Volahn - El Tigre del Sur

Enviado por MeFuMo el Jue, 26/08/2021 - 15:37
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Corto se lo fiaban a Eduardo Ramírez, alias Volahn, cuando formó el trvísimo Black Twilight Circle y se puso a grabar demo tras demo intentando plasmar la oscuridad de su alma maya-mexica.

Desde su base al sur de la California estadounidense, el amigo Eduardo lleva ya casi veinte años disparando su personal filosofía mesoamericana desde una serie de bandas que, como suele ocurrir en los círculos crípticos del trve Black Metal, cuadruplican en número al total de sus integrantes.

Volahn (la persona) ha ejercido de multiinstrumentista en casi todas las agrupaciones que formaban el primer catálogo de Crepusculo Negro (que es el sello discográfico del Black Twilight Circle), junto a los cuatro o cinco guerreros maya-mexicas que le acompañan en el concilio supremo del círculo. Con el tiempo algunas de esas bandas formaron sus propias discográficas y sus cosas.

En su día la idea de trvismo de Ramírez fue bien recibida, y los lanzamientos de Crepusculo Negro eran un homenaje al sonido crudo de los viejos tiempos. Lo cierto es que varias referencias del sello son muy disfrutables para el que aguante la producción chicharrera y las licencias que se toman los californianos en general. También es cierto que esta particular forma de entender el Black Metal a lo vieja escuela ha originado una especie de movimiento de fans trve kvlt alrededor de esas bandas.

Lo que traemos hoy por aquí es el último trabajo de Eduardo como Volahn, la banda originaria y principal del muchacho, donde él guisa y adereza personalmente todo el menú. Una especie de single de catorce minutazos publicado en 2019 y que representa lo más arriesgado y extraño probablemente de todo el catálogo del Black Twilight Circle. Tanto por su música como por su temática.

Vaya por delante que no soy un gran experto en la historia de México, pero algo sé. Y por lo que parece sé más que Volahn. Ramírez despliega en este tema un conjunto de contrastes y contradicciones en la letra, y hay que hilar muy fino para pensar que las ha planteado a propósito. Más bien da la impresión de que la idea que Volahn tiene de México no deja de ser la que tiene cualquier estadounidense medio cuya máxima relación con su herencia maya-mexica fue fumarse unas matas de tomillo en Tijuana durante el Spring Break satánico.

El tema está dividido en dos partes muy diferentes, que se distribuyen equitativamente el metraje. Los primeros siete minutos son un ejercicio Black Metal brillante, agresivo y cacharrero, con Volahn haciendo lo que sabe hacer. En el viaje de melodías y pura tralla el estadounidense empaqueta una dosis de mandanga sin cortar, que va tomando forma con calma desde unos inicios meteóricos y caóticos hasta una suerte de catarsis en su parte final, incorporando teclados y consiguiendo un aura casi mística.

Quiero pensar que Eduardo ha llamado a este tema “El Tigre del Sur” intentando hacer un juego de palabras con los Tigres del Norte, que es un famoso conjunto de canción tradicional mexicana norteña que ha vendido discos por castigo. Los Tigres del Norte glosan extensivamente las aventuras y desventuras de los principales capos del narcotráfico internacional en su extensa carrera, siempre bajo la sospecha de estar en el negocio.

El aguerrido maya-mexica se hace un potaje mental interesante en esta primera parte, y mezcla la conquista española, la independencia de México y a Emiliano Zapata estrofa tras estrofa en una delirante letra en español a golpe de traductor de Google. Más o menos la historia queda como sigue.

El clásico guerrero hijo del sol que protagoniza invariablemente la discografía de Volahn se lanza contra los españoles invasores en la actual Cuautla de Morelos. Lo cierto es que los españoles conquistaron todo aquello sin mucha complicación, se repartieron las tierras de los indígenas y los pusieron a todos a plantar azúcar.

Pero va a ser que no, porque el guerrero del sol usa un fusil, así que parece que su batalla contra los invasores españoles va a ser en la guerra de independencia. Aquí la cosa se ajusta más, aunque tampoco mucho. Cuautla de Morelos y el estado de Morelos se llamaron así precisamente por la resistencia que lideró José María Morelos al ser sitiada la ciudad durante algo más de dos meses por las tropas españolas en 1812. Aunque los españoles tomaron la ciudad, la defensa de Morelos fue toda una inspiración para el movimiento independentista.

