
1. Strange Dreams
2. Midnight Highway
3. Stories of a Hero
4. Free
5. Maybe It's the Time
6. Ditch Queen
7. For Your Love
8. Juggernaut
Esto es ROCK.
Con mayúsculas.
Legendario, homérico, asombroso, voraz, amplio, enorme, bestial y seductor. Se me acaban los adjetivos para calificar nuestra música, y definir esos discos que mejor definen lo que significa realmente el ROCK.
Damas y caballeros, Jasón y los argonautas nos traen, en plan los viajes de Gulliver (Jonathan Swift), desde la tierra de los muy grandes, esta obra de uno de esos guitarristas que, más que un sello propio, poseen una identidad musical que labraron a través de esfuerzo, conciertos soberbios y composiciones para el recuerdo. Sin más demoras, aquí tenemos a Juggernaut (1982), de FRANK MARINO. Pedazo de obra, bajada de los mismos cielos, y que tenemos el escandaloso deber de oír, al menos, una vez en la vida.
Como ya les arrojé desde el comienzo, esto es ROCK. Sin más. Esto es guitarreo serio y corrosivo, pero armonioso y gustativo; voces roncas de tantos alcohol y besos de sirenas, delineando historias que nos cuentan desde encuentros sexuales inesperados hasta críticas sociales sobre la represión y la poligamia. Si esto, amigas y amigos, no es el Rock más puro y demoledor… nada lo será.
Juggernaut, más que un álbum de leyenda y glorioso furor, contiene un brillo que te hace mirarlo con suspicacia. Las manos te temblarán al comienzo, te preguntarás si vale la pena, quizás no encuentres el momento oportuno para darle una oída. Pero Juggernaut es sabio; esperará el día en que te decidas a ir por él, y te arrasará hasta que de ti sólo quede un rostro pegado el suelo, con una semi sonrisa, dientes rotos y una expectación de haber sido pesado por la bota del Juggernaut.
Un disco que estalla a cuenta gotas, preparando un viaje lisérgico, con Rock ‘n’ Roll a rabiar y malas purgas para destruir la Gibson con todas las ganas del mundo. Juggernaut suena a puro Rock súper condensado, guitarrero, áspero y extremo. De lo más fenomenal y firme que puedas tener en tus manos. Si te va este mundo nuestro, las guitarras haciendo solos que hasta el mismo diablo no deja de aplaudir con las pezuñas, las base rítmicas gruesas y las letras sobre exuberancias, mitología y cataclismo emocional… este es tu disco, compañero/a.
Monstruoso álbum que a cada oída suena más y más genuino.
Juggernaut quizás no habrá pasado a la historia como un clásico imperdible que debe ser valorado al mismo nivel que otras joyazas de campeonato de los años 80’s, pero fíjense en el contenido de este trabajo. Tiene guiños de la década pasadas, solos que recuerdan las más alocadas interpretaciones de Hendrix (el ídolo de Frank Marino) y una producción y un sonido totalmente ochentero. Si bien no estará entre lo “más destacado” (por favor, los 80’s fueron muy 80’s) de esos años, basta oír a mucha gente (incluidos Marty Friedman, Blues Saraceno, Robin Trower o X JAPAN, bien lejos de Canadá, la tierra que vio nacer a Marino) que durante mucho tiempo bebieron de él, de su paso por su supergrupo y lo plasmado en este trabajo. Un 1982 llenos de fantástico Heavy Metal y Hard Rock, pero Juggernaut va coladito entre ellos, como una obra excepcional que no debemos perdernos jamás, si queremos entender qué es esto del Rock.
