Deep Purple - Live in Paris 1975. La dernière seance

Enviado por Bloodbath el Vie, 14/09/2012 - 05:24
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CD: 1
1. Burn
2. Stormbringer
3. The Gypsy
4. Lady Double Dealer
5. Mistreated
6. Smoke on the Water
7. You Fool No One
CD: 2
1. Space Trucking
2. Going Down
3. Highway Star

La dernière seance. El último concierto de Ritchie Blackmore en Deep Purple (Mark III). Sobra decir que los sentimientos, las actitudes, afectan a un músico cuando ejerce su tarea, y más cuando se trata de un personaje temperamental. Y no solo a dicho músico, sino también al elenco que le rodea. Situémonos en 1975. Además de no comulgar en absoluto con la reciente dirección musical de Deep Purple (sobre todo por la excesiva aproximación a estilos como el Soul y el Funk del bajista/vocalista Glenn Hughes), numerosos problemas se dieron cita en esos días: desde la hermética forma de componer de algunos miembros, a la "no aceptación" de ideas por parte de otros, respecto a lo que Blackmore estaba aportando (sumergido en problemas matrimoniales, y bastante ajeno a la banda, incluso hasta terminar perdiendo casi todo el interés). Batallas en el escenario, por otro lado, con las que el público debía alucinar en colores, viendo a sus ídolos exprimirse en talento (y excentricidad) ante ellos, como si de una competición se tratase, sobre todo por los combates de ego vocal entre David y Glenn. Blackmore llegó a marcar su porción de terreno en las tablas, diciendo claramente a Hughes que ese espacio era “suyo”, y no debía acercarse por allí. Todo ante la mirada de Lord y Paice, eternos “escuderos” de calibre superior, que ante los problemas, no hacían sino callar y seguir adelante con la maquinaria, sin tener más remedio que jugar sus bazas como el que más, pero sobre todo mediar para suavizar las situaciones (Lord, principalmente). Esa época del Mark III, precedida por eventos como “California Jam” (increíble actitud escénica, y plagada de excentricidad), y por un disco como “Burn”, fue demoledora, musicalmente hablando. Y por qué no decirlo… sencillamente irrepetible.

Aunque en el entorno púrpura no tenían nada claros los planes de futuro inmediato, Mr. “Man in Black” estaba a punto de grabar un disco con su nuevo proyecto, junto a un vocalista que durante dos años había estado ejerciendo como telonero de Deep Purple, con su banda, Elf. La prueba se realizó mediante dos temas: “Black Sheep of the Family” (versión de Quatermass que Deep Purple se negaron rotundamente a grabar), y “Sixteenth Century Greensleeves”, original de Blackmore con letra de R.J. Dio. Los resultados fueron tan buenos que ambas canciones llegaron a formar parte de su primer disco en solitario, “Ritchie Blackmore´s Rainbow”, siendo regrabadas para la ocasión. Volviendo al seno púrpura, “Stormbringer” se presentó en dos tandas, Estados unidos y Europa, con la excepción de dos actuaciones puntuales, en Canada y Australia. La gira europea, constó de 12 fechas, comenzando el 16 de Marzo de 1975 (Yugoslavia), y cerrándose poco después en Paris (Palais Des Sports), el 7 de Abril.

El primer disco de Rainbow ya se había grabado. Y a pesar de haber intentado llevar en secreto la marcha definitiva de Blackmore (en teoría sólo el entorno de la banda conocía su decisión de dejar Purple), se encontraban en el final de la gira, con todas sus “anécdotas” a la vista, así que la prensa musical ya había “promocionado” el asunto cuando se dieron cita en Paris. Simplemente falta decir lo más importante: en caso de dejar la banda (Blackmore), y como legado definitivo para los fans, todos accedieron a grabar los tres últimos conciertos, con el propósito de lanzar un doble LP. De nuevo, se alquiló la unidad móvil de The Rolling Stones (tan conocida por el grupo). En efecto, a través de un refrito (y muy refrito) de esas actuaciones surgió el directo oficial “Made In Europe”, publicado por EMI. En 2004, Purple Records lanza “Live in Paris 1975” (La dernière seance), mediante una edición en 2 CD, remezclada y con el set list completo, como nunca antes se había mostrado.

