El Exorcista: El Comienzo (2004)

Enviado por Garfunkel el Lun, 20/06/2011 - 20:09

A veces se ve mejor a Dios desde el infierno...

Cuando uno tiene que sentarse a hablar sobre el Terror siempre ha de referirse a las grandes maravillas que de una manera u otra han marcado generaciones enteras y han causado pesadillas que permanecen ocultas en los rincones más oscuros de nuestra mente. La música, la literatura, la cultura popular y hasta la propia historia, han dado pie a la retroalimentación necesaria para satisfacer la más ansiada e inexplicable necesidad del ser humano. Sea de forma voluntaria o por mero afán de la bendita casualidad, lo cierto y verdad es que el miedo es el energizante cargado de adrenalina necesario para que nuestra vida sea algo menos monótona. En esta sociedad fría y electrónica que quizás en algún futuro se parezca a esas metrópolis bañadas por la lluvia que predecía Blade Runner, el terror parece haber mutado de forma y se ha trasladado a campos como la fotografía, la televisión o la red de redes. Pero pese a que las generaciones parezcan más insensibles cada vez, o almenos la aparentan, mi teoría es que hay ciertos miedos que se perpetúan en el tiempo, que siempre han estado ahí...

Por ejemplo, ¿por qué aún arrastramos aquel viejo mito del Hombre del Saco o del Tío Camuñas? ¿Por qué a menudo nos resistimos a hablar de ciertos temas escabrosos? O más sencillo todavía, ¿somos capaces de apagar completamente las luces de la casa...y esperar en silencio? En mi afán por el terror, yo mismo me he dado cuenta de que el miedo, en su forma más pura (dejando de lado las fobias), es el temor a lo desconocido. Porque, ¿qué puede haber peor que aquello que no podemos demostrar o siquiera razonar?

Perdonen si desvarío en mi verborrea pero todo esto nos lleva al principio de este artículo. Y es que, como decía, siempre hay un referente en el mundo del terror, y el cine, está plagado de criaturas de la noche y perversiones Lovecraftianas. Uno puede hablar de grandes producciones como Halloween, Candyman, Pesadilla en Elm Street...Pero si hay un referente absoluto en el lado oculto del cine, yo no tengo ningunda duda de que ese honor le correspondería a El Exorcista. Pese a que ahora mismo el tema ha sido tristemente explotado por producciones modernas que han resultado más una parodia que otra cosa, léase El Exorcismo de Emily Rose o El Último Exorcismo, el fenómeno que Peter Blatty y William Friedkin desataron en 1973 no ha vuelto a ser repetido.

La historia de una familia que se ve azotada por los designios de los horrores más profundos de la averno, una niña que encarna el mal propio en su cuerpo, que trepa por las paredes y habla en lenguas muertas. Una historia que rompía con todo lo establecido y que ponía en cierto compromiso a los principios del catolicismo, demostrando la existencia del Mal y, con ello, la prueba de que el Diablo podía existir y si se le antojaba podía divertirse con los mortales...Lo increíble de todo ello es que, y sé que me puedo ganar críticos o contrarios, fué un caso real que William Friedkin llevó a las pantallas de cine...Posiblemente, abordar la cuestión de la dualidad entre el Bien y el Mal nunca fué mejor representada. Y, de alguna manera u otra, eso llevó implícitas consecuencias más allá del camino directo hacia la Historia. No voy a llenar párrafos hablando de supuestas maldiciones y muertes durante el rodaje, desde su estreno, corren aseveraciones de desmayos, ataques al corazón y constantes vómitos en las salas de cine. La cinta fué censurada y ampliamente condenada por los sectores eclesiásticos, quienes tuvieron que hacer frente a numerosas peticiones de exorcismos por parte de personas que aseguraban ser el demonio tras haber visionado dicha película. Siempre recordaré mi único y último pase para ver El Exorcista pues yo mismo pude comprobar en mis propias carnes cómo la gente sentía verdadero pánico y procedía a abandonar las salas como alma que lleva el diablo, y para poner la cereza sobre la tarta, aquel día fueron hospitalizados dos hombres durante la película...

Sin embargo, el tiempo se ha encargado de encumbrar a algunos de sus actores, a maldecir a otros como Linda Blair (quien tuvo que cargar con el "sanbenito" de su rol de poseída que acabó con su carrera), pero también se ha asegurado de matar su leyenda. Ninguna de sus secuelas tuvo éxito alguno y fueron brutalmente masacradas por la crítica, si alguien no sabe de qué hablo que por favor pase una tarde con El Exorcista II: El Hereje...Nadie podía imaginar que en 2004 volveríamos a ver al Maligno paseándose por las pantallas de nuestros cine, si bien algo más viejo y olvidado, pero deseoso de provocar nuevas taquicardias y lipotimias.