Pero claro, los mexicanos estaban ya dentro sitiados por los españoles, así que ningún guerrero del sol fue a sacar a los españoles, más bien tenían que salir los mexicanos.

Ah, que tampoco. Resulta que el Tigre del Sur es Emiliano Zapata. Zapata es una figura mítica a nivel mundial, como lo puede ser el Che Guevara. Nació precisamente en el estado de Morelos y quiso impulsar algunas reformas a la situación agraria del sur de México. Grandes terratenientes se repartían la caña de azúcar y una masa de jornaleros pobres sin derecho a propiedad trabajaban en condiciones bastante precarias. Caramba, como siempre.

Zapata se acabó uniendo a la Revolución Mexicana y tomó Cuautla de Morelos en una batalla muy famosa, por lo que el círculo se cierra en la mente de Volahn loando a Emiliano como padre de la patria y confundiendo fechas, batallas, españoles, mexicanos y todo lo que se puede confundir.

Todo este despropósito de arriba que no sé si interesará a alguien se encierra en siete minutos con momentos muy inspirados y mostrando una evolución, digamos, conceptual desde trabajos previos. Aproximadamente a partir de 2:20 la cosa se empieza a alejar de lo más típico y a dar más cancha a los teclados, que junto a la interpretación vocal forma un todo que llega a ser estremecedor. Un Black Metal agresivo y oscuro, más por la actitud instrumental que por la rapidez.

Bajo una producción mazmorrera pero decente que permite escuchar lo que hay, los arpegios y giros melódicos de esta primera parte no llegan a ser tan intrincados o experimentales como en anteriores trabajos de Eduardo. Aún así el sonido de la guitarra es estridente y la mezcla suena compacta y potente, con una interpretación vocal arenosa y arrastrada que favorece el conjunto.

En 7:10 se produce una ruptura que quiebra la concepción del Black Metal que el Black Twilight Circle lleva veinte años predicando. Sopla el viento en el desierto para el sorprendente blues de la frontera de El Paso con producción de caverna que arrastrará Volahn hasta la conclusión del tema.

Con ecos de Luis Bakalov y bastante parsimonia, Eduardo hace una rendición surrealista del corrido de Chalino Sánchez “Mi General Zapata”, pronunciando con cierto esfuerzo una muy poética letra del cantante de Culiacán en honor del héroe mexicano. Por lo que parece Chalino era igual de diestro con una pistola que con el micro, y visto que apareció muerto de dos balazos en la nuca encapuchado y atado de pies y manos, tras ser detenido por unos muchachos vestidos de policías federales, pues ustedes sumarán dos y dos.

Culiacán está al norte de México, pero para Eduardo eso es el sur. Confundiendo de nuevo una cosa y otra el amigo se las apaña para desarrollar una segunda mitad extrañamente convincente y que da un aire fúnebre al country blues gracias a la producción, su desgana al cantar y el uso de los teclados. Sin ningún recurso de más, Volahn consigue que esta marcianada no desentone después de haber vomitado una considerable cantidad de Black canónico.

Y eso es puro talento, en mi opinión. El californiano siempre había mostrado habilidad para controlar el tono de sus temas y transmitir esos estados de ánimo al oyente, pero no a este nivel, pervirtiendo abiertamente otro estilo musical. Llevando la negrura del Black al blues de la frontera y dejando la parte metalera en su pureza ortodoxa.

Dejando de lado que el sur de México es la puta selva y por eso se plantaba azúcar, Volahn plantea un maridaje casi surrealista entre dos estilos musicales que no tienen nada que ver. Lo más sorprendente es que lo consigue sin que los puristas levanten del todo la ceja, cuando no hay disimulo ni intención de ello. Es algo desacostumbrado en el Black del Crepusculo Negro, pero la cosa queda extrañamente natural. Muy extrañamente natural.

Uno no puede sino preguntarse hacia dónde irán las intenciones creativas de Volahn tras este single, que quizá sea sólo una especie de broma o experimento. La impresión que da es que el californiano, en lugar de coger su Black Metal de siempre y mancillar sus formas mezclando estilos, ha intentado en cierta medida extender la malevolencia de ese Black por tierras insondables, polvorientas y pedregosas. Un single excelente y original, que le da al señor Ramírez unos esplendorosos cuatro cuernos.

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