No se trata de describir las diez canciones (música que conoce casi todo el mundo, pero además, ciclópea en cuanto a duración y matices), más bien hacer un repaso general destacando momentos esenciales de este concierto especial (aunque es difícil de resumir, dada la intensidad que podía vivirse en un recital de semejantes fenómenos, animales de escenario). La actuación (ante 6000 personas) se introduce mediante una puesta en escena desenfadada, con Hughes y Coverdale saludando, y el resto tanteando sus cuerdas, teclas o parches, cual típico batiburrillo de la época. Después del preámbulo, la atronadora “Burn” comienza a sonar… realmente están engrasados como banda, mostrando a un desatado Ian Paice en las baquetas, un poderoso sonido de Fender Precision, los teclados de Mr. Lord en su sitio, las voces fantásticas… y la enfurecida guitarra rugiendo. Correctos solos de Blackmore y Lord, especialmente el de éste último, enlazando las frases como quien se dirige a algún lugar con total seguridad, pero tomándose la libertad de dar a cada uno de sus pasos el tiempo conveniente. Antes del riff final, el guitarrista lanza una idea rítmica mediante un solo acorde, manteniendo al resto a la espera y sin poder evitar que el especialmente “nervioso por o para la ocasión” Hughes haga un amago con el bajo. Todo correcto, hasta finalizar el número.

“Stormbringer” suena majestuosa, los vocalistas bien conjuntados mediante buenísimas voces, así como demoledores ritmos de bajo, con arreglos y dibujos melódicos que parecen morder. Perfecto, el arrope musical de este estribillo, por parte de la banda. Coverdale se mueve sobre el tema como un pez en el agua. Los efectos “marcianos” del piano en las partes de introducción están muy logrados con ese sonido característico empleado para la ocasión. El solo de Ritchie consta de dos partes, la primera bastante agresiva y la segunda mucho más sutil, melódica y reposada que en la versión original, aunque resuelve con fiereza. Lord y Paice cumplen con creces.

“The Gypsy”, en una de sus contadas interpretaciones por la banda, es desgranada con gran complicidad, ejecutada a un tempo más alto (restando peso al tema), pues posiblemente para directo fuese la mejor baza. La melancólica melodía de Blackmore se apodera de la escena, predominando especialmente su guitarra en toda interpretación. El solo difiere absolutamente de la melodía que consta en el tema original, contenido, pero cargado de emotividad, mediante esa pulsación de puro nervio, que parece estar buscando a cada momento, y a la vez segura. Un tema muy bien apoyado por todos los músicos, casi para llevar en volandas a las voces y a la guitarra, y que suena redondo. Otro improvisado solo de guitarra (más punzante y desarrollado), alarga el tema más de la cuenta, hasta su final, donde el dúo de mágicas voces (en la que claramente predomina la de Hughes), cierra de forma bastante “acaramelada”. Curiosa canción, que en esa época muy pocos tuvieron la oportunidad de disfrutar en vivo.

El CD continúa con “Lady Double Dealer”, presentada por el bajista. La voz de Coverdale, en su salsa, domina la escena, apoyada por el riff de Ritchie, rockero total. La genial parte de voces a dúo, tras el estribillo, suena precisa, entre el colchón de algodones generado por el piano. El solo de guitarra es furioso, con Blackmore encendido, intercambiándose con el de Lord, más comedido. Poco más que añadir a esta potente interpretación, en la que la base rítmica cumple un papel muy sólido. Una base de lujo que nada tenía que envidiar a tiempo pasados, muy cargada de intención, con un Paice preciso y explosivo.

“Mistreated”, esa joya de la corona , infalible, que Blackmore continuó puliendo en sus años con Rainbow, es simplemente, majestuosa. El primer detalle simpático, es el fallo que Blackmore comete justo antes de que la banda apoye con esos dos míticos cortes que dan paso a la voz del tema (para bien y para mal, cosas del directo… y de la desconcentración, algo que en esa época rondaba por la cabeza del músico como un fantasma). La interpretación de David Coverdale es fantástica, rugiente. Llega el solo de guitarra, bastante tranquilo y arabesco, clásico, blusero… aderezado por numerosos guiños del bajo, mediante frases cortas y notas con “staccato”, muy rítmico y vacilón. Como siempre, las dinámicas entran en juego, y Blackmore echa mano del control de volumen, de esa forma magistral, durante escasos segundos, para dar paso al fin del solo y nueva estrofa. Cuando el tema parece estar finalizando, mediante frases de Coverdale, se introduce la letra de “Rock my Baby” (algo usual para ellos en esa época), siendo acompañado por todo el grupo durante un pequeño tramo.

