
Músicos grandes hay muchos, pero las leyendas se pueden contar con los dedos de las manos. Incluso diría que si tuviera que utilizar los diez dedos me negaría, y pediría que me cortaran unos cuantos para hacer la elección más ajustada. Porque esos músicos excelsos, llenos de sentimiento, habilidad técnica y saber hacer compositivo siquiera pueden acercarse a oler lo que es el Olimpo, un sitio reservado a unos pocos privilegiados que con su poesía cantada acompañada por las notas expulsadas mediante el suave movimiento de sus manos y dedos cambiaron el mundo de la música, y mucho más importante, cambiaron nuestra vida, otorgándole una banda sonora a nuestros recuerdos. Y es que a todos nos ha pasado lo de escuchar una canción y que te recuerde a una etapa de tu vida, o incluso a momentos concretos de la misma. Y eso es algo que muchos músicos pueden llegar a conseguir componiendo grandes canciones, pero que solo esas leyendas de las que os hablaba son capaces de lograr a lo largo de toda una discografía.
Dicho esto, si tuviera que escoger a una leyenda sobre el resto, esa sería Phil Lynnot. Podría llegar a entender que alguien no la pusiera en el primer lugar, pero me resultaría incomprensible que dijeran que no merece ese puesto en el Olimpo de nuestra música. Y es que relegar a Lynnot al simple calificativo de “músico” sería una ofensa para su persona y para toda su creación. Lynott era músico, es cierto, y además de los mejores, pero también era un poeta moderno. En todo lo que llevo escuchando música nunca he encontrado ningún otro letrista con el que me haya sentido tan identificado. Algunos dicen que está sobrevalorado en este ámbito, y que muchas de las canciones salidas de su pluma son simples alardes de macarra. Y es cierto, “The Boys Are Back In Town” no se va a llevar un Pulitzer precisamente, pero es esa autenticidad lo que le hace grande. Phil escribía sobre como se sentía en ese mismo instante, y su discografía es una muestra de su vida. En sus años de juventud nos dio todos esos himnos rebeldes porque estaba atravesando esa etapa, pero también cuando se vio sumido en el pozo nos deleitó con cosas como “Baby Please Don’t Go”, o aquel seminal y profético “Heart Attack”. Siempre me pareció asombroso que el tema final del último disco de Thin Lizzy fuera también lo que provocó el final de su vida.
Y ahora me meto de lleno en lo que nos incumbe, el single Killer On The Loose. Corría la época de Chinatown, uno de mis discos predilectos de los irlandeses, y como muchos ya sabréis la banda se había comenzado a hundir en el agujero sin salida que son las drogas. Sin embargo, esto no les impidió seguir creando diamantes de 24 kilates como este single, cuya portada es majestuosa. Siempre me ha sorprendido como usaron esta portada aquí y no en el LP, una completa pena que mi portada preferida de la banda haya quedado relegada a un single olvidado en un polvoriento baúl.
Todos los que seáis fanáticos de la banda ya conoceréis el tema homónimo. Fue el hit del disco, aunque generó bastante controversia. Esto se debió a que en la letra Phil se puso en la piel de Jack el Destripador para asesinar a varias mujeres. Pero de esto no es de lo que he venido a hablar, ya que si queréis leer sobre esta canción ya tenéis la review del Chinatown, en el que poco después se incluyó.
De lo que he venido a hablar (a parte de a remarcar la figura de leyenda inamovible de Lynott) es de la cara B. “Don’t Play Around” es mi tema preferido de la banda, y eso es mucho decir teniendo en cuenta que son una de mis bandas predilectas y que toda su discografía me parece excelsa. Pero sí, me parece la joya de la corona, que representa todo lo bueno y mágico que tuvo una de las mejores bandas de los setenta. El misticismo con el que comienza, la letra fantástica, esa manera tan inimitable de Lynnot de acometer las estrofas… no hay nada aquí que no sea increíble. Pero sí hay dos cosas del tema que se llevan la palma son esa parte final, con una de las melodías dobladas más bellas que un servidor haya escuchado nunca (si alguien me preguntara que cómo suenan Thin Lizzy, le pondría esto sin dudarlo), y la maravillosa estrofa que aún desde que la escuche por primera vez sigue apareciendo de tanto en tanto en mi mente, obligándome a buscar la canción y escucharla por quincuagésima vez, la cual sigue de esta forma:
“If you give your love to someone and someone treats you bad
If you give your love to someone and someone makes you mad
If you give your love to someone it can be so sad”
“Don’t Play Around” solo tiene dos cosas malas. La primera es que después de escucharla me da pena saber que apenas volveré a descubrir canciones que me hagan sentir tanto. Y la segunda es que se acaba.
Por algún motivo que no logro llegar a entender este tema quedó fuera del Chinatown. Y la verdad es que a mí ese disco ya me parece de 10, pero si hubieran quitado “Having a Good Time” (posiblemente el tema más flojo del disco) y hubieran puesto este, estaríamos hablando de un pepo del 10 no, del 11. Quizás Phil pensó que algo así habría sido demasiado para nosotros y no quiso abusar.
Esta reseña es un homenaje a la memoria de Phil Lynott, uno de los mejores músicos, compositores y poetas de la historia del rock. Aunque tú te fueras hace ya mucho tiempo, tu legado vivirá por siempre.
Phil Lynott: Bajo y Voz
Scott Gorham: Guitarra
Snowy White: Guitarra
Darren Wharton: Teclado
Brian Downey: Batería