
1. Do You Dream Of Armageddon?
2. Black Lungs
3. Giving Blood
4. Disclosure Is Dead
5. Dead Butterflies
6. An Ordinary Exctinction
7. Impermanence (Ft. Winston McCall)
8. Flight Without Feathers
9. Little Wonder (Ft. Mike Kerr)
10. Animals
11. Libertine
12. Goliath (Ft. Simon Neil)
13. Demi God
14. Meteor
15. Dying Is Absolutely Safe (Ft. Liam Kearley)
No debe ser nada sencillo perder a un miembro de tu banda a causa de una enfermedad. Máxime cuando dicho miembro es fundador de la misma y, para más inri, tu hermano gemelo. Tom y Dan Searle, guitarrista y batería respectivamente, formaron la banda allá por 2004 en su Brighton natal y formaron parte de la hornada Metalcore de mediados de los 2000. Hoy en día el género está bastante de capa caída, pero hace entre 15-20 años grupos como ellos fueron los responsables de enganchar al Metal a toda una nueva generación de jóvenes que ansiaban un sonido agresivo pero con una capa más moderna, más melódica, más acorde con las nuevas tendencias musicales y estéticas de la época.
Se hicieron un nombre con sus primeros discos, pero no fue hasta la publicación de Hollow Crown (2009) que empezaron a asomar la cabeza por encima del resto de sus compañeros de escena. A partir de The Here And Now (2011), la melodía empezó a cobrar más importancia dentro de su sonido. La jugada estaba clara: Mantener la esencia pero aspirar a un público más amplio. Sin embargo, algo se torció. Ese maldito dragón llamado cáncer se cebó con Tom Searle, y todo cambió para ellos. El 26 de agosto de 2016, pocos meses después de la publicación de All Our Gods Have Abandoned Us (2016), Tom moría a causa de un melanoma que en principio había superado unos años atrás.
Esto es importante para comprender la trilogía más importante del grupo, la que va desde Lost Forever // Lost Together hasta Holy Hell (2018), pasando por el citado All Our Gods Have Abandoned Us. Íntimamente ligada con la enfermedad de su batería, los títulos dan una pista muy clara de la situación por la que estaban pasando, así como el propio sonido de los discos. Si Lost Forever // Lost Together era el disco del cabreo, de la impotencia por una situación trágica que es incontrolable, All Our Gods Have Abandoned Us es el punto más bajo y oscuro, en el que no se ve ninguna salida y el pozo parece no tener fondo. Holy Hell, por otra parte, es el desahogo, el gritar y llorar a los cuatro vientos que todo es una auténtica mierda y que no es justo. Una tresena que, vista con perspectiva, sobrecoge por el contexto que la rodea y se dibuja como necesaria y catártica para el grupo.
Sin embargo, yendo a terrenos más despersonalizados y puramente musicales, y siendo consciente de que es muy complicado valorar los discos dejando a un lado el importantísimo componente emocional, disco a disco empezaba a verse la repetición de esquemas: Riffs muy parecidos, breakdowns en algunos casos bastante impersonales e incluso inflexiones vocales de Dan con el piloto automatico puesto. Tres grandes álbumes que, aun así, dejaban entrever cierto estancamiento.
Tocaba respirar aire fresco e intentar pasar página, tanto en lo musical como, lo más importante, en lo personal. Una nueva era, que tan tópicamente suele decirse. Así llegamos a 2021 y For Those That Wish To Exist. Un disco extraño para tiempos extraños. Un trabajo que requiere de varias escuchas para pillarle el punto, y no por extremo, sino por la sorpresa que produce todo lo contrario.
Podemos adivinar a los Architects de toda la vida (o de la última década, mejor dicho) en riffs machacones y breakdowns marca de la casa, pero todo suena diferente. Uno de los principales problemas que le veo es que tiene una cierta tendencia a la sobreproducción típica del Metal en las últimas décadas. Soy un gran defensor de la sobreproducción en estilos relativamente modernos, me gusta que suenen como un cañón y soy consciente de que tiene mucho de post-producción, pero no podría importarme menos. Por otra parte, cuando es la tendencia generalizada desde hace años, acaba saturando el oído. Es lo que tenemos aquí: Baterías que suenan a monstruo, guitarras limpias pero gordas como un oleoducto, muchos detalles de cuerdas y sintetizadores que en ocasiones encajan como un guante y en otras quedan algo horteras, etc. Me gusta mucho cuando se atreven con algo tan electrónico y atmosférico como An Ordinary Extinction, pero no tanto cuando fuerzan en Demi God, convirtiendo una buena idea en un tema bastante empalagoso.
No asustarse, simplemente están siguiendo el camino de coetáneos como Bring Me The Horizon en la búsqueda de un sonido más comercial pero, a diferencia de estos, mantienen intactas sus señas de intensidad principales, a saber: riffs a sexta cuerda que desembocan en breakdowns para mover la cabeza y la voz cabreada de Sam Carter. Por otra parte, su voz tan característica es lo que más peca de sobreproducción a lo largo de todo el disco. Hay partes melódicas que ni siquiera parecen suyas y quedan raras en contraste con sus gritos habituales. Probablemente todavía no se sienta del todo cómodo con esa faceta de su voz.
Hay dos puntos más que lastran el disco. El más importante es que le falta velocidad por todos lados. Han querido tirar por tempos más lentos donde encajan mejor los estribillos y los detalles electrónicos (de lo mejor del disco, el uso de sintes a modo de colchón y bastantes programaciones le dan un rollo muy guapo), pero si tenemos en cuenta que es un disco de 15 temas (este es el segundo punto en el que se les ha ido la mano), se acaba haciendo cuesta arriba y echas de menos una buena galopada que acelere las cosas.
Con todo ésto, el disco tiene cada temazo que es un escándalo. Ahí está Impermanence, a pachas con Winston McCall de Parkway Drive, la inicial Black Lungs, que engancha como ella sola, o la emotiva Meteor. Todas diferentes pero con algo que hace que quieras repetir. Otras como Flight Without Feathers, con su sonido etéreo, o Little Wonder, a la que le salva un breakdown bien motivante, no son tan afortunadas.
Es evidente que es una apuesta clara por la apertura de miras y la evolución a algo más grande, pero se queda a medio camino. Es un sí, pero no. Con 3-4 temas menos estaríamos hablando de otras cosa, seguramente. No obstante, como disco liberador para ellos mismos imagino que tiene que haber sido perfecto, y sólamente por las ganas de vivir que demuestra, puesto que la vida es cambio constante, merece un respeto.
Sam Carter: Lead Vocals
Josh Middleton: Lead Guitar, Backing Vocals, Production
Adam Christianson: Rhythm guitar, backing vocals
Alex Dean: Bass, Keyboards, Drum Pad
Dan Searle: Drums, Percussion, Programming, Production, Engineering, Vocal Production