
1. The End of Everything
2. Rain
3. Pull Harderon the Strings of Your Martyr
4. Drowned and Torn Asunder
5. Ascendancy
6. A Gunshot to the Head of Trepidation
7. Like Lights to Flies
8. Dying in Your Arms
9. The Deceived
10. Suffocating Sight
11. Departure
12. Declaration
Cuando uno escucha TRIVIUM, es porque quiere oír a TRIVIUM haciendo la música que TRIVIUM desea hacer. Lo que planteo es que este Metal nuestro no es ni princesa en apuros, ni desdichado ahogado, ni moribundo hambriento ni prójimo demandando auxilio como para que alguien aparezca y lo "salve" de las feroces garras de la “muerte” y el olvido, haciéndose pasar por los "nuevos GRANDES".
El tan temido “olvido”... el tratamiento que se le concede a una moda cualquiera, pasajera, que aparece y desaparece, sin más. Este jodido sonido es un proceso –tan temprano como la aparición del Rock 'n' Roll– que cambió para siempre la historia, la sociedad, la cultura y hasta la política, y permanecerá de aquí al 2400. Nuestra descendencia habrá de saber que después de la defunción de los que iniciaron esto, el Metal y el Rock, el camino se continuó tranquilamente. Las razones para que estos géneros musicales no "mueran" son demasiadas, infinitas.
Si realmente quiere uno valorar lo que está cociéndose allá afuera, en cualquier parte, atrevámonos por nuestra cuenta. No hay que estar siguiendo al pie de la letra lo que digan revistas y webs "dedicadas" –aunque fueron la puerta de entrada a millones–, porque casi todas, en pro del beneficio que puedan sacar de ello, van a contemplar –o intentar hacer contemplar– “nuevos PEPPERS”, “nuevos METALLICA”, “nuevos SLAYER”, “nuevos CAMEL” en todos lados, en cualquier momento que lo consideren oportuno. Si no los hay, los inventarán, o reversarán lo imposible para que hayan de aparecer. Hacerlo no les dará más credibilidad a ellos, tampoco provocará que uno, que es bien entendido en la materia –pienso de todos aquí–, se sienta atraído por lo que tan vulgarmente ofrecen, incluyendo agrupaciones a las que estigmatizamos sin conocerlas, por ser el tema principal sus portadas y artículos moribundos.
“Todo lo que fue hecho ayer es mejor que lo ejecutado hoy”… fue una filosofía de la que me costó desprenderme. Luego me acerqué a los anómalos éstos. Unos me desilusionaron –como BULLET FOR MY VALENTINE–, otros me fueron casi indiferentes –AVENGED SEVENFOLD– hasta cierto punto y algunos –DISTURBED y TRIVIUM– captaron improvistamente mi interés. No bastó con que les oyera una millonada de veces, su “algo” me atrajo forzudamente.
TRIVIUM no es METALLICA ni lo será nunca, si bien Matt Heafy es casi hijo bastardo de Hetfield. No tendrán cincuenta mil almas en recinto cualquiera. No serán la referencia de millones. No reemplazarán a nadie ni ocuparán ningún trono ficticio en la mente de la fanaticada. El VERDADERO METAL –apartados ya de las realidades alternativas y el “en un mundo donde aquellos grandes hubieron de perecer…” de la Metal Hammer– no es una competencia de quien grita más fuerte, ni quien saca el disco con los solos más rápidos, ni quien vende más ni quien tiene los videos más vistos ni quien pone esto o aquello. Cada uno va a lo suyo, esparcir sus mensajes –revolución de los pueblos ciegos, agotamiento por dificultades, el no rendirse nunca o el vivir para pasarlo bien– y ganarse el corazón de quienes los escuchan por mérito propio. Si quieren intentar ser otros , “cambiar” y usurpar las posiciones ajenas, muy mala la cosa. Con todo, álbumes como “Ascendancy” –2005–, su segundo y excelente intento, hace que cualquiera replantee sus percepciones.
