Bueno, disparo yo la primera bala del nuevo foro.
Jack Kerouac, mito vivo de la Beat Generation (vivo mientras vivió, claro) encabezó comercialmente un variopinto grupo de protohippies drogadictos que fueron el sumidero de la América de la Segunda Guerra Mundial y el semillero de los veranos del amor.
En un periodo de bonanza económica como los finales de los 50 en los USA los jóvenes empiezan a tener tiempo libre e inexorablemente se desarrolla una cultura underground que hierve especialmente en el Greenwich Village de Nueva York y la costa de California.
En Berkeley, un poblacho de estudiantes californiano, es donde se situa la acción en gran parte de la novela. Kerouac, como es habitual, transforma personajes reales en seres literarios. El poeta Allen Gingsberg, Corso, su gran amigo Neal Cassady, Philip Lamantia y varios autores más se entremezclan en una sucesión de narraciones vivas y despiertas. Hinchado de anfetas, Kerouac escupe en esta obra su total fascinación por Japhy Ryder, alter ego del poeta Gary Snyder, y su inmersión en el budismo radical en busca de respuestas terrenales. Snyder, que tradujo del chino obras especialmente excéntricas y desconocidas, da una nueva perspectiva de la vida al personaje encarnado por el propio Kerouac. Sumergido en el budismo, su escuela choca con la del poeta, joven entregado a un budismo zen que el protagonista no comparte. Pese a ello, se lanza a una búsqueda de su propia identidad en paisajes solitarios y estériles.
Sorprende esta muestra de espiritualidad de Kerouac, que para cualquiera que haya estudiado mínimamente el budismo zen resulta chocante como poco. Al igual que "En el Camino" pero no en "Los Subterraneos" Kerouac vuelve a impulsar el "estilo libre" de escritura de una forma directa y concisa. Influido larga y amargamente por el bop y el jazz, el autor se hincha a anfetas y escribe el libro de tirón, improvisando, bailando sobre las palabras, dotando de gran importancia a detalles que no la tienen. Todos y cada uno de los nombres figurados tienen su correspondencia en lugares y personas. Sensaciones y estricta disciplina budista se cruzan y entrechocan en las creencias del autor y Snyder salpicadas de ensoñaciones y muchísimo vino, noches en vela y la gran ascensión al monte Matterhorn, una avalancha de sensaciones y realidad entrecruzadas.
Evidentemente no os contaré la novela, sólo leedla, investigad sobre sus oscuros términos budistas, dejaos llevar por la prosa de Kerouac y su magia con el lenguaje. Fluid con él, porque así es como lo disfrutareis, acompañando a este Vagabundo del Dharma a través de su viaje de autoafirmación. Este libro es una puerta a las experiencias, vividas con una visión subjetiva, y aún así totalmente espirituales, de una generación que abrió la puerta al hippismo.
Créanme, vale la pena.