
1. Brotherhood of the Snake (04:14)
2. The Pale King (04:51)
3. Stronghold (04:00)
4. Seven Seals (05:38)
5. Born in a Rut (04:57)
6. Centuries of Suffering (03:34)
7. Neptune's Spear (05:27)
8. Black Jack (04:21)
9. Canna-Business (03:47)
10. The Number Game (04:38)
Nuestro 2016 (año al que, metálicamente hablando, he llegado a coger un cariño de la hostia) va tocando ya su final. En un año en que hemos visto bandas, tanto clásicas como de nueva generación, lanzar discazo tras discazo, desde Death Angel y Destruction, pasando por Flotsam and Jetsam y Sodom, hasta Megadeth, Paradox y Protector, se ha dejado vislumbrar mucha y variada calidad dentro de un estilo, como lo es el Thrash Metal, coronándose como género rey este año.
Pero ya estamos en la recta final, y ya podemos percibir un 2017 que se antoja realmente apetecible en cuanto a novedades se refiere: Kreator, Tankard, Overkill, los debutantes madrileños Holycide, que apuntan a maneras... pero, ¡a despertar, coñes! El Thrash Metal es luchador hasta el final, y aún queda trecho para dar la jornada por acabada. Testament, los mismísimos colosos de California, vuelven para dar guerra una vez más y con un nuevo álbum de estudio bajo el brazo, el sucesor de Dark Roots of Earth, el cual lleva por título Brotherhood of the Snake (referencia a la sociedad secreta de mismo nombre y que resulta ideal para centralizar cualquier concepto de un álbum de Metal, más si se trata del de un grupo como Testament).
Dark Roots of Earth fue un disco que no estuvo nada mal, era sobradamente cumplidor, vaya, aunque sí que podría haber demostrado algo más de eficacia según qué temas, aun cuando otros tantos eran verdaderos bombazos. Sea como fuere, el trío magistral de Peterson, Billy y Skolnick vuelve a las andadas con más fuerzas que nunca. La alineación, por cierto, vuelve a contar con instrumentistas ya conocidos en la formación californiana, presenciamos el retorno del batería Gene Hoglan y el bajista Steve DiGiorgio, sendos músicos que desempeñaron un papel sobresaliente y fundamental en Demonic y The Gathering, respectivamente.
Tenemos a la banda y a la formación que retorna como nunca. A la hora de confirmar con rotundidad lo bien que caeremos en Brotherhood of the Snake, el colofón despunta en la producción y masterización y mezcla del LP de la mano de las aunadas fuerzas de