TRIVIUM son estadunidenses, formados en los 2000 y constituyendo parte de la oleada presente. Humildemente demuestran su cacharrero debut, “Ember to Inferno” –2003–, y entran en la escena. Palabras más, palabras menos, así se nos muestran. Una banda nueva con algo para decir. ¿“Metalcore”? Como le dirían a cualquiera con sus características, más para el tiempo que ingresaron. A la dualidad de lo manifestado, su energía y entusiasmo es llamativo; de este modo se les mira con empeño, se les apoya y acaban ofreciendo “Ascendancy”: una patada musculosa trabajada desde la inspiración y la lucha interna de sus conflictos. Una presentación de lo que eran capaces y el comienzo de los intentos de muchos por llamarlos "los SALVADORES DEL METAL".
Y así se corren absurdos ríos de tinta...
Pregunto yo, con sinceridad, sabiendo cómo se mueve el mundo, si alguno por aquí los verá como deidades y progenitores de obras magnas a cuan mercader de basura o como una banda que no vale una mierda por no ser de la aprobación de todos –y dudo que exista alguna así–. Opiniones siempre habrán, gustarán o no, mas el ponerse con ellos y dedicarles sus oídas es lo esencial para comprenderlos, de allí que gusten o no es lo de menos, porque ya los conoces, ya sabes quiénes son y de qué van. “Ascendancy” exterioriza la capa “moderna” de la producción, mientras nos expone un Heavy embrutecido que raya en lo Thrash, procediendo con estribillos melódicos en poses triunfales o rozagantes. Son emociones que conectan de manera diferente con quien atentamente escucha, pero sus introducciones, sus desarrollos y especialmente sus solos –de notar Corey Beaulieu, fiel escudero a las seis cuerdas– fortalecen las presentaciones de cada alza en cada resolución que encuentran al demostrarnos su competitividad en la música METAL.
“Ascendancy” son doce composiciones de las que podrías esperar si conoces el terreno, guitarreras a morir y repletas de una introspección muy humana. No alcanza las cuotas máximas de un culmen como “Shogun” –2008–, pero arremeten desde la crueldad y la devastación para entregarnos las ascuas de sus cometidos. Temas poseídos para lo hímnico, un ambiente bélico pero meditabundo y un cuarteto dando lo mejor de sí, sin pensarse –diría “todavía”– que bombas como “Rain”, “Suffocating Sight” o “Departure” estaban o no a la altura de tal obra maestra, la que sea.
Más que un disco muy interesante, encuentra este servidor una elegancia bien llevada, sin caer en las presentaciones ambiguas ni engañar a nadie. “Ascendancy” es una obra propia de los inicios de todo músico, apuestan por ellos y van más allá con lo que han de hacernos entender. TRIVIUM por supuesto que evolucionaría y entregaría álbumes excelentes y poderosos –con algún bache y algunos discos no tan inspirados, todo hay que decirlo, lo bueno y lo malo–, pero “Ascendancy” es especial en su carrera. El amor de muchos de sus seguidores y una perfecta distribución de compases vigorosos y líricas fundamentalmente concebibles en nuestras vidas.
Puerta de entrada para el ocioso o el interesado al mundo de TRIVIUM.
¿Que los “coros”? Ciertamente rozan por momentos la vagabundería y el coqueteo con lo mal llamado “radioamigable”, pero allí tienes mucho más que un estribillo empalagoso –lo primero que me aleja y luego lo que más me acerca, cosas de uno–, porque el trabajo instrumental es muy propio de la creatividad, sin abandonar sus parcelas y terrenos. No harán jamás un “…And Justice for All” como alguno por ahí compara en los tantos foros de la Red. Pero, ¿para qué? Si “Ascendancy”, “Dying in Your Arms”, “A Gunshot to the Head of Trepidation” y “Declaration” son composiciones geniales a las que no le hace falta ser metidas de relleno en otros álbumes. Da, y lo reitero en condición de ignorante y amante de un género al que se le ha perdido la inocencia del descubrimiento por creerse todo "muy oído", un increíble placer escucharlos. No, no es importante que no sean GRANDES, porque, al fin de cuentas, eso es redundante, y a veces nos enamoramos de compositores como Heafy sinrecurrir a pedantes coletillas de ensalzamiento, o falsedades obvias de revistas con nula credibilidad para situarlo al lado de músicos más trascendentes en nuestra historia, pero sin que ello signifique la negación de estos que se mantienen en la escena, trabajando incansablemente e intentando ir siempre un paso más allá, notable en sus últimas producciones. No va un buen escritor novel que hace su trabajo entreteniendo a cientos de miles a ser comparado con Kafka, Steinbeck o Papini, pero esto tampoco quita que a ese escritor se le ignore o menosprecie por no haber nacido cincuenta años antes o no haber escrito "El Proceso" o "Gog".
