The Doors - Waiting For The Sun

Enviado por Dr.Hollywood el Dom, 22/11/2015 - 00:41
380

1.Hello, I Love You 2:43
2.Love Street 2:56
3.Not to Touch the Earth 4:01
4.Summer's Almost Gone 3:22
5.Wintertime Love 1:54
6.The Unknown Soldier 3:26
7.Spanish Caravan 3:03
8.My Wild Love 3:00
9.We Could Be So Good Together 2:23
10.Yes, The River Knows 2:41
11.Five to One 4:25

Y 1968 llegó.

En ese mismo año el mundo presenció un festival bizarro y bipolar, con altos y bajos, contrastes, miserias y alegrías. Por un lado, la guerra de Vietnam no dejaba de conmocionar al mundo, avisando inminentemente de que la fiesta se estaba acabando. Una parcela de la realidad pretendía huir de las grandes miserias de la vida, en busca de un "algo", una felicidad, un mundo mejor a toda costa...Los años dorados de la psicodelia, la paz, y el amor universal parecieron debilitarse por cada sacudida histórica. Por aquel entonces, el hombre medio podía llenar sus vacíos con LSD a la par que podía observar cómo lo ocurrido en Vietnam se televisaba grotescamente, no sin antes poder pinchar la nueva edición de vinilo de Beggars Banquet de The Rolling Stones.

Sea como fuera, algo debió ocurrir ese año en el que musicalmente los grandes genios despegaron mientras daban un cambio a su estética, The Beatles y su incomprendido The White Album (maná para unos, fracaso para otros) y en este caso que nos acontece Waiting For The Sun de los americanos The Doors, no exento de controversia. Influencia histórica o no, The Doors fueron partícipes de este leve giro en lo que se pretendía proyectar de ellos en su música e impronta.

Waiting For The Sun supone el tercer álbum de Morrison y cía, un álbum ampliamente críticado por sus detractores, tanto, que su defensa supone más un acto de condescendencia que de objetividad. ¿Es esto del todo cierto? Es complicado hablar de un disco malo de The Doors, teniendo en cuenta que cualquier adjetivo negativo en una reseña de ellos está de sobra y, más aún, cuando Waiting For The Sun incluye grandes temas clásicos de The Doors, quizá en menor medida que sus congéneres Strange Days o ese magnífico debut The Doors. De ninguna forma guarda similitud con su The Soft Parade de 1969 tanto en sonido como en crítica, siento la de este último no tan generosa.

En este trabajo sí que podemos percibir esa aura compleja que se describe al principio: Por un lado Waiting For The Sun pretendió ser un disco ambicioso y completo en lo que suponía inyectar una última gran dosis de psicodelia como colofón a un mundo que se estaba tornando gris y sobrio. El mayor problema, como contraste, fue que se acabó convirtiendo en el disco que no iba a ser dadas las incidencias en su proceso de grabación, el alcoholismo de Jim o la falta de ideas acabó derivando en un buen disco, pero precipitado, desequilibrado y un tanto ambiguo. La idea de crear una super producción no era nada nuevo, The Doors sabía cómo pero se estaba haciendo evidente que la fórmula del sonido Doors permanecía demasiado anclada en el pasado, ya no tanto en discos anteriores, sino en temas previos a la formación del grupo, los cuáles se estaban acabando y la inspiración del momento no acompañaba para crear suficientes temas a la altura.

Como respuesta al entuerto, no podía consentirse que The Doors fuera un fenómeno volátil y efímero de poco más de un año . Tocaba hacer frente a la cruda realidad: The Doors se encontraba en su mejor momento mediático y se le acababan las ideas, por lo que tocaba tomar aliento y reescribir la historia, como los días previos a "Light My Fire" o "Break On Through (To The Other Side)" en 1965.

Yendo de lleno al disco, os puedo poner en antecedentes: la lista de temas está fuertemente condicionada por los problemas ya comentados, por lo que en su escucha se irán alternando temas "excesivamente" suaves (es evidente que pretendieron agradar) con otros puramente Doors (más conservadores) y otros cortes de carácter experimental (y polémico) considerablemente más arriesgados. Sin embargo, cabe decir que algunos de los temas del disco sí que son descartes de anteriores, los cuáles se reciclaron inteligentemente con una estética diferente y un mínimo de pegada para poder llegar a un público ansioso de nuevas noticias.

