
1. One More for the Road
2. Master of the Moon
3. The End of the World
4. Shivers
5. The Man who would be King
6. The Eyes
7. Living the Lie
8. I Am
9. Death by Love
10. In Dreams
No solo de la Luna, Ronnie James Dio fue maestro de la Tierra, el Sol, los mares, océanos y todos los elementos que componen el Universo, lo cual no quita que cometiera errores de vez en cuando. “Master of the Moon” data de 2004, y es el último Lp en estudio que grabó en solitario.
Tan grandes son él y su leyenda que casi hemos olvidado un importante dato: Su carrera no siempre fue un lecho de rosas. En realidad, desde que salió de Black Sabbath, solo triunfó plenamente como solista en sus inicios, y aún entonces tuvo que lidiar con enemigos dentro –Vivian Campbell- y fuera de casa –su eterna rivalidad con Ozzy, las comparaciones que no le hacían ninguna gracia, y una condición de segundón que se le atribuyó con más frecuencia de la que se recuerda-.
Ni su curriculum, ni el fulgor de sus tres primeros discos, le sirvieron para encabezar el festival de Donington en 1987, mientras el Madman lo había hecho el verano anterior. Un Bon Jovi elevado a la cima de los charts gracias a “Livin´ on a Prayer”, “Wanted Dead or Alive”, o “You Give Love a Bad Name” cerró aquella edición, relegando a Dio a la condición de telonero, que en la rueda de prensa se despachó recordando que el de New Jersey era un producto “Here Today, Gone Tomorrow”, mientras que él era para siempre.
“Dream Evil” (1987) es mas apreciado y respetado ahora que cuando vino al mundo, y entre la larga lista de Cds que editó a partir de ese momento se encuentran más los “no está mal, peeero…”, que las grabaciones plenamente satisfactorias, y para colmo, su reunión con Black Sabbath en el 92 sirvió para grabar otro disco que palidecía frente al esplendoroso pasado de la banda de Iommi y Butler, que no gozó de toda la credibilidad esperada, y que sirvió para que ambos bandos terminaran arrojándose los trastos a la cabeza como en los tiempos del “Live Evil”.
En el nuevo siglo pareció levantar cabeza gracias al notable “Killing the Dragon”, su mejor trabajo en años, y a sus colaboraciones con uno de los mejores guitarristas que ha dado el Heavy Metal en las últimas décadas, ese valor seguro llamado Doug Aldrich que también ha tenido mucho que ver en la actual tercera, o cuarta juventud, de David Coverdale.
Sobre las tablas, Dio nunca decepcionaba, y su carisma y extraordinario carácter le mantuvieron siempre en la cresta de la ola, con su lugar bien ganado en el corazón de todos los rockeros, y sí pudo disfrutar en los últimos años de su vida con la aventura de Heaven and Hell, volviendo a registrar buena música y ofreciendo grandes conciertos hasta el final. Si no me equivoco, el 29 de este mes se cumple el tercer aniversario de su pase en Wacken, en la que fue la última actuación de su vida.
Su legado es enorme, y su figura ha trascendido mucho más allá de sus creaciones musicales, siendo venerado como el icono del Metal por excelencia, aunque ya digo que no deben cegarnos las alabanzas vacías, porque en su carrera en solitario hay muchos momentos de sombra.
Poco antes del reencuentro con Toni Iommi y Geezer Butler, nos ofreció el “Master of the Moon”, un álbum flojo en general, muy esperado en su momento, y que al final pasó bastante desapercibido. Cantó muy bien como siempre, no mareó a nadie con innecesarios cambios estilísticos, pero los temas en general resultaron muy planos, poco inspirados, y generadores de más bostezos que una tarde de domingo sin jornada de liga.
Para el disco, Ronnie contó con viejos conocidos como el guitarrista Craig Goldy, Jeff Pilson y Simon Wright al bajo y la batería, y el teclista Scott Warren, todos ellos ligados desde hacía tiempo a la trayectoria del vocalista.
Dio trató de recuperar la esencia y el encanto de sus primeros trabajos, pero el resultado fue muy mediocre. Y es una pena, porque el comienzo con la veloz “One More for the Road”, de largo el mejor tema del lote, nos hizo concebir esperanzas.
El title track, colocado en segundo lugar como casi siempre, y a medio tiempo como era habitual, esconde algún momento de chispa; cuando Ronnie canta aquello de “Turn around and when you face the Sun…” hace revivir por unos instantes la vieja magia de antaño, pero al final el tema se diluye sin llegar a emocionar, y un ejemplo de la ausencia de buenas ideas lo tenemos al comienzo, cuando el riff principal se corta para dar paso a unos acordes de sonido pretendidamente mas moderno, rebajados en volumen, que no vienen a cuento ni aportan nada.
Solo en la introducción de la épica “The Man who would be King”, título tomado de la película de John Houston, Sean Connery y Michael Caine, que iba como anillo al dedo a la idiosincrasia del pequeño vocalista, consigue que sonriamos recuperando la confianza en nuestro viejo amigo, el tratamiento levemente distinto a “The Eyes”, con esos sonidos espaciales, no queda mal del todo, y en algunas como “Living the Lie” o “Death by Love”, Goldie se marca unas buenas intervenciones solistas.
El resto es bastante prescindible, pero como ocurre tantas veces en la historia del Rock, a lo mejor si este álbum le hubiera salido de perlas, a Ronnie le hubiera dado más pereza volver a juntarse con sus ex compañeros de Black Sabbath.
En 2006 giró interpretando “Holy Diver” enterito, y publicó un doble en directo con el set de ese disco en su totalidad, mas unas cuantas piezas de Rainbow y Black Sabbath, las de siempre en realidad, prefiriendo rescatar de sus propios discos un tema perdido en el túnel del tiempo como “One Night in the City”, que formaba parte de “The Last in Line”, antes que cualquier otro del reciente “Master of the Moon”.
Ya en 2007, calentaba motores con Butler, Iommi y Vinnie Appice componiendo para el recopilatorio “The Dio Years” tres nuevos temas mucho mejores que cualquiera de los incluidos en el disco de 2004. La portada, para terminar, tampoco es nada del otro mundo.
Ronnie James Dio: Voz
Craig Goldy: Guitarra
Jeff Pilson: Bajo
Simon Wright: Batería
Scott Warren: Teclados