W.A.S.P. - The Crimson Idol

Enviado por Hawkmoon el Mié, 15/12/2010 - 22:59
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1. The Titanic Overture
2. The Invisible Boy
3. Arena Of Pleasures
4. Chainsaw Charlie (Murders in the new morgue)
5. The Gypsy Meets The Boy
6. Doctor Rockter
7. I am One
8. The Idol
9. Hold On to my Heart
10. The Great Misconceptions of Me

La escena metalera, en 1992, no estaba ya para servir en bandeja más iconos con pelos cardados, mallas coloridas y guitarras con mucha purpurina. El huracán Metallica y el tornado Nirvana (además de la meteórica ascensión de bandas como Slayer, Megadeth, Pantera o Sepultura), le cambiaron, para siempre, la cara al mundo del Rock duro y el Metal. La fiesta salvaje, el sexo sin control y los cantos al desenfreno eran opacados por furiosas y desesperanzadoras diatribas contra el sistema, contra los ideales consumistas o la negación de la verdad, ahora, el enemigo eramos nosotros mismos y la ira iba dirigida contra el mismo ciudadano de a pie. Se acabó la fiesta y tocaba ir de funeral. Se enterraba, para siempre, o eso parecía, el concepto festivo y divertido, para dar rienda suelta a la madurez, a la agonía o a la pura y dura realidad, algo que nada tenía que ver, en realidad, con los himnos de gente como Poison, Warrant, Motley Crue o Bon Jovi.

Unos supervivientes de la movida de L.A, la más bañada en rimmel y spandex, eran sin duda, W.A.S.P., que con una carrera llena de éxito y calidad a sus espaldas, veía cómo las nuevas generaciones no querían reir y disfrutar. No. Ahora los teenagers buscaban la ira y la desesperación en los temas de sus bandas predilectas, en una especie de metodo de escape. Y para observar que otros muchos también lo pasaban mal. Mal de muchos...consuelo de tontos. Sí, pero funcionaba.

Blackie Lawless, guitarra, vocalista y máximo compositor, veía, con estupor, como su hacha icónico, Chris Holmes se iba por la puerta de atrás, estigmatizado por unos agudos problemas mentales (derivados del abuso de drogas y alcohol) y de rebote, también perdía a su bajista, Johnny Rod. Un momento dificil, sin duda, para el combo del malévolo main man de W.A.S.P. "The Headless Children", su anterior trabajo de 1989, los colocó en una envidiable posición y estaba claro que no se podía dar un paso atrás. Trabajos como el citado, o anteriores como "Inside the Electric Circus", "The Last Command" o "W.A.S.P.", eran discos híbridos, que gustaban tanto al seguidor de Cinderella como al de Iron Maiden, y siempre había gozado del respeto y la presencia de mucho tipo de seguidor, desde el más osado, hasta el más tranquilito. No podía desaprovecharse un combo como el de Lawless, y menos, teniendo aún, tanto seguidor con hambre de sangre.

W.A.S.P., que siempre había sido una banda altamente influenciada por Alice Cooper, que creaba espectáculos de lo más cool, llenos de sangre, monjas y sierras, se iba a poner seria e iba a entregar una de sus piezas más redondas, más trabajadas y más elegantes. Pero que no se asuste nadie, la cabra siempre tira al monte, y la garra y la calidad del sonido del feudo de Blackie iba a ser, como de costumbre, intachable. W.A.S.P. siempre serán W.A.S.P.. Y eso debía quedar claro.

"The Crimson Idol", que así se bautizó al trabajo, contaba con un plus, y es que el quinto trabajo en estudio iba a ser conceptual. "Operation Mindcrime" de Queensrÿche o "Seventh Son of a Seventh Son" de Iron Maiden habían obtenido un tremebundo éxito internacional, y Blackie apostaba por ese tipo de concepto.

Una historia (que podría ser perfectamente la del propio Blackie, eso si, suficientemente amplificada) trágica, de triunfo y decadencia, era lo que nos traía ahora el creador de himnos como "Wild Child". Jonathan es un joven, con una infancia difícil, que ha perdido a su hermano y se refugia en el Rock para sobrellevar la carga. Tiempo después, se convierte en toda una estrella (igual que Blackie) y no tarda en cometer los mismos excesos que todo rockstar, al uso, suele cometer. La vida de muchos músicos está estampada en el disco, pues la trama, pese a ser inventada, desde luego, rezuma autenticidad, sentimiento y desgarro. Una clara muestra de que W.A.S.P. no sólo venían al mundo trayendo festivas y descacharrantes bombas para la diversión y el headbanging. Bob Kulick, hermano de Bruce Kulick (Kiss) se encargó de las guitarras y, para el puesto de batería, se cogió a Stet Howland y a Frankie Banali. Ambos intercalarian su labor, dependiendo del tema a tocar. Blackie, por su parte, se hizo con el bajo (como en los primeros tiempos), las guitarras y el teclado, demostrando así ser todo un artistazo de lo más completo.

La portada del disco, realmente simbólica, nos muestra a Jonathan (que por cierto, es clavadito a Blackie) estirado en una cama, en forma de cruz, y exponiendo, a modo metáfora, la crucifixión de Cristo llevada al mundo del Rock y el Metal. Una de las mejores portadas del grupazo, sinó la mejor.