Frank Marino es lo que demuestra en este trabajo: un guitarrista descomplicado y travieso, un vocalista muy romántico, y dispuesto a gritarnos estrofas con las historias más extravagantes, además de un compositor de vértigo, que hace que nuestro sentido de la percepción se quede reducido a nada. Así es, a nada. Si esperas el cliché de guitarrista que te hace mil notas por segundo, largo de aquí. No es lo que Frank Marino representa, sino a un hombre que trabaja a su ritmo, produciendo riffs y solos de infarto, que ascienden y descienden como el “martillo”, de esos parques de atracciones. Ni una nota se le escapa, pero sabe darle tantos matices que embellece al Rock ‘n’ Roll en tan solo cinco minutos. Y cinco minutos con este astro valen la pena en demasía. Satisfacción más que garantizada.
Un orgasmo musical que sólo pasan recontadas veces.
Un guitarrista que no tiene que decir más, pues demuestra de qué está hecho, y quienes lo acompañan (entre ellos, su hermano Vince Marino a las otras seis cuerdas) tampoco son personajes secundarios. Todos son protagonistas, pero quien se roba la obra es Marino, haciendo gala de un traje fantástico, que rompe a través de alocados movimientos sobre una tarima en algún bar de Alberta. El tipo que cose y descose con tanta distinción que los Grammy demuestran ser sólo una mala interpretación de lo que muchos llaman “prestigio”.
Frank Marino es prestigio honrado. Valorado sólo por los atrevidos.
Lo plasmado en Juggernaut no tiene dios que lo discuta. Esto es sólo ROCK, ROCK y más ROCK. ¿Existe otra definición? ¡Sí! ROCK. Esto es sólo Rock ‘n’ Roll, y me gusta. Y te gusta. Y les gusta. Y nos gusta. Juggernaut y sus ocho temas son una apasionada obra de arte que nos invita a cerrar los ojos, y sumergirnos en un mundo plagado de notas que atraviesan páramos, crean ciudades, reemplazan imperios y, como si fuera poco, generan una colisión de emociones que nos meten de lleno en un disco que es de antología. Y eso es poco. O más bien nada. FRANK MARINO y Juggernaut son las puertas hacia la dimensión desconocida.
Hasta mi abuela, una rockera de los BEATLES y los primeros ROLLING STONES (así es; no da un duro por ellos luego del Sticky Fingers. ¡Ay, abuela!), no deja de batir el cráneo y su arrugada masa muscular conmigo, al calor de unas bebidas y Juggernaut en el reproductor. Y así como esta anécdota personal, les aseguro que hasta la más frágil y misteriosa alma se queda más que embobada con las línea de dibuja y desdibuja este señor Marino, acompañado de una guitarra que mezcla Rock, Blues, toques Jazz, algo de Heavy Metal y una osadía de géneros que sólo podemos traducir en: ROCK. Y todos agitamos las manos al son de un virtuoso que jamás se definió como tal, y que todo lo que plasmó, especialmente este icónico trabajo, es sólo una demostración de que la música, como factor, es trascendental, emocionante y capaz de inducir al homo sapiens a un estado de trance, deseo e indisciplina total.
Oír Juggernaut es imaginarse las formaciones musicales más extraordinarias dentro el género mismo. Con Juggernaut uno se imagina vestido como vaquero, en un pub de Quebec, con dos o tres colegas de iguales características, bebiendo cerveza de sudor de búfalo y hablando sobre el curioso efecto cloriolis y contemplando una presentación de este señor Frank Marino. Un álbum que te transporta en el tiempo.
Metidos en historias que hablan de vaqueros de la media noche, sueños húmedos paródicos, las tristes historias de los soldados caídos, la libertad, el tiempo de acceder a camaraderías perseverantes, la belleza femenina, el amor en sus múltiples formas y los picantes viajes a otras tierras, encontraremos en Juggernaut lo más bonito que tiene el Rock ‘n’ Roll: su capacidad de hacernos sonreír, saltar y llorar con sinceridad.
Un disco que vivirá eternamente.
El Juggernaut…
Álbum mágico, donde vaya.
Frank Marino - Voz y Guitarra.
Vince Marino - Guitarra.
Paul Harwood - Bajo.
Timm Biery - Batería y Percusión.