
1. Boneyard (02:54)
2. I Work for the Streetcleaner (07:12)
3. Wizard of Gore (05:12)
4. Mortuaria (06:52)
5. Cannibale Ballet (04:12)
6. Trap Them and Kill Them (02:48)
7. Cannibal Lust (01:58)
8. Defiling the Grave (04:05)
9. Staph Terrorist (04:04)
10. Breakfast at the Manchester Morgue (07:11)
Hoy acabo de ver “Night of the Living Dead” (1968) del gran George A. Romero y no he podido evitar recordar a Impetigo, especialmente “Horror of the Zombies”. Obras como el debut de Romero son muestras de cómo la autenticidad es lo que prevalece en el tiempo, y es que a pesar de ser una película de bajo presupuesto con sus notables limitaciones técnicas se siente más real y amenazadora que la inmensa mayoría de películas zombies que originó ¿Qué hay momentos evidentemente casposos? Pues claro, pero eso parte del encanto, además, es ese acabado artesanal lo que lo hace más cercano, más verosímil, aquellos zombies torpes, primitivos, salvajes y toscos, interpretados por personas reales, comunes y corrientes son mil veces más aterradores que los muertos vivientes hechos de puro CGI (imágenes generadas a computadora) que inundaron las salas de cine décadas después.
Con grupos como Impetigo o Necrophagia pasa algo similar: hoy en día sus limitaciones son imposibles de esconder, ya no son los más brutales, ni necesariamente los más terroríficos, incluso visto con una lupa actual a veces pueden sonar hasta graciosos, pero tienen algo que las bandas modernas, por mucho que lo intenten, jamás lo tendrán: una autenticidad intachable solo propia de los pioneros, de los primeros que exploran un concepto o una idea, no son una imitación, sino que sonaron como sonaron porque “así salió” y en eso hay una magia inefable, que no se puede poner en palabras, que vale toneladas de oro...o en este caso toneladas de carne putrefacta y huesos cremados.
En la vida hay cosas que por más que duelan no volverán, pero es precisamente porque no volverán que ganan más valor con los años. Aquellos tiempos del cine de serie B, del horror artesanal, del “low budget” carismático no volverán, la industria es otra, las exigencias son otras y los recursos y tecnologías que antes eran un lujo hoy en día están al alcance de todos, pero aquello no importa porque siempre se podrán revisitar aquellas películas y sus equivalentes sonoros en la fétida vieja escuela del Death Metal.
Necrophagia e Impetigo son, posiblemente, los dos grupos que mejor recrearon la esencia del cine zombie, del horror serie B, y eso se debió a la devoción apasionada 100% palpable al medio. Hoy toca hablar de los algo olvidados Impetigo, una banda que tal vez en pleno 2020 le suene anticuada a muchos, siendo un grupo de Death/Grind que no termina sonar tan brutal como unos Autopsy (de quienes se inspiraron mucho en su sonido) o los primeros Death, y tampoco llegan a los niveles de esquizofrenia punkarra de unos primeros Napalm Death, y si nos ponemos odiosos, haciendo una comparación más directa, tampoco llegaron a sonar ni la mitad de la mitad de desagradables que los primeros Carcass o los más primitivos Xysma ¿Entonces qué demonios tienen Impetigo que ofrecer? ¿Acaso no palidecen ante la mayoría de bandas clásicas de la época? Si se examina el caso superficialmente la respuesta sería sí, pero lo que tienen Impetigo es un encanto que difícilmente se puede equiparar con otro grupo (solo con Necrophagia); una habilidad innata para recrear películas de bajo presupuesto y meternos en ellas, donde montones de personas mal maquilladas, llenas de sangre falsa y de caminata torpe nos persiguen incesantemente y, por momentos, se nos olvida que estamos en un set de grabación.
Sin embargo, después de tanta cháchara, la mejor manera de atestiguar y sentir dichas sensaciones es poniéndose el inmortal y descompuesto himno “Boneyard”. Es una canción que tiene TODO lo que se le puede pedir a música de esta índole: las guitarras sin demasiada fuerza, pero con un sonido fangoso, espeso como el alquitrán, hediondo y burbujeante; los riffs lejos de ser malvados, escalofriantes o retorcidos son muy rítmicos y hasta se podría decir que saltarines y bailables, la voz no será intimidante y blasfema como las de Glenn Benton o profundas e inhumanas como las de Craig Pillard, sino más bien es como la de un viejo zombie contándonos sus relatos de persecuciones a humanos y de los festines que se ha dado con pilas de cadáveres y es que “Boneyard” tranquilamente tiene uno de los estribillos más memorables, virulentos y contagiosos de toda la Old School, con la carcajada de villano cutre incluida...es que es impagable, verdaderamente impagable.