"El Exorcista: El Comienzo" nos sitúa muchos años antes de los eventos de la primera parte, presentándonos a un descorazonado Padre Merrin que ha abandonado la fe tras los sucesos de la II Guerra Mundial y se ha dedicado a viajar por el mundo en su oficio de arqueólogo. Es encomendado a viajar al este de África en busca de figura del ídolo demoníaco Pazuzu, concretamente, en la región de Turkana en Kenya. Allí, descubre una iglesia cristiana bizantina del siglo V d.C - mucho antes de que el Imperio Bizantino adoptase la fe cristiana - sepultada bajo toneladas de tierra, pero sin duda, lo que más inquieta a Merrin es el hecho de que se encuentre en perfecto estado pese al devenir de los siglos. Lo que le lleva a pensar que la iglesia debió ser enterrada poco después de ser construida...¿Por qué?...A partir de esta base se desarrolla esta precuela que busca dar un sentido a los hechos de El Exorcista, Merrin no tardará en darse cuenta de que bajo la iglesia se esconde algo maligno que terminará afectando a los habitantes de la región de Turkana. Como en toda precuela o secuela, no faltan las respectivas comparaciones con el producto original, y yo no voy a ser una excepción en este hecho.

La película logra atrapar al espectador en la propuesta de su trama, si bien peca de ser excesivamente lenta durante la primera hora del largometraje. Uno de los puntos fuertes de esta precuela es el desarrollo de los personajes (más bien personaje) del Padre Merrin, atormentado y ateo, que contempla cómo es el único que permanece impasible ante los sucesos extraños que acontecen a su alrededor, pero finalmente recobrará la fe y derrotará a la encarnación del Mal en la Tierra tras su (¿milagrosa?) revelación. Salvo Merrin, el resto de personajes no llegan a tener un peso importante a excepción, claro está, del papel guardado para el endemoniado. Esta lucha constante entre lo que parece estar entre los límites de la cordura y lo que escapa a la comprensión humana es algo que parece adaptarse correctamente al ambiente desértico y desconocido donde transcurre la película: donde se entremezclan, como en un mal sueño, el origen del Mal y las tradiciones ancestrales de los ritos paganos.

Igualmente, la película se regodea en la ambientación y el juego de luces y de sombras, es un film oscuro que realmente sorprende y consigue mantener atento al espectador pese a que los sustos sean predecibles. Hay que convenir que el film también contiene un par de escenas fuertes que no son aptas para estómagos sensibles, no llega al nivel de asquerosidades como Saw, pero igualmente no es de recomendable visionado para aquellos que no sientan simpatía por los insectos. Por ello la película es una extraña mezcla entre el drama y la propia satisfacción de lo asqueroso, que pese a que es interesante, no es sino un recurso fácil para que el espectador no se aburra. Ya que como comentaba la película es lenta, uno necesita armarse de paciencia para aguantar el confuso desarrollo del que esta película adolece. ¿Saben aquello de tratar de prepararlo todo con calma y, finalmente, dejarlo todo para última hora y solucionarlo con dos bobadas? Pues más o menos así es.

No es que sea mala, simplemente, no se acerca ni por esas al misticismo que desprendía la todavía escalofriante cinta original. El planteamiento es bueno pero falla tremendamente en la ejecución. De entrada ya puedo avisar de que el exorcismo no ocurre sino al final y cuando prácticamente ya te han enseñado todo el "gore" del que disponían, además de esto, de cara al final posee giros de guión absurdos que no demuestran nada salvo la mala dirección de Harlin. Para no desvelar nada me limitaré a decir que la película parece haber acabado como tres o cuatro veces durante el transcurso del film.

Stellan Skarsgärd realiza una más que buena interpretación y, sin duda, es uno de los puntos fuertes de la película, ya que almenos consigue meternos en el papel del atormentado Merrin. Y desde luego esta película podría haber sido mucho más si hubiera cuidado más su narrativa y no se hubiese preocupado simplemente en hacer: "¡Mira!¡Gusanos!¡Aaaaagh que asco!". "El Exorcista: El Comienzo" es una opción decente si uno tiene curiosidad por saber cómo un producto intenta pervivir en el tiempo a pesar de que su mejor momento ya ha pasado. Igualmente, no mucha mejor atención merece "Dominion", que no es sino el primer proyecto de la precuela de El Exorcista dirigida por Paul Schrader y que fué rechazada por la Warner. "El Comienzo" aprovechó muchas situaciones, personajes y escenarios del guión de "Dominion" hasta el punto de ser casi un calco absoluto con la excepción de, claro está, la violencia gratuita de la que hace el film de Harlin. Ya que la versión de Schrader apostaba por un terror más "filosófico" que no tiene nada que ver con la versión final, si alguien quiere ir más allá, puede examinar ambas versiones, aunque estaríamos hablando de hallar la diferencia entre la Pepsi y la Coca Cola.

Nota: 5.5 sobre 10

Se hace valer de una propuesta con potencial que se tristemente entorpecida en su curso, no obstante, merece mayor atención que las partes "II y III".