“Ascendancy” es una obra capital de TRIVIUM y un álbum encantador de los 2000 en materia de agrupaciones recién surgidas, pero alcanzando cénit por méritos propios, con guitarra en mano y corazón sobre la marcha, haciéndose las voluntades de sus convicciones metaleras que son desinteresadas sobre si MAIDEN o PRIEST son dioses y ellos simple “gentuza” merodeando por allí. Y lo más impresionante es ver a personajes de la edad de Harris, Halford, Tipton, Mustaine y demás padres del tema éste que nos enamora batir los cráneos con agrupaciones por la que ni damos un centavo y mucho menos escuchamos el CD prestado. Ocurre con TRIVIUM, y es gracias a la potencia, el ingenio y la pasión que gana un hueco en los estantes de los más veteranos y los que se inician despreocuadamente en el género y poco después acaban amándolos a todos, sin distinguirlos por "grandes" y "no grandes". “Ascendancy” hoy –y supieran que ni tanto– no valdrá nada para las miles de bandas que siguen sus propios derroteros y pasan por completo de lo que puedan ofrecer –yo, con SANGREFONÍA, no lo tengo como referencia–, pero ya es un hecho que a muchos conquistará y, por lo menos, metaleros tendrán el valor de fundar una banda, inspirados en temas como “Like Light to the Flies” –orgullosa instrucción– o “Drowned and Turn Asunder”.
Pero, lo que más quisiera yo recalcar, es que tanto lo logrado por su cabecilla y el General Guitarra como por dos contundentes rítmicos músicos de los que mueven como Paolo Gregoletto –bajista estridente– y Travis Smith –baterista al que el doblo bombo debe perseguir en pesadillas cada noche– nunca será materia de debate –al menos para éste– si van a ser leyendas algún día. No están destinados a cargar en sus espaldas más peso que el de su propia influencia y responsabilidad, y miren bien que sacarse un “Shogun” o un “The Sin and the Sentence” hoy no lo hace cualquiera. Sí, se mira al mal “The Crusade” y todo lo que habrán de querer decir, pero pasando de lo que se llamaría "error" –yo no lo ve así, cosa que no quita que haya sido un paso en falso–, TRIVIUM sobrevive a la decadencia de muchos contemporáneos –unos sinceramente estancados en el pozo del Pop Rock esquemático y otros conjungándose con la Electrónica y el Dubstep– y hoy por hoy, para mí, son sinónimo de METAL... y no tengo que comprarme la Kerrang ni ir a Wikipedia para confirmarlo.
Les narra esto un hombre que por mucho tiempo se perdió de multitd de bandas por estar enfocado en tonterías. Afortunadamente, hoy los presento con el gusto que da saber que alguno podrá descubrirlos, entender que que no todo lo bueno quedó en el pasado, sin pensar en si vayan hacer obras maestras en los años que están por venir. Todos tienen su momento para brillar, para aportar bajo su máxima inspiración.
“Ascendancy” es una prueba más que suficiente para confirmar quiénes son.
Demasiada buena música, mas no alcanza el tiempo para conocerla DE VERDAD y muchísimo menos valorarla por cómo se CONECTA con quien le escucha con sinceridad.
Matt Heafy - Voz y Guitarra.
Corey Beaulieu - Guitarra y Coros.
Paolo Gregoletto - Bajo y Coros.
Travis Smith - Batería y Coros.
*Colaboración*
Jason Suecof - Producción, Coros en "A Gunshot to the Head of Trepidation" y Solo de Guitarra en "Pull Harderon the Strings of Your Martyr".
Andy Sneap - Masterización y Coros en "A Gunshot to the Head of Trepidation".
Chad Sunderland - Coros en "A Gunshot to the Head of Trepidation".
Gizz Butt - Coros en "A Gunshot to the Head of Trepidation".