“Smoke On The Water”. Respecto a este mega hit, refrescar una mini anécdota ocurrida años atrás: de las tres sesiones realizadas para “Made In Japan”, solamente una (la ejecutada en Osaka el 15 de agosto de 1972), era “potable” para poder mostrar al público y plasmarse en el doble vinilo. El motivo era muy simple, Blackmore había fallado en el riff de entrada, dos veces, una cada noche, quedando una sola toma “buena” de dicha y mítica introducción. Así que la versión final, simplemente se escogió por la intro… curiosa forma de elegir, aunque la interpretación es soberbia, y se agradece que no hubiera ediciones de estudio mezclando la introducción buena con una posible mejor interpretación del tema en otra de las noches. Y digo esto porque Martin Birch era un maestro absoluto de la edición (pero “Made in Japan” está “virgen”, que conste, al menos en las interpretaciones). Volviendo a la noche de Paris, la forma de comenzar difiere completamente de la original, comenzando con típicas frases de Ritchie, culminando en la intro de “Lazy”, y tras él toda la banda. De repente un corte en seco, y entra el riff mítico, pero en Re, para pasar a hacerlo en Sol, como el original. Una correcta interpretación que en la voz de Coverdale no suena mal, pero que es inevitable comparar con la naturalidad de Gillan en esa canción. Posiblemente, este fuese uno de los temas más fáciles de defender, para Coverdale, del repertorio antiguo de Purple. Blackmore realiza el solo con bastante sobriedad, consiguiendo una segunda parte muy lograda. La estrofa, de nuevo, es ahora atacada por ambos vocalistas. Destacar el solo realizado por Lord, frenético, acompañado por Ian Paice, que de nuevo, marca un ritmo embravecido. Cuando todo parece terminar, Hughes empieza a recitar su solo de voz, mientras Lord se recrea con pequeños impulsos onda góspel, para desembocar toda la banda (menos Blackmore) en un arreglo de “With A Little Help From My Friends”, de Joe Cocker. Corto pero efectivo, tras el que Hughes continúa explayándose, hasta que Coverdale sentencia para retomar y dar paso al cierre del tema original, con las dos notas empleadas en “Made in Japan”.

El último tema del primer CD es “You Fool No One”, donde el nivel técnico, la pericia instrumental, el temple y buen gusto, se sirven en bandeja. Ritchie Blackmore es presentado por Coverdale, como “Magic Fingers”, así como Ian Paice, que “hará un solo de batería para vosotros”. El maestro Lord comienza con el órgano Hammond, mediante una breve intro que pasa por un mini fragmento del himno francés. Pronto comienza el frenético ritmo impreso por Paice, así como el riff de guitarra y bajo, todo milimétrico y salvaje. De nuevo, ambos cantantes en su salsa, defendiendo lo que grabaron ellos un año y medio antes, a placer. Tras ese arreglo pentatónico mítico, da comienzo el solo de guitarra, incisivo y serpenteante. El guitarrista parece no tener prisa, y va introduciendo poco a poco, aunque de vez en cuando suelta alguna frase de fuego, para apagarse de nuevo. Durante un rato, lo dejan solo, en uno de sus típicos mini shows, donde se despacha a placer… toca un rato la banda, y vuelve a las andadas, cada vez más furioso, y de nuevo él solo. Una parada en seco… y brota la mágica entrada a “Blues”, ese delicado regalo guitarrístico, exquisito bocado sonoro, que parece extraer lo mejor de su alma, hasta arrancar de nuevo con el tema. El momento de Ian llega pronto, tras el estribillo cantado… su solo de batería, destreza imponente, una explosión de técnica y dinámica, redobles velocísimos y puro nervio. La banda engancha con el tema “The Mule” y ese final que conlleva, en cadencia blues. Pedazo interpretación de un pletórico Ian Paice, que tendría que esperar 9 años para volver a tocar con Ritchie Blackmore.

