Scar Symmetry - The Singularity (Phase I: Neohumanity)

Enviado por Betrayer el Jue, 26/02/2015 - 23:09
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No sé si sería un tanto exagerado decir que hubo un antes y un después en la carrera de Scar Symmetry, pero la verdad es que su irrupción en la escena en 2005 con “Symmetric in Design” fue más que notable, y su progresión “meteórica” (ironía por su temática modo on), los llevó a publicar dos discos más en los siguientes dos años, llegando al punto álgido de su carrera con el enorme “Holographic Universe”. Parecían llamados a liderar el cotarro Melodeather, sus poderosas bases rítmicas, junto a unas electrizantes melodías de guitarra y los envolventes teclados los hacían irresistibles para todos los amantes del Death Melódico y el Modern Metal. Pero aparte de las mencionadas virtudes, había una característica que los aupaba un peldaño por encima del resto, y esa era sin duda la camaleónica y vigorosa voz de Christian Älvestam, un tipo capaz de seducir con gracilidad cuando tiraba de voces limpias, y de reventarte los tímpanos cuando echaba mano de su abrupto growl.

Pero las relaciones no son eternas, y poco después de la publicación del mencionada “Holographic Universe”, la banda anunciaba la marcha de Älvestam, un mazazo importante. Los suecos buscaron la solución fichando a dos cantantes, pues pocos especímenes hay en la escena metalera actual que puedan conjugar las voces limpias y las guturales de la manera en que lo hacía Älvestam. Por un lado ficharon a Lars Palmqvist para ocuparse de las voces limpias, un perfecto desconocido hasta la fecha cuya experiencia se reducía a algunas bandas de Heavy poco reputadas. En cambio para las guturales apostaron por un cantante consagrado como es Roberth Karlsson, al igual poco conocido por el nombre en sí, pero si os miento bandas como Pan.Thy.Monium, Edge of Sanity, Devian o Facebreaker la cosa cambia.

Poco tardaron en estrenarse ambos en 2009 con “Dark Matter Dimensions” y de continuar en 2011 con “The Unseen Empire”. Y aunque ambos trabajos no están para nada mal, no alcanzaban el altísimo nivel que habían dejado con “Holographic Universe”. Es lo que tiene cuando sacas un muy buen disco, que el resto de tu carrera vas a estar “sufriendo” sus consecuencias, ya sea para bien (por lo que aportó en su momento a la banda), como también para mal (porque siempre estás obligado a igualarlo o incluso superarlo). Y la verdad es que las expectativas no eran demasiado altas (al menos por mi parte) para este “The Singularity (Phase I: Neohumanity)”, pues para colmo en 2013 también abandonaba la banda uno de los fundadores e importante compositor de la banda, el guitarrista Jonas Kjellgren (ex – Carnal Forge, ex – Centinex).

Y mira tú por dónde, a veces cuanto menos te esperas de un disco, más te sorprende este, y debo reconocer que su último lanzamiento es sin duda un “Zas, en toda la boca!”, para un servidor. Pareciese como si la marcha de Kjellgren hubiese servido al otro hacha, Per Nilsson, como revulsivo, y le hubiese ayudado a sacar lo mejor de sí mismo. Será eso, será que los dos voceras ya están definitivamente acoplados y empapados del espíritu Scar Symmetry, o serán los tres años de descanso que se han tomado para lanzar su nuevo disco, pero posiblemente estamos hablando del mejor trabajo de su carrera. ¿Mejor que el “Holographic Universe”? Lo decidiremos a los puntos.

Y es que “The Singularity (Phase I: Neohumanity)” es uno de los discos más viciantes que me he metido en vena en mucho tiempo. El contrapunto entre melodía y agresividad siempre estuvo ahí, pero eso no quiere decir nada si no se consigue un sano equilibrio entre ambas vertientes, y la verdad es que la inspiración en ambas es suprema para la ocasión. Los riffs poderosos suenan con enorme contundencia, a la vez que las guitarras solistas y los diversos punteos desprenden una energía revitalizadora descomunal, consiguiendo ese sonido cósmico-futurista que pareciese pudiera transportar tu alma a otros planetas.

Os dejo entrever ya con este comentario que la producción es superior, no en vano han contado con un ingeniero para la batería y dos para las guitarras, encargándose de la grabación, mezcla y masterización el propio Per Nilsson. Mejor imposible, si quieres que tu banda suene de una manera concreta que solo tú tienes en la cabeza, que mejor que encargarte de la grabación, eso sí, siempre que estés capacitado, y este señor, que ya se había encargado de la producción en los dos anteriores trabajos, ha demostrado que en adelante también se puede compaginar su trabajo como músico con el de productor.