Y este es el caso de "Hello, I Love You", un pop-rock sofisticado escrito en 1965 que descansa en fraseos tan ñoños como adictivos por parte de Morrison. A ello, es imposible no destacar esa estructura insistente por parte de las baterías de Densmore. He aquí el punto clave: el tema muestra una progresión engañosa comenzando con lo que parece un tema pop e incrementando la intensidad hasta un punto sublime de pseudo "Pop-Punk". No olvidándonos del resto, Krieger juega con las nuevas tecnologías y usa una guitarra con esa distorisón "fuzz" tan característica, la cual hace armonías casi indistinguibles pero certeras mano a mano con los teclados de Ray Manzanarek, acabando por dibujar un tema festivo e imprescindible en sus grandes éxitos. Huelga afirmar lo obvio, es radiable.

Los picos en intensidad no tardan en llegar. De pronto, pasamos a "Love Street", un poema de Morrison sobre la bohemia de California del cual brota una balada soberbia de piano, guitarra y líneas de bajo delicadas. Este tema me fascina; el tono desenfadado tanto de Morrison como el que desprende el tema parece cortar de raíz esa pesada losa que se comenzaba a impregnar en la época a base de una inyección vitalista tanto en letras como en melodía. Comentar, también, que he llegado a leer que el tema se ha catalogado como una "serenata urbana" o "serenata sesentera", pero, lo más cierto es el poso rock sagazmente dosificado en su chasis musical.

Llegados al tercer tema, hay para hablar y mucho. "Not To Touch The Earth" será, seguramente, el tema más desquiciado y ácido de toda la discografía de The Doors. ¿Y por qué digo esto? Porque teóricamente este tema era solamente una parte del plato fuerte del disco, una suite épica y caótica denominada "Celebration of The Lizard", compuesta por varios sub-temas improvisados que pretendían evocar la cúspide de la psicodelia más salvaje y caótica. No se puede decir más claro, se quiso crear una ópera magna que englobara todos los elementos que caracterizaban el lado más opaco de The Doors, incluso el que no se conocía aún. Pese a que el disco quede deslucido por la falta de su principal razón de ser (esta suite), "Not To Touch The Earth" cumple holgadamente con su cometido y transmite, en esencia, lo que se planteó: disonancias, cambios de ritmo, estridencias, desorden, pasión, trance, letras tan inconexas como libres de interpretación...Si algo es esquizofrénico en este disco, es este tema, con un Morrison embrujado que da para mucho (este tema ocupa una escena entera en la película de Oliver Stone, y vaya escena, rozaba lo demoníaco) y estribillos que cambian de tono cada vez (fijaros en la ilusión sonora que provoca). En mi más sincera opinión, la locomotora del ácido está perfectamente capitaneada por cada miembro, sin excepción, una ejecución de 10. Aquí, Morrison, se eleva a la categoría de rey...de Rey Lagarto, que a lo largo de su vida y al final de este insano viaje sentencia: "Yo soy el Rey Lagarto, yo parto y reparto".

La densa neblina por la coctelera de alucinógenos se diluye con "Summer's Almost Gone", un vals tan inofensivo como correcto, con cierta ambientación tenue tropical. Su atmósfera sosegada, ayudada por el dulce slide de Krieger y el bluesero piano de Manzanarek logran crear un punto y aparte para seguir encarando las escuchas con mejor predisposición y frescura. Se agradece la presencia de este tema, además del trabajo excelente en las líneas de bajo de mano de Douglas Lubahn.

"Wintertime Love", muestra precisamente ese lado excesivamente refinado y suave, dejando entrever esa dote de preciosismo instrumental y Jim en su papel de "crooner", cosa que ya quedaría clara en The Soft Parade. Huelga decir que el viaje no estaba siendo tan intenso como se esperaba, desgraciadamente, donde los puntos álgidos se acaban puliendo con temas de menor intensidad, como "Summer's Almost Gone" o "Love Street", que acaban funcionando, a excepción del que abre este párrafo. A estas alturas se hace palpable el relleno y la falta de minutos que iban a cubrir la ya citada suite o el tema homónimo "Waiting For The Sun", que no fue incluido hasta Morrison Hotel dada la impresión de que no llegó a cuajar en 1968 por estar incompleto. Extraña sensación que ya falte el tema homónimo y segundo ingrediente para el distintivo de este álbum, ¿verdad?