El CD 2 se abre con Space Trucking, donde Glenn Hughes se despacha a placer mediante alaridos y frases, gozando como un enano… pronto, Jon Lord realiza un guiño a la música de “Odisea en el Espacio”. El charles de Paice es imparable y dinámico. Suena un ritmo con Wha (Hughes), y de repente hace aparición el tema. Es aquí donde se intuye a un Coverdale no tan cómodo. Y más teniendo en cuenta el registro que Gillan manejaba. Las comparaciones son odiosas… pero las cosas claras y el chocolate espeso, como espeso se le debía hacer a Coverdale interpretar la segunda estrofa en registro súper grave, al revés que Gillan. Juegos de guitarra y teclado, Blackmore pletórico, melodías de vacile… queda poco concierto y empieza a darse cuenta… así que inicia “Child in Time”. Lord lo engancha al vuelo, literalmente. El bajista extrae slaps de su Fender. Cambian de tercio, y durante un largo espacio de tiempo, Hughes (presentado fugazmente por Coverdale) vacila con el bajo y la voz, mediante uno de sus “Shows” (con la batería acompañante, marcando el ritmo y la complicidad de Lord), para dar paso al solo de piano, que pasa de lo frenético a lo sutil con su maestría habitual. El tema termina, con el resultado de una actuación cargada de improvisación, y muy diferente a la impresionante y “monumental” ofrecida en el año 72.

Se acerca el final, y suena el tema “Going Down” (Don Nix). Coverdale lo defiende con esa voz única y característica, rasgada y blues, realmente se nota su comodidad (anticipando esa faceta que a ciencia cierta formaría parte del sonido Whitesnake). El solo de guitarra es incisivo y descarnado, pocas notas pero tocadas con rabia a tope. La banda suena compacta y poderosa, en una interpretación meramente anecdótica, que culmina con las frases de Hughes y conecta directamente con el último número…

“Highway Star” comienza, furiosa, con un Coverdale decidido. Aunque en el estribillo no es Gillan, no se corta y da su propia visión, su toque. Hughes dobla con él. Por fin el momento cumbre de la actuación… Blackmore comienza un solo donde se pasa por el forro el arreglo original (arreglo, literalmente) lanzando simplemente algunos tramos de dichas y conocidas melodías… empieza a encenderse en sus improvisaciones y la banda comienza a seguirle, como si de escuderos se tratasen y adoptando una actitud de sencillez. Ritchie empieza a mostrar su lado más excéntrico. Pasa el tiempo y el solo ya no es un solo, es una bronca, un cúmulo de golpes, aullidos, palmadas y arañazos en la guitarra, hasta el punto de que rompe su Fender americana (solía masacrar las guitarras japonesas), a conciencia. Entonces deja de oírse por un rato, dejando solo al grupo con las improvisaciones de Lord, hasta que enchufa otra, sonando más baja que la anterior y retomando el tema. Un fragmento previo al final, durante el que Coverdale se despide del público de Paris, y el bajo lanza sus últimos y marcados vaciles, precede al último estribillo. Vocalistas a dúo, Hughes por encima como el aceite, final genial. El piano queda sonando en un bucle robótico, la guitarra en un acople… suenan los aplausos y todo se termina.

Blackmore abandonó el barco en ese mismo instante, con su disco en solitario ya grabado y dispuesto a reescribir la historia del Hard Rock, al lado de Ronnie James Dio. Deep purple grabaron un disco más, con el grandísimo Tommy Bolin, para truncarse (por desgracia) poco después. Pero eso es otra historia. Este concierto, íntegro y sin editar (fallos incluidos, directo puro), es un regalo de justicia, el mejor para los amantes de esa formación, el “imposible” e inigualable Mark III. El sonido es muy bueno, mucho mejor que en “Made in Europe” (donde la batería suena más alta, pero la mezcla es mucho más oscura y las interpretaciones son de diferentes días, además de estar claramente editado). 7 de Abril de 1975, “La dernière seance”. Aunque es muy posible que en esos días ofrecieran conciertos más potentes que este, actúa como el mejor legado, sin trampa ni cartón. Recuerdo único y documento histórico para una formación irrepetible.

Ritchie Blackmore: Guitarra
David Coverdale: Voz
Glenn Hughes: Bajo, voz, coros
Jon Lord: Teclados
Ian Paice: Batería

Sello
Purple Records