Hemos hablado de la sección rítmica y de la producción, que tal centrarse ahora en las partes más melódicas y en las voces limpias, porque algo ha cambiado aquí. En este aspecto es donde noto yo una mayor evolución respecto a anteriores entregas, pues la banda ha tenido que efectuar algunas modificaciones para acabar de cuajar el cambio de vocalista, me explico. Con Älvestam se podían permitir un “menor” esfuerzo en la composición cuando él tiraba de voces limpias, pues el maestro se bastaba y sobraba para llenarlo todo con su garganta. Pero claro, se nota a la legua la diferencia entre un cantante que comienza su carrera cantando con guturales y luego va añadiendo las voces limpias, a la de un cantante que directamente enfoca sus registros vocales al Heavy y al Hard Rock. Eso es precisamente lo que ocurre con Palmqvist, y uno detectaba una “falta de entendimiento” en las voces limpias de los discos de 2009 y 2011. Al parecer los suecos también lo han detectado, y en este disco vemos un descarado acercamiento hacia el Rock Progresivo en las partes más melódicas, recordándonos por momentos a bandas como Dream Theater o Pagan’s Mind, o incluso mirando más atrás, a los maestros Rush, que sirve para que la voz de Palmqvist brille como es debido.

Llevo ya un buen rato dando la brasa con mil y una explicaciones, así que la pasada por el tema a tema será la mar de superflua. Después de la intro de rigor, entra posiblemente el mejor tema del disco “Neohuman”, que se lanza directo y certero, y nos deja clarísimas sus intenciones, que la producción es de diez, y que los teclados suenan colosales. Tema muy dinámico y cambiante, os redirijo directamente al minuto 3:54 para que observéis esos toques a lo Pagan’s Mind que os mencionaba y que se repetirán en varias ocasiones. El clímax se alcanza a partir de 6:18, con esos teclados que darán paso a unas guitarras “parte almas” de esas que ensalzan el espíritu. Solo deciros que al que no se le pongan los pelos de punta con estas cuerdas llenas de sentimiento, tiene un grave problema.

“Limits to Infinity”, tema muy Heavy cuyos dos estribillos refutan lo que os contaba sobre las influencias de Rock Progresivo. “Cryonic Harvest”, épica y planetaria cual viaje en cohete espacial, con otro riffeo en 2:50 y posterior solo de esos que perforan mi corazón. Y la cosa no queda ahí, porque las guitarras de arranque de la siguiente “The Spiral Timeshift” también son “atraviesa – espíritus”. La sencilla y sintetizada instrumental “Children of the Integrated Circuit”, da paso a la potentorra “Neuromancers”, tema con aire más Groove que tiene unos teclados deliciosos antes y durante el estribillo. Y cerramos con otro de los candidatos a mejor tema del disco, “Technocalyptic Cybergeddon”. Temazo con un inicio muy, pero que muy peligroso, que durante veinte segundos nos hace pensar que nos hemos equivocado de disco y estamos escuchando el “Pacha – Ibiza Mix”. Suerte que al momento despiertan y de qué manera, menudo ataque con tufo a Strapping Young Lad. Diez minutazos sin un segundo de relleno que viene a ser una especie de resumen de todo lo acontecido en los siete temas anteriores. Un cierre colosal para un álbum muy justito de metraje que te deja con ganas de más. Y es que a veces es mejor soltar ocho temas de gran nivel y parar ahí, que intoxicar el plástico con dos o tres cortes de rellenos para intentar llegar a los innecesarios sesenta minutos de duración.

“The Singularity (Phase I: Neohumanity)” es un disco de muy fácil digestión, de aquellos que atrapan al momento y cuya escucha se hace muy plácida y breve. Vamos, para entendernos, de aquellos discos que cuando acaban le vuelves a dar al play. No estoy seguro si me dejo llevar por la euforia del momento, y al igual resulta que no aguanta bien la prueba del paso del tiempo, pero a día de hoy me atrevería a decir que estamos ante un disco soberbio, posiblemente el mejor en la carrera de Scar Symmetry, y espero que las décadas no le quiten la frescura que ahora mismo atesora. Yo por si acaso voy a seguir dándole cera con asiduidad, no sea que luego me arrepienta, saludos.

Cinco cuernos bajos, cuatro muy altos, sobre la franja del 9/10.

Kenneth Seil: Bajo
Roberth Karlsson: Voces guturales
Lars Palmqvist: Voces limpias
Per Nilsson: Guitarras, teclados, programación, voces limpias.
Henrik Ohlsson: Batería, letras.

Sello
Nuclear Blast