
1. Leader
2. Suzie Sunshine
3. Pay My Dues
4. I’m a Mover
5. Ballad of Irving Fink
6. Bean Stew
7. Forest Rain
8. Dead Forever
Si de proto-metal setentero va la cosa, hay una agrupación infaltable que toda persona decente ha de tener en cuenta: Los australianos Buffalo. En el hemisferio Norte del planeta, el rock crecía fuerte y cada vez más duro y pesado llegando a nuevos límites: Habían bandas como Black Sabbath, Deep Purple, Led Zeppelin, Blue Cheer, Budgie, Rush o Dust que, sin saberlo, estaban cimentando algo ENORME que tomaría luego el nombre de Heavy Metal. Pero resulta que en el hemisferio Sur las cosas parecían ir a otro ritmo, quizá más despacio. No obstante, a eso de 1971, aparecieron estos Buffalo de Sidney dispuestos a implementar la pesadez de las bandas británicas emergentes al blues y psicodelic rock de las agrupaciones norteamericanas. El resultado… no podría llegar a ser un heavy metal puro, no… pero sí uno de esos caldos primordiales de los que indudablemente, se puede intuir un eslabón perdido en la evolución del rock más pesado. Por esto y más cosas que iremos hablando, es justo y de bien nacido el reivindicar a Buffalo y darles su ración (por pequeña que sea), de mérito y aprecio. Porque aparte de ser profetas en su tierra, fueron músicos cojonudos, y eso… al fin y al cabo, es lo que más importa. Más que cualquier etiqueta ¿o no?
En esta ocasión, y con la llegada del calor, parece que es un momento acertado para hablar del debut de estos señores. El Dead Forever… nada menos, de 1972. Un álbum que si bien no tiene el talante de su hermano menor el Volcanic Rock (1973), un disco más pesado homogéneo y poderoso, sí que tiene ese germen que tarde o temprano, tras un período de incubación, demostraría a dónde iría a parar. No se si me explico. Hablo de ese blues rock potentón, canallita, seductor, bailongo y a su vez “stoner” (con perdón del anacronismo). Un poco como Led Zeppelin ¿no? Pero con muchísima menos acústica, y riffs más desérticos. Porque no olvidemos que este rock procede de Australia, y que estos tipos, aparte de tajarse y mandarse algún que otro porrete, lo mismo se pegaron algún viaje más psicotrópico si cabe al abrigo de la inmensidad de los desiertos locales. Y son esta clase de vivencias y experiencias las que (sobre todo por aquellos tiempos), daban vida a mucha de la música que hoy día escuchamos y ensalzamos.
Por aquel entonces, en la banda Buffalo, habían dos gallitos en el mismo corral. Dos voces bien diferenciables: La de Alan Milano (un tipo versátil, melódico y heredero de iconos como Plant o Gillan) y Dave Tice (quien acabaría quedándose en la banda, con su característico y carismático registro áspero/bluesero/desértico). En este Dead Forever… se percibe una clara hegemonía de Milano (el que sabía cantar, vaya), y Dave está situado en un claro segundo plano y relegado a un par de canciones teniendo apenas unos momentos de protagonismo. Por tanto, y en adición a lo antes explicado, es de suponer que en estos momentos Buffalo se encontraban en plena evolución, tratando de encontrar su estado de mayor equilibrio. Aún con todo, los tipos se las apañaron para firmar con el sello Vertigo, el cual era muy potente por aquel entonces en Europa y sobre todo cubría rock británico, de ese que hoy día calificamos casi enteramente como “mítico”. Así que ojito, porque estos malandrines no eran unos don-Nadie ni en sus más tiernos comienzos. Y lo volverían a demostrar poco después al convertirse en teloneros de Black Sabbath cuando los de Iommi visitaron Australia.
Dead Forever… será un álbum algo sepultado por los años y por ende, olvidado por el personal, pero ahí conserva ciertos himnos como la melodiosa y buenrollera Suzie Sunshine, la cual, con tres minutos de metraje, se gana el honrosamente el roll de ser EL single del disco. Por otro lado, si lo que quieres es desarrollo y entrar en una especie de trance, ahí tienes cosas como I’m a Mover: con sus diez minutos de riffs pesados, solos amateurs cargados de actitud, voces cojonudas y baterías dinámicas tan de aquellos años. Un poco lo mismo se podría decir de Bean Stew también con sus siete minutos de trance. Pero vaya, si la cosa va de temas con mucha presencia y garra, destacaría la opening y el cierre (Leader y Dead Forever respectivamente), ambas muy contundentes y más cercanas a lo que tiempo después acabaría llegando a llamarse Metal. En el caso de Dead Forever, me gustaría marcar cierto paralelismo con Sabbath Bloody Sabbath de los de Birmingham, canción que llegaría un año más tarde y que comparte bastante con esta pieza de Buffalo, compruébenlo por vosotros mismos.
Está claro que el pescado está vendido. Que siempre van a sumar más Black Sabbath o Judas Priest que Budgie, Buffalo, Lucifer’s Friend, Dust, Flower Travellin’ Band (y un largo etc) todos juntos. Pero es deber de gente como nosotros el dar el valor y reconocimiento necesarios a agrupaciones como estas. Agrupaciones como Buffalo. Y con discos como Volcanic Rock o este Dead Forever… no se puede pasar de largo sin un mínimo de atención y predisposición. Para eso estamos aquí hoy ¿right?
Por mi parte esto son cuatro cuernos bajos, un 7,5. Un álbum fruto de su momento, con sus claras influencias del hard rock, del blues, psicodélico y sus olores “proto-metal”. Uno de los platos que es de obligatoria degustación al menos una vez en la vida con la atención que se merece.
Dave Tice: voz.
Alan Milano: voz.
Peter Wells: bajo.
John Baxter: guitarras.
Paul Balbi: batería.