
1. Ice Princess (04:48)
2. Box Office Poison (04:51)
3. Salvation (05:25)
4. Freedom to Fly (03:47)
5. Champion (05:12)
6. Stream Dream (04:23)
7. Albania (04:37)
8. Chopin Etude #2 Opus #25 (01:33)
9. Disciples of Fear (04:11)
10. Capistrano (04:20)
En los ochenta hubo un movimiento muy propio de su época que difícilmente se va a volver a repetir: una ola de guitarristas empujaban cada vez más la técnica y las posibilidades de las seis cuerdas, destacó especialmente una artillería de virtuosos bajo el sello Shrapnel donde Mike Varney acogió a artistas de la talla de Vinnie Moore, Jason Becker, Marty Friedman, Joey Tafolla, Paul Gilbert (con los geniales Racer X) o el enorme Tony MacAlpine, todos unos portentos músicos que supieron combinar la más intrincada técnica y clase con el buen gusto compositivo, y hay quien los acusa de ser fríos o gente sin feeling, pero escuchándolos a profundidad no puedo estar más en desacuerdo con dicha afirmación. Porque sí, aquí evidentemente hay lucimiento, pero también unas inquietudes artísticas y una pasión ardiente que conmueve.
De aquella generación el guitarrista más destacable por la extensión y calidad de su discografía posiblemente sea Tony MacAlpine, quien arrancó con una dupla espectacular de álbumes como lo fueron “Edge of Insanity” y “Maximum Security”, pero más allá de sus dos obras magnas hay mucho que agarrar es que Tony no es un artista de dos álbumes bueno y ya está.
Luego de dos ejemplos canónicos de cómo hacer Metal neoclásico instrumental MacAlpine se aventuró a tesituras más accesibles y calmadas con la salida de “Eyes of the World”, en donde por primera vez incluiría voces y tomaría un alcance mucho más cercano al Hard/AOR que disgustó a muchos fans, pero también captó a otros, y sin ser un disco remotamente malo o flojo sino diferente sí que se echaba de menos volver a escuchar a MacAlpine sacándole chispas a su guitarra con su clase y majestuosidad tan propia y característica.
Con su cuarto disco, “Freedom to Fly”, Tony liberaría su guitarra volviendo al ala de Shrapnel Records para que volara en lo alto libremente, recuperando bastante su estilo 100% guitarrero y habilidoso, pero con un alcance más Hard Rockero y pausado que sus dos primeras placas.
Desde “Ice Princess” se puede palpar la madurez adquirida por MacAlpine con el tiempo, “Eyes of the World” pudo no ser el mayor acierto de él, pero sin duda supuso un paso importante en su carrera. “Ice Princess” no va a las velocidades imposibles presentadas en “Maximum Security” o “Edge of Insanity”, pero tampoco le hace falta: las melodías de guitarras son solemnes y al mismo tiempo vacilonas y energéticas, con un sonido muy vibrante y limpio que da gusto oír. Por otra parte Mike Terrana se sale en las baterías no por montar un espectáculo, sino por su sobriedad y precisión impecable que sabe dónde acentuar y dónde marcar el ritmo. Tremendo opener que además sirve de muestra de que en este estilo también hay espacio para el feeling y la belleza.
“Box Office Poison” se muestra marcadamente hard rockera y más alejada de neoclasicismos, con una fuerte influencia de Van Halen por todos los lados. Aquí Mike Terrana se luce especialmente con una pegada cabalgante y energética en las percusiones, soltando cantidad de fills con un dinamismo brutal que terminan siendo el centro del tema e incluso el bajo y el piano (a manos de MacAlpine) tienen su espacio para brillar de manera juguetona y divertida, y sin ser ni de cerca de las mejores del disco si es uno de esos temas que sencillamente te sacan una sonrisa y te ponen de buen ánimo. Sin embargo, es con “Salvation” que vuelve a llegar un plato fuerte, posiblemente EL tema de “Freedom to Fly”.
En “Salvation” las guitarras están en un constante medio tiempo donde la melodía es abrumadora y sobrecogedora, las guitarras arrojan suntuosas matices multicolor que te obligan a cerrar tus ojos a sentir su sonido con todo tu cuerpo. No obstante, en “Salvation” no hay un claro protagonista porque tanto como Dennison como Terrana se acoplan perfectamente a MacAlpine, creando un tema donde a lo mejor no hay lucimientos demasiado pirotécnicos (para estar hablando de metal neoclásico), pero sí una hermosa y elegante cuota de feeling que te pone los pelos de punta. Sin necesidad de velocidad desmedida o arpegios imposibles MacAlpine demuestra que no solo vive para masturbar el mástil, sino que es un guitarrista versátil y sensible con un talento que va más allá de la pura técnica.
Con “Freedom to Fly” se pisa el acelerador recordando al bestial “Edge of Insanity” aunque sin la misma inspiración, pero tampoco exento de calidad y es que curiosamente en este álbum las canciones funcionan mejor en tiempos pausados porque con “Champion” la guitarra quita el pie del acelerador para ir lento y suave, con grandes aires de epicidad y dando la imagen mental de ver a Tony alzando su guitarra apuntando al cielo mientras toca. Por otra parte “Stream Dream” pareciera ser una combinación de los dos temas anteriores, manejando velocidad y notas alargadas con mucha maestría y grandilocuencia sin tampoco volverse demasiado loco, destacando especialmente los solos del final que se recuestan en sutiles teclados etéreos los cuales terminan explotando para tomar el protagonismo a último momento.
“Albania” aterriza como otra de las composiciones más destacables del álbum junto con “Ice Princess” y “Salvation”, con gloriosas y definitivas melodías que son imposibles de no disfrutar si te va el Rock instrumental.
“Chopin Etude #2 Opus #25” vuelve a recuperar la tradición de los dos primeros discos de hacer un pequeño homenaje a sus influencias más clásicas con Chopin, y a pesar de no tener la misma frescura del cover de “Prelude, op. 28, no. 16” o “Etude#4 Opus#10” cumple correctamente. Cierran “Disciples of Fear” y “Capistrano”, destacando esta última donde el grupo se pone más melancólico y sentimental con total acierto, “Capistrano” es una canción en donde la belleza y la emoción hablan a través de los instrumentos.
“Freedom to Fly” supuso el retorno de Tony al mundo de los guitar heros, no será su mejor o más inspirado álbum, pero no por ello deja de ser un ejercicio muy sólido de Hard Rock neoclásico instrumental, tal vez pueda palidecer ante lo que vino antes y lo que vendría después con entregas como el descomunal y complejo “Evolution” o el ecléctico y espectacular “Chromaticity”, en las cuales MacAlpine se acercaría mucho al nivel de sus dos capitales primeras obras, pero eso no lo hace menos bueno de lo que es.
Valoración: 8.2
P.D: Reseña dedicada al coloso Eddie Van Halen, uno de los guitarristas más grandes de la historia que supuso un antes y un después en el mundo de la música y una clara inspiración (y más aún para este disco) para aquella generación de guitar heros que posiblemente no hubiesen dado su vida de manera tan dedicada a un instrumento que es más que un instrumento y eso, Eddie, supiste demostrarlo como pocos en este mundo. La portada y el título de “Freedom to Fly” no podría ser más consecuente con el desafortunado evento de hoy: vuela alto Eddie, tú y tu guitarra han sido alzados al cielo y allí te has inmortalizado, porque hoy nos dejas en lo físico, pero tu música y tu memoria nunca perecerá.
Tony MacAlpine: Guitarras, Teclados, Piano
Mike Terrana: Batería
Larry "Bones" Dennison: Bajo