Pasando el ecuador del álbum, el más flojo en términos creativos, llega una triada experimental curiosa, donde encontramos el broche de oro para esa faceta innovadora y políticamente maleducada de The Doors. "The Unknown Soldier" representa el relato de la guerra de Vietnam desde Norteamérica y su prisma. Para ello, se basan en un tema conceptual de estructura inusual; unas líneas desconcertantemente melódicas y rítmicas que dan paso a un fragmento sombrío de marcha militar, estallando enérgicamente en una coda para partir de 0 y construir una variación del tema principal hasta su fin. Se hace inevitable no admirar el tono de celebración y deseo de cese de dicha guerra, iniciado por el cántico de Morrison y las pinceladas de Krieger en su guitarra. De nuevo, una incursión de un fragmento que incluye campanadas y clamores de un público que pone fin a un tema que, por aquel entonces, parece expresar y compartir con la sociedad del momento la visión del incomprendido y soez Rey Lagarto.

El tímido Krieger parece gozar de mayor protagonismo en "The Spanish Caravan", una oportunidad para cambiar de foco y dejar que la luz la proyecte el maestro Krieger con una pieza de rock progresivo de la mano de las influencias del flamenco español y su cultura musical. Su habilidad en tal disciplina se pone de relieve a lo largo del tema, haciendo alarde y oda a él a las seis cuerdas. Este tema representa un cambio de estética y sonido en lo visto hasta el momento en su discografía. No deja de ser curioso que su mayor atractivo sea ese cambio de roles donde el más silencioso del grupo es el que más suena, mención aparte el guiño a nuestra cultura, que no deja indiferente a nadie si se toma como distintivo o como cliché.

Si bien la anterior pista no está exenta de calidad sin ser memorable, "My Wild Love" encarna la actitud minimalista ácidamete chamánica de The Doors. Actuando como un todo, erigen un tema a capella, único en su catálogo, repleto de rareza, fascinación, misticismo y complicidad. Este tema parece trasladarnos al espíritu indómito, joven y tribal de la época previa a The Doors, con esa presencia implícita de la piscodelia más primitiva y peculiar del propio Morrison. Si tenéis oportunidad, no escatiméis en observar la escena del páramo del desierto cuando improvisan a coro el tema tras consumir peyote. Existen críticas negativas alegando ser el peor tema jamás firmado por ellos. Juzguen ustedes.

Encontrándonos en el tramo final del disco, parece que Morrison y cía quieren lograr recuperar el testigo de "Hello, I Love You" y crean un tema genéticamente similar en producción pero con personalidad propia: "We Could Be So Good Together". Este se aprovechó como descarte del Strange Days. La labor de recicle da como resultado un balance favorable; un rock clásico y simpático, tanto al público como a la radio. Es quizá de los temas de The Doors que más se muevan en los parámetros habituales de los americanos. Curioso de nuevo los cambios de tono, que contribuyen a mejorar la amabilidad del tema de cara al oído.

"Yes, The River Knows" conforma parte del elenco de baladas, de carácter meloso y espartano. Su fuerte influencia del Swing y Jazz de los 50 otorgan gran validez al tema en cuestión, con labor encomiable de los incombustibles Krieger/Manzanarek. En lo personal opino que cada disco de The Doors no pueden faltar temas así, siendo "Blue Sunday" del Morrison Hotel el ejemplo más acertado que se me ocurre.

Para rematar la llegada del Sol, The Doors se presentan con el mítico "Five To One", un tema que llegaría a catalogar como un híbrido temprano de la psicodelia y del Hard Rock (otros lo han acuñado como proto-Heavy Metal). Este himno de carácter siniestro e impúdico no se sabe a ciencia cierta si habla sobre la masturbación y la parafernalia que envuelve al tema que Jim arropa en sus letras. Quizá simplemente siendo él, sincero, atrevido, incómodo, genialmente maleducado o visionario, en su frase "Tus días de baile se han acabado, nena" parece confirmar ese carácter enrarecido de una época que marcaba el principio de un fin. Con otra afirmación como:"Ellos tendrán las pistolas, pero nosotros los ganamos en número" parece poner de manifiesto sus grandes habilidades como líder de masas enfervorecidas, invitando a la revolución, a la insubordinación o a vivir al límite como si no hubiera un mañana, demostrando que no somos trozos de plástico con los 5 sentidos atrofiados.

