altos gracias a una acusada descarga de furia sin la cual el trabajo no se podría entender. Los cambios de ritmo y la alterabilidad de sonidos es intachable, nunca cayendo en excesos ni en la repetición de esquemas. Desde que el disco comienza hasta que acaba nos cae encima un autentico ventarrón de lluvia ácida, con relámpagos a tremolo picking y truenos a punta de inclementes blast beats fulmina-tímpanos.
La homónima "The Everlorn" arremete con una evocadora ráfaga de melodías que se van abriendo paso a machetazos entre la distorsión inclemente. Parones abruptos, ganchos entrecortados y cierta progresión son sólo algunos de los elementos que se encuentran en una pieza tan extensa y explosiva. La vehemencia instrumental va in crescendo hasta desembocar en las aguas de un punteo maravilloso que cabalga soez, escudado por una percusión divina que hará acto de presencia más adelante en los aleteos finales del tema, donde el doble bombo y los juegos de timbales tomarán las riendas de un clímax que destaca por su alto grado de epicidad.
La acústica "Souls of the Flame" separa a la vieja usanza los bloques del álbum, dando por terminada la primera parte para introducirnos al segundo acto, encabezado por una "Tear Ladened Skies" que pulveriza todo a su paso y que desconoce la clemencia salvo contados y muy breves tajos acompasados. Quizás con "Our Final Nightfall" sucede algo muy similar, al menos en su inicio, ya que pasado el par de minutos el amigo Knell nos descerraja con mucha clase una sección melódica deliciosa y no menos agresiva, por cuando siempre estará siendo carcomida por el amargo growl que tiene por voz y un sonido ciertamente compacto que atenaza todos los instrumentos y los lleva a buen puerto.
Un tema que merece especial atención será "Dawnless Twilight". He aquí un temazo como la copa de un pino, realmente divertidísimo, con un inicio seductor a medio tiempo y con un aglomerado de los mejores riffs del álbum. Hay diversidad a raudales, con secciones notablemente diferenciadas entre sí, pero adheridas a un mismo hilo conductor que mantiene todo sujeto. La atmósfera está muy bien conseguida y desempeña un papel crucial, sobre todo en ese magistral final que comienza por el [7:30] con ese doble bombo tan dominante y feroz y que terminará lanzandose a los brazos de la melancolía más absoluta a partir del [8:40], con un finale apoteósico y uno de mis momentos preferidos. Finalmente, el outro del trabajo será a tecla desnuda y le corresponde a "Omega XI", pieza realizada por la compositora polaca Margot, quien tiene un canal buenísimo en YouTube que recomiendo mucho seguir.
Sinira debuta y lo hace con muy buena nota en mi opinión. Como dije, su propuesta no esconde las influencias y sabe abarcar todos los tópicos del Black Metal melódico escandinavo, pero agregándole a su vez ese toque personal de la que se enriquece la obra. "The Everlorn" es un disco trabajado, dinámico, resolutivo y con una evidente calidad en sus formas. Todo confeccionado y producido por las manos y uñas de su creador, lo cual siempre me va a sumar puntos importantes. Cuatro cuernos.
Knell: Todo
Artistas invitados:
Margot: Teclado (8)