Hora de vivir la historia de los ascensos y la decadencia de Jonathan, señores. Coged pañuelos, tanto para llorar de emoción, como para secar ciertos fluidos que seguro dejareis por vuestros pantalones. Avisados estais, "The Crimson Idol" no es sólo un disco, es una biografia no autorizada, de lo más temible, oscura y melancólica, hecha música. Un diario personal.

Unas guitarras acústicas, la mar de melodiosas y suavecitas, nos sumergen, lentamente, en "The Titanic Overture", una composición que nace como balada (muy en la línea del grupo), para empezar a desmadrarse y convertirse en un engendro rítmico y cabalgante, apoyado por unos teclados, que sin ofrecer nada más que un buen telón de fondo, lo hacen funcionar a gran nivel. La cosa acaba como empieza, como cerrando un circulo. La verdad, como tema inicial, la cosa no queda muy bien, pero como tema aislado, sin juzgarlo como entrada de trabajo, es simplemente, un gran tema. No para abrir un disco, ok, pero temazo. Menos da una piedra. Además, la voz del cantante y líder, sigue a gran nivel, con un poso mayor que en anteriores andanzas, y realmente estoica.

"The Invisible Boy", que retoma el aura de los W.A.S.P. más directos y locuelos, con reminiscencias notorias al "The Real Me" de su anterior trabajo, deja paso a "Arena of Pleasure", otra movida rockanrollera, con más alma que la madre Teresa de Calcuta y más agallas que Conan frente a una serpiente descomunal. Coros, sensaciones ritmico-depresivas y ardientes, y mucha ira, escondida detrás de mucho riffeo potentorro. Genial labor la de Kulick, que parece ser miembro del grupo desde el dia de la creación del mismo.

Una sierra cortante y amenazante sirve de antesala a la incombustible y clásica "Chainsaw Charlie (Murder in the New Morgue)", que aunando la magia de Iron Maiden, Priest y la misma esencia de Lawless, bañada en coros indestructibles, convierten el tema, desde el primer momento de su escucha, en un infaltable total del material de la banda. Sublime entrega de caña, melodía y feeling netamente rockanrollero, chulesco y ampuloso. Desde luego, puede que W.A.S.P. sean más maduros en 1992 que en 1984, pero también son más férreos, más duros, más completos. Menudo viaje sonoro que está siendo la vida de Jonathan. El disco deja extrañas sensaciones, pues uno experimenta, desde la tristeza más desoladora, hasta el extásis más demoledor. Igual que la vida de un rockstar, vaya. Seguro que cada vez que Axl Rose oye el disco, si es que oye algo que no sea su propia banda, se queda hecho unos zorros de tanto llorar. Da miedo ser un rockstar, tal y como Blackie nos vende la moto, la verdad.

"The Gypsy meets the boy" (que resulta ser una dulzona balada, la mar de entranable, tristona y bluesera),"Doctor Rockter", que vuelve a poner a tono al oyente con más espíritu "Wild Child" y ochentero, y "I am one" (con una intro de público en directo y con unos coros de infarto) suman tres temas más a la oda al Rock triste y trágico.

Llega ahora, el momento más intenso del trabajo, y sin duda, una de las composiciones de Metal y Rock que más me llegan a mi "Heart of Steel". La preciosa semi-balada potentorra e himno total, "The Idol". Las guitarras, de una cadencia preciosa, arropan la voz de un Blackie soterrado, amargado, lloroso, pero a la vez espectacularmente potente y desgarrador, mientras los solos de Kulick y la buena producción, te hacen soñar despierto. Estribillo que se queda para siempre y canción, inscrita ya, en los anales de la historia. Preciosamente intensa o intensamente preciosa, lláma como quieras a la sensación que te embarga al darle cera a "The Idol", pero te aseguro que debes coger ya el pañuelo. Sécate las lágrimas, y por favor, cambiate esos pantalones...uffff. Que asco.

Otra baladita no sería lo mejor después de lo escuchado, pero Blackie está filosófico y nos entrega otra de esas manidas, pero gratas a la vez, canciones con intro semiacústica, poderoso llanto de guitarra en su parte final y escalada vocal y progresiva. "Hold on to my heart", que no se beneficia nada por ir detrás de la joya que ha sonado, suena genial, pero creo, que aquí, no debería de estar, ya que sinceramente, rompe el rollo y apalanca demasiado a la parroquía. Tremenda, sí, pero fuera de lugar.

Toca que Blackie cierre el negocio, y "The Great Misconceptions of Me" se encarga, orgullosa y gustosamente, de hacerlo. Más vibraciones épico-dramáticas, cabalgadas de bajo-batería, muy en onda Steve Harris, y más fuerza, cojones y velocidad. Impecable temazo, de casi diez minutos, que deja un buen sabor de boca genial, y certifica, que pese a que la escena de los "pelos de Barbie" y "mallas de Wrestling" ya había pasado a mejor vida, aún había hueco para la alta calidad, y desde luego, si W.A.S.P. atesoran algo en exceso, es calidad.

4 Cuernos devastadoramente altos, para ésta ofrenda sagrada del dios del la sangre y los excesos, Mr. Lawless. Como único punto negativo, se le puede adjudicar el hacer un uso repetido de melodias y estribillos, que sin embargo, ayudan a enlazar la trama, y darle la cadencia necesaria para creer que Jonathan vive la misma pesadilla real.

W.A.S.P.= Wooow, alucinantes, sorprendentes, perfectos.

Blackie Lawless: Voz, guitarra, bajo y teclado
Bob Kulick: Guitarra
Frankie Banali: Batería
Stet Howland: Batería