
1. Young Blood
2. Rough an' Ready
3. Bloody Luxury
4. Victim of Love
5. Crying in the Rain
6. Here I Go Again
7. Love an' Affection
8. Rock an' Roll Angels
9. Dancing Girls
10. Saints an' Sinners
Con toda la solemne calidad que gastaba Deep Purple, a mí me gusta más la mayoría de las cosas que hicieron sus músicos según se iban dispersando, quizá porque me da la impresión de que, nada más salir de tan grandioso "grupo nodriza", les daba el aire y les volvía el color a las mejillas. Algo así como si se hubieran quitado un enorme peso de encima.
No fue menos el caso de David Coverdale, cuyo vozarrón y sólida apariencia escénica tenían tal brillo propio que bien merecía un grupo en torno a su persona. Tras el éxito y las enormes giras de Purple, separados éstos momentáneamente en 1976, Coverdale no perdió la carrerilla y lanzó al mundo una de las bandas más carismáticas que ha dado el rock: Whitesnake.
Durante su primera década, el grupo tuvo un punto de partida claro: la vena bluesera, el rithm’n’blues, el rock construido a partir de riffs vacilones y melodías pentatónicas, cuyas seductoras letras estaban dedicadas casi en exclusiva (o así querían aparentarlo) a la lujuriosa cosecha a gran escala de hembras en edad de merecer. Cuando salió al mercado el disco que nos ocupa, Saints & sinners (sexto en su carrera), corría el año 1982 y ya asomaban su orgulloso pecho grupos la mar de metaleros (o poco a poco reconvertidos a tales) como Accept, Maiden, Scorpions, Judas… ya existían Venom, y Metallica estaban a punto de debutar. Esto quiere decir que Coverdale se mantuvo erre que erre en un estilo que poco a poco se iba convirtiendo en la rama "retro" del asunto, cosa que siempre le alabaré, porque además a él y a sus músicos les iba como anillo al dedo. Era como música para adultos, alegre y fresca pero a la vez sobria y elegante, que convivía con lo que en ese momento parecían más bien nuevas "freakadas extremas" fruto del exceso de testosterona de los más jóvenes.
El encargado de sacar lo mejor del grupo durante sus primeros trabajos fue, cómo no, el dios de los faders, el maestro del equilibrio, el puto amo Martin Birch. Que por cierto es la única persona que conozco capaz de haber grabado decenas de discos de rock más o menos duro, cada uno de su padre y de su madre, sin que haya uno solo en que no se escuche el bajo con total claridad. Quizá el disco que más me gusta de toda esta primera época de Whitesnake sea Saints & sinners, el penúltimo en el que Birch estuvo a los mandos, cuando ya tenía cogido el punto al grupo más que de sobra.
También la propia banda había rodado durante años con aquella mítica formación, que incluía, aparte de los dos geniales guitarras fundadores, que por cierto estaban a punto de irse, a la bestia parda de Neil Murray al bajo (también desde el principio) y a dos "lujosos desechos Purple": Ian Paice y John Lord. En este preciso momento el grupo era una auténtica piedra.
El disco se abre con Young blood, interesante y pegadiza presentación en la que, mientras Coverdale despliega con elegancia e increíble saber estar su parafernalia sexual de pavo real en celo, los cinco maestros, incluido él mismo y muy especialmente el inigualable Ian Paice, nos dan una lección musical como pocos podrían, y nos explican una vez más cómo decir mucho con muy pocos elementos debidamente compactados. La canción es ligera, calentorra, vacilona... pero sólo el puente que precede al estribillo ya la convierte en obra maestra. La finura, la transparencia en cada idea, eran elementos que no podían evitar ni aunque hubieran querido, y el resultado final tiene siempre la insuperable virtud de presentar un contundente y robusto equilibrio dotado de la apariencia de algo fácil.
El resto del disco transcurre con canciones similares: ritmos más o menos atresillados, medios tiempos que se encabritan sin correr, riffs gruñones que te levantan de la silla con una sonrisa. Y melodías, siempre melodías de belleza y efectividad por encima de lo normal, dibujadas a la medida de una voz privilegiada. El mensaje de las letras sigue casi exclusivamente centrado en una especie de explícito "venid, gallinitas, estoy ardiendo y tengo lo que queréis" que, maravillosamente velado a base de despampanantes circunloquios y licencias, queda vestido de un aura no ya poética, sino casi espiritual, sin por ello renunciar a decir que lo que quiere es echar un polvo. Otra muestra más de un equilibrio casi malabarístico, como para quitarse el sombrero y no volvérselo a poner nunca más.
Hay sin embargo dos canciones que despuntan tres pueblos nada más escucharlas: Crying in the rain y Here I go again. Poco tardaron en marcarme a fuego, y poco tardé en darme cuenta de que a cualquiera que preguntara le había pasado lo mismo, y eso que el disco no tiene ni tres segundos de relleno. Por algo será que ambas fueron recuperadas para el exitoso álbum Whitesnake, del 87. La primera de ellas, aplastante y grandiosa, parte de un sencillo planteamiento poético: si lloras bajo la lluvia nadie se entera, porque no se ven las lágrimas. Qué moñería, ¿no? Pues hay que ver el colosal edificio musical (y literario) que fue capaz de montar el maestro Coverdale en torno a esa imagen. Y la segunda es quizá la obra cumbre del grupo: Here I go again habla de superación, del más o menos manido tema de volver a empezar... pero ¡cómo lo plantea! Desde ese órgano inicial, triste pero inquietante y en su punto de volumen (¡gracias, Birch!) hasta las últimas repeticiones del estribillo, la impecable estructura de esta canción tiene tal facilidad para hacerle un nudo en las entrañas al más pintado, que ha pasado a la historia por la puerta grande convertida en clásico desde el primer día.
En definitiva, Saints & sinners es una irrepetible obra maestra. Cuando lo escucho, por un lado disfruto un huevo; por otro, me quedo como un poco cabizbajo y abochornado al pensar que hay cosas mucho peor hechas que me gustan más aún, jeje.
David Coverdale – Voz principal, coros
Bernie Marsden - Guitarra
Mel Galley – Coros
Micky Moody – Guitarra, coros
Jon Lord - Teclados
Neil Murray – Bajo
Ian Paice – drums