Una vez teniendo claro el genial cierre del disco podemos evaluar el grado de genialidad del mismo, valga la redundancia. Waiting For The Sun ha ganado muchísimo con los años, con paciencia y tiempo, que es precisamente lo que le faltó a The Doors. Si bien rezuma calidad por cada segundo de sus temas, es más que evidente que su llama brille a muy baja intensidad. Recapitulemos, no figuraría el tema homónimo por falta de ideas, la suite protagonista del disco "Celebration of The Lizard" se
rechazó y tuvo que ser sustituida por otros temas de menor calado, con la consiguiente sensación de perder de vista el enfoque inicial del trabajo. Paralelamente, hemos de sumar que está inspirado en los últimos descartes de The Doors, que si bien experimentan un lavado de cara acorde a la exigencia del disco, no parecen dejar claro en absoluto bajo qué patrones se mueven. Finalmente, el disco acaba desvirtuado en un compendio heterogénero de intentos de pretender agradar a la desesperada con material radiable (véase "Hello, I Love You"), un número excesivo de baladas, cortes muy acertados más previsibles y temas experimentales ciertamente espinosos (y de mención especial) que nadan en aguas de nadie. Las transiciones entre temas del disco quizá sean el mayor problema, se puede pasar de 0 100 en escasos minutos y a la inversa, lo que no siempre acaba convenciendo.

Con las sucesivas reediciones, sí que se ha llegado a nuestras manos dicha "Celebration Of The Lizard" 40 años más tarde, pero nunca llegaremos a saber cómo habría quedado el resultado final si la inspiración hubiera sido óptima a nivel global, lo que se traduciría quizá en un disco bastante diferente al que conocemos hoy día. Hay quienes dicen que cuando a The Doors les tocó empezar a escribir temas para este disco ya andaban con el pulso oxidado, pues habían estado tiempo viviendo en la zona de comfort gracias a lo prolífico de su escritura de temas antes de alcanzar la fama. En lo personal, opino que es un buen disco y que en absoluto desmerece varias oportunidades, pues insisto, no es un disco fácil de escuchar. No obviando la sensación de engaño, parecieron entregarnos un disco que no pedimos y del que no parecieron convencidos, abusando de cierto conformismo. Tras Strange Days (1967) todos hubiéramos gustado de esa gran explosión de sensaciones para despedir la psicodelia en su trayectoria con este Waiting For The Sun, que parecía prometer y que jamás llegó, siendo lo más representativo de la era 2 o 3 temas a modo de naufragio en el que Jim Morrison se estaba adentrando.

Mejor que The Soft Parade, pero muy eclipsado por el resto de títulos, Waiting For The Sun es quizá de los discos menos sorprendentes de The Doors aunque cada nota que desprenda sea un segundo de historia viva. Con clásicos como "Hello, I Love You", "Five To One", "Unknown Soldier" o "Not To Touch The Earth" podemos confirmar que la premisa de "todo disco de The Doors alberga joyas" es ampliamente cierta. Sorprendentemente, logró el primer puesto en Estados Unidos pese a lo expuesto. Guardo cariño a este tercer trabajo, debido a la gran atención que le presto (la que en mi criterio merece). En mi corazón es un 7, pero quizá en relación al Portal y al resto de discos suyos este merezca solo un 6'4, 3 cuernos lúcidos, ni más ni menos, amigos.

Waiting For The Sun te hará sonreír, te hará llorar, pero no logrará hacerte vibrar. The Doors llegó a cambiar el mundo y aquí lo único que cambian es de dirección. The Doors esperaban a que llegara el Sol aunque, 40 años después, sepamos que este siempre sale.

Dr. Hollywood

Jim Morrison - Vocales.
Ray Manzarek - Órgano, Teclados, Piano.
Robby Krieger - Guitarras.
John Densmore - Batería.

Sello
Elektra Records