
1. Andante Gore
2. Madre de las tinieblas
3. Proclamación
4. En el jardín
5. Psicópata peligroso
6. Reytec
7. Romance
8. Ave Dorsal
9. La ira de la triada
10.Romance II
11.El harem
En 1990, Rodrigo "Pera" Cuadra se sentía respaldado por su sello discográfico para dar rienda suelta a su creatividad musical. Un año antes, la banda había editado su disco debut denominado “Bajo una luna cámbrica”, de muy buen thrash, con tintes death, pero con una notoria influencia progresiva. Con el empuje que su rebeldía metalera suscitaba, nuestro entrañable Pera acometió, con desparpajo, el desafío de crear algo nuevo, distinto, arriesgado y fresco. Curioso era, para un músico metalero de tomo y lomo, usualmente focalizado en la composición de obras plenamente volcadas hacia el estilo, desviarse de su trayecto para aventurarse, colmado de ideas, por recovecos tan singulares. Si bien el disco anterior denotaba cercanía con lo progresivo, este "Romance" constituiría una sorpresa muy significativa, puesto que la esencia, la razón de ser del disco, era nada menos que el rock progresivo.
Las influencias que palpitaban entre las sienes del líder de la banda chilena, como los bíceps ejercitados con oligofrénica determinación por un coloso fisiculturista, pugnaban con la línea musical tradicional de Dorso y con la posible respuesta del público, quienes posiblemente castigaran aquella “falta de fidelidad” hacia el thrash metal. Yes, Rush, Génesis, eran influencias innegables para el Pera. Por lo tanto, con la libertad de que disponía y junto a sus compinches Gamal Eltit a la guitarra y Eduardo Topelberg en la batería, se mandó sin más ni más y con unos huevos del tamaño del cráneo de Homero Simpson, flor de álbum progresivo, donde el thrash no es postergado del todo, sino que se aborda como una sustancia miscible con la exquisita sonoridad del rock progresivo, con el jazz y hasta con matices de su folclore nativo.
La decisión de la banda estaba centrada en crear algo sinfónico y a la vez, metalero. No fallaron: Expulsaron desde sus entrañas una obra única en el panorama nacional: "Romance".
La introducción del disco es, desde ya, un bofetón (o como diríamos por acá en Chile, un cachamal) en plena testa y con vuelo. Aquel "Andante Gore" podría perfectamente formar parte de la música incidental de una película de terror o del buen suspenso parido por Hitchcock, en donde el desarrollo vertiginoso de una escena antecede a un desenlace nefasto.
"Madre de las Tinieblas" constituye un pregón refulgente y progresivo que sorprende a sus oyentes primigenios. La letra habla de un pacto suscrito nada menos que con la esposa del diablo. Si escuchaste el thrash que Dorso expuso con algarabía en su primer álbum, acá podrás verte expuesto a dos situaciones: tus labios se separan hasta que tu jeta quede al borde del desacoplo, atrapado por la influencia cautivante de la base rítmica y de la melodía de un tema que te remonta a los exquisitos años 70, o bien, te acomete una poderosa cagantina y prefieres, sintiéndote traicionado, abortar la reproducción.
"Proclamación" comienza con parsimonia y más parece en un principio una canción de Sui Generis, enorme y entrañable banda argentina. El bajo del Pera describe potentes líneas en las cuales sabe exhibir su personalísima técnica. Pero eso no es todo, porque sin anticipárnoslo, el tema deriva en una aceleración que se entremezcla con cambios de ritmo que en nada aburren al oyente. Acá está el aroma de Yes, cómo no; acá están los efluvios técnicos de Rush, por supuesto que sí.
"En el jardín", escueta pero enérgica instrumental que te despierta del dulce letargo en que te dejó el tema anterior. Cómo para advertirte que es mejor estar atento, porque esto se viene aún mejor.
"Psicópata peligroso" prosigue el trayecto del álbum con una guitarra que nos vaticina algo especial. Los cambios de ritmo se suceden y pronto derivan en una aceleración intermitente de Topelberg en la batería, demostrando que siempre ha sabido darle duro a los parches: lo hizo con Pentagram y con Dorso no iba a ser menos. Atención al minuto 5.29, porque el solo de Eltit es para sacarse el sombrero y, sumido en la más variopinta de las genuflexiones, agradecer lo inspirado que estuvo acá junto con el tremendo acompañamiento de sus camaradas. Solo breve, pero digno de paladear dos veces, cual ave cazadora y tacaña que regurgita para volver a tragar, negándole el alimento a sus pichones… ¡pajarraco avaro!
"Reytec", otra muestra de fino rock progresivo, con el Pera cantando con singular pasión. Será porque se mete en la piel de aquel señor medieval enamorado de una mujer que, en calidad de espectro, circula por sus aposentos y por la cual asume aquel pacto con la "Madre de las Tinieblas". En definitiva, esta es la historia que viene a configurar el nombre del disco: "Romance". Y es precisamente el tema título el que viene a continuación. Inmersa en un aura de misterio se desarrolla en un medio tiempo que para mayor sorpresa, despliega en el minuto 3.35 unos acordes de… ¿cueca? Sí señor ¡nuestro baile nacional! Lo cierto es que no termina uno de sorprenderse con la variedad de recursos que este trío, esencialmente metalero (pero virtuosamente progresivo) despliega a lo largo de esta producción.
Sigue "Ave dorsal", breve corte unplugged que escapa un poco de la línea del disco. "La Ira de la Triada" retoma la senda progresiva mediante un instrumental que se extiende por algo más de nueve minutos (tenemos ante nosotros un disco con temas en su mayoría de largo aliento).
Prosigue "Romance II", pero tranquilos: no estamos oyendo la saga de boleros de Luis Miguel. Acá la banda juega con los sonidos, haciendo una música que apila recursos del jazz y del funk, incluyendo ciertas intervenciones del sintetizador. Una plática matizada con cervezas se escucha de fondo, mientras en un primer plano, un beodo nos quiere contar alguna historia turbia que lo perturba.
El disco concluye con "El Harem", otro breve instrumental de gruesas cuerdas eléctricas que reúne en inspirado sincretismo musical, influencias étnicas y el thrash metal que la banda retomaría en posteriores producciones.
Un álbum que amerita una alta calificación (5 cuernos, sí señor) y al que, si bien en un principio cuesta tomarle el pulso, luego cautiva y atrae como un magneto carente de cualquier indicio de compasión. Ejercicio de rock progresivo que merecía mayor consideración en la escena chilena, pero que hoy constituye un legado de culto para quienes apreciamos el buen hacer de nuestro entrañable Pera.
Rodrigo "Pera" Cuadra: Voz, Bajo y Teclado.
Eduardo Topelberg: Batería.
Gamal Eltit: Guitarra.