Predicador de Garth Ennis

Enviado por Guy Montag el Dom, 10/10/2010 - 19:12

Garth Ennis es al mundo del cómic lo que Tarantino al cine: un creador sin ataduras, directo, relativamente sencillo, con un humor bastante peculiar, unos diálogos mundanos y, sobre todo, exagerado hasta los topes. De ahí sus excesos en todo lo que hace, la desmedida violencia gratuita y las ingentes cantidades de vocabulario malsonante que componen sus obras.

Como decía, el estilo de Garth Ennis resulta ciertamente cercano al de Tarantino, solo que trasladado a la novela gráfica. Entre sus obras más notables podemos destacar su etapa en Hellblazer (el cómic protagonizado por John Constantine, aquel mago moderno interpretado en la gran pantalla por un Keanu Reeves que no se le parece ni en pintura) y en Punisher, así como la actual serie que está terminando de desarrollar, “The Boys” (su creación más brutal en términos de violencia y, sobre todo sexo, censurada en los EEUU), y la miniserie “Hitman”.

Pero, sin ninguna duda, la joya de la corona del guionista irlándes es Predicador, iniciada allá por 1995 y concluída en el 2000, y una de las mejores series regulares de toda la historia.

Vaya por delante que es una lectura de adultos, y no apto para estómagos sensibles, ni para creyentes ultra-católicos. Pero, ¡qué cojones! ¡Si lo lees te lo vas a pasar como un puto enano!

Así lo dejan claro las palabras del propio Ennis: "Quiero que Predicador sea rápido, divertido, absolutamente irreverente y muy violento."

A grandes rasgos, se nos cuenta la historia de Jesse Custer, el predicador de un pequeño pueblo tejano que, tras dejar atrás un pasado bastante oscuro, decide convertirse al cristianismo y difundir la palabra de Dios desde su pequeña iglesia. Pero, un día, la criatura llamada Génesis escapa del cautiverio celestial y se refugia en el cuerpo de Jesse Custer, haciendo explotar la parroquia y matando a todos los presentes, a excepción del predicador, quien adquiere la “palabra de Dios”, un poder sobrenatural que le permite dominar las mentes de las personas, y con el cual ejecutará maravillas tales como la de hacer que un sheriff se arranque su miembro viril y se lo meta por la cavidad anal… Sí, esto es Garth Ennis en estado puro. Y de estas, las hay a puñados y bien gordas.

A partir de ahí, y en forma de “road movie” con toques de western moderno, Jesse Custer inicia la búsqueda de Dios para pedirle explicaciones y ajustarle las cuentas. Al parecer, su señoría ha abandonado el cielo y se ha refugiado en algún lugar terrenal.

Mientras, al protagonista le acompañarán Cassidy (un vampiro irlandés bastante dado a la bebida) y la ex novia de Jesse, Tulip (metida a asesina a sueldo), ambos personajes clave en la historia, y con un pasado bastante intrigante. Este trío de la muerte recorrerá todo EEUU en busca de la santa voluntad y, a su vez, se verán perseguidos por diversos personajes, entre los que cabe destacar al Santo de los Asesino (un imponente Clint Eastwood inmortal con función de Terminator) y a Starr, líder de una extraña orden religiosa llamada “El Grial”, y que persigue algún misterioso propósito.

Aunque no se puede hacer un resumen de la historia sin citar a una de las estrella del reparto, el pobre chaval apodado “Caraculo”. Para no destripar su historia, no desvelaré de donde viene su nombre pero, si no has leído la obra, prepárate para reír a carcajadas con este fan incondicional de Nirvana y sus andanzas. No tiene precio.

Conviene destacar a Steve Dillon, el responsable de ilustrar las maravillosas escenas de la historia, que ya colaboró con Ennis en Hellblazer y que demuestra su perfecta compenetración con el irlandés a través de su trazo limpio y de un dibujo que resulta perfecto e ideal para recrear la violencia y los grotescos personajes que, continuamente, hacen acto de aparición pero que, a la vez, representa una atmósfera realista y creíble.

Y, respecto a Ennis, su trabajo en esta serie es impecable, mastodóntico, inigualable. Crea a unos personajes llenos de matices y sentimientos, tremendamente complejos e inolvidables. Efectivamente, el tratamiento de los personajes es uno de los puntos fuertes del irlandés.

Pero, además, diseña una trama que engancha desde el primer momento, con “cliffhangers” y giros inesperados, articulada por una narración impoluta y fluida que maneja a su antojo con habilidad y tino. Trama no exenta de intriga y suspense, y que demuestra una imaginación absolutamente desbordante.

En cuanto a los temas que trata el cómic, fundamentalmente se centra en la exaltación de la amistad, en los lazos de unión entre los protagonistas, y en un feroz y grotesco ataque a la religión católica y a la iglesia, entre otros asuntos (aunque en ningún caso deja el guionista títere con cabeza). No esperes sutiles críticas o sátiras encubiertas, todo en Predicador es directo y sin rodeos, como una patada en los cojones, y cuanto más fuerte, mejor.

Pero, sobre todo, Predicador es diversión a raudales, aventuras rebeldes en el mundo desenfrenado e irreverente tan propio de Ennis. Prepárate para disfrutar como pocas veces lo habrás hecho, con una violencia física y verbal absolutamente desproporcionada y pasada de vueltas, y con una historia de las buenas.

Paletos sureños que se follan peces por la boca, viejos verdes pueblerinos que copulan con bloques de carne vacuna de 500 kilos, chicas con un solo ojo que no son capaces de diferenciar un tanque de una pija, perros que arrancan vergas de un mordisco, un Dios cobarde huyendo despavorido de un duro predicador de Texas, fumador empedernido, maleducado y con muy mala leche, un vampiro alcohólico con ataques de violencia, una “enfant terrible” adicta a las felaciones, un miembro del Ku Kux Klan algo retrasado al que le revientan las pelotas, John Wayne ejerciendo de improvisado Pepito Grillo del protagonista, un mechero con la insignia “Fuck Communism”…

Bienvenido a Predicador, el esperpento americano en su máxima expresión.