Possessed - Seven Churches

Este es el álbum con el que muchos coinciden en que nació un nuevo estilo, el Death Metal. Decir lo contrario sería, al igual que afirmar que Colón no fue el primero en descubrir América, meternos en camisa de once varas. Un colega, allá por 1986, me presentó el nuevo disco que se acababa de comprar, me lo hizo tragar entero cuando ni sabía de la existencia del grupo y hasta que no acabó no me reveló de quién se trataba. Fue una curiosa experiencia, 40 minutos preguntándome de dónde habrían salido esos energúmenos.

Tiene varios pasajes realmente memorables y que crearon escuela: estrofas esquizoides, como cuando Becerra comienza a berrear en el primer tema, entre un ritmo redoblado que sólo ellos entienden, melodías enfermizas (en el propio The Exorcist y en Seven churches), trozos machacones (Burning in Hell), voces al revés en Pentagram, una introducción de 30 segundos (el máximo recomendable salvo que seas fan de Bathory) tomada prestada de Mike Oldfield para The Exorcist y riffs sin parangón hasta esa fecha (el inicio de Holy Hell).

En seguida me atraparon por un vocalista muy solvente que berreaba como pocos de su época ya que en aquel entonces todos los grupos tenían uno o dos guitarristas capaces de recorrerse el mástil de arriba a abajo en décimas de segundo, pero pocos tenían un tío que se dejara lo que Jeff Becerra al micrófono. Ahora se ha invertido la tendencia. Puede que apenas sepan coger la púa, pero todo grupo de metal extremo actual que se precie tiene un berreador en condiciones. A Jeff, que además tocaba el bajo, lo flanqueaban 2 guitarras auténticos torturadores, Larry Lalonde y Mike Torrao. Años después me he dado cuenta que llevaban el tempo cogido con alfileres, sobre todo Mike Sus, cuyo estilo atropellado me recuerda un poco al del batería de un grupo que escuché años después, Disharmonic Orchestra. Pero creo que más para bien que para mal ello contribuye al ambiente terrorífico de serie B donde puede pasar cualquier cosa que se respira a lo largo de todo el trabajo.

La producción no desmerece en absoluto teniendo en cuenta los medios con los que solía contar una banda metalera primeriza. En ninguno de los esfuerzos posteriores de su corta carrera (2 álbumes y un mini LP) lograron recrear tan claramente el ambiente necesario para pasar por grupo sataniquillo. En su último trabajo The Eyes Of Horror (1987) muestra un sonido mucho más nítido pero sin la capacidad de meter el miedo en el cuerpo que tiene Seven Churches.

En definitiva, un álbum que abrió el melón del metal brutal donde muchos nos zambullimos ávidos de tralla, sin saber que al final el estilo evolucionaría y se extendería tanto que algunos acabaríamos empachados.