Sigue “I Work for the Streetcleaner” con una de las marcas inconfundibles del grupo: los samples, dejándonos oír sirenas de policías y diálogos de “Deadbeat at Dawn” (1988). Impetigo se distinguieron especialmente por su uso de samples de películas de serie B de horror ochenteras como nadie, una práctica que luego tomarían grupos más modernos como Pig Destroyer con “Prowler in the Yard”, aunque, bajo mi humilde opinión, sin el mismo carisma. En “Horror of the Zombies” consiguen un equilibrio mucho mejor entre samples y música, cuestión que en el debut era un acierto, pero también una gran debilidad. En cambio, en “Horror of the Zombies” los fragmentos de películas suman y no restan, casi todas las canciones tienen una intro , algunas más extensas que otras, pero ninguna se siente intrusiva, todas suman a crear esa atmósfera tan especial y propia de Impetigo. Personalmente me encanta cómo usaron la famosa entrevista con Daniel Rakowitz (uno de los asesinos más célebres de Estados Unidos por su “peculiaridad” de ser caníbal) en “Defiling The Grave”, qué decir del piano frío y distante acompañado de agitados jadeos en “Mortuaria” o de lo encantadoramente cutre y rebuscada que resulta el audio sacado de “Guinea Pig 2: Flower Of Flesh and Blood” (una película japonesa que conoce su puta madre) en “Staph Terrorist”, sin olvidarnos por supuesto de la icónica y mítica “Wizard of Gore” con el “inocente” mago Montag hablándonos de cosas “bonitas”...
Después de haber dedicado un párrafo a los samples usados en este álbum parece que aquello es el centro de la cuestión, pero en realidad es solo el aderezo de este pastel caníbal porque el centro, lo bueno, está en la música.
Los riffs en “Horror of the Zombies” son espléndidos, las virulentas guitarras de Mark y Scott no tardan en infectar el oído de quién lo escucha haciendo que se nos pudran las orejas. En cuanto a voces decir que el señor Stevo berrea que da gusto, especialmente en temas como “I Work for the Streetcleaner” (donde regurgita sus entrañas con unos agudos brutales, muy al estilo de Reifert en “Severed Survival”), “Mortuaria”, la primitiva y ceremonial “Cannibale Ballet” (con unas percusiones propias de una tribu caníbal africana) o la hilarante e irónica “Breakfast At the Manchester Morgue” (burlándose de la clásica película americana “Breakfast at Tiffany’s). Por otra parte, las percusiones son curiosas porque a pesar de estar hablando de Death/Grind clásico hay muy poco blast-beat, las baterías la mayoría del tiempo se decantan por ritmos más “groovies” que machacones. La producción en general se podría considerar pobre, pero yo soy de los que piensa que una buena producción es la que se adapta a la propuesta de un grupo y por esa regla de tres el sonido de “Horror of the Zombies” no podría ser más perfecto.
Entrar con demasiado detalle a describir cada canción no tiene mucho sentido, demasiado he divagado ya sobre lo que yace en este maloliente y repugnante álbum que, ciertamente, no es plato para todo tipo de paladar, pero para los que nos gusta lo podrido se antoja como uno de los mejores manjares que se pueda echar a la boca.
Uno de los grandes clásicos de los primigenios comienzos de la música extrema, el cual tal vez con los años haya quedado un poco relegado con respecto a otros lanzamientos, pero que en su tiempo infestaba todos los fanzines de Death Metal que pudieras comprar y es muy fácil ver el porqué.
Ya sea dentro del llamado “Goregrind” o del Death Metal más clásico, “Horror of the Zombies” es una de las obras más magnéticas, geniales y divertidas del estilo, una “carta de amor” perturbada a los fanáticos del terror, sea sonoro o visual. Imprescindible si proclamas gustar de esta música.
Valoración: 9.3
Mark: Guitarras
Dan: Batería
Scott: Guitarras
Stevo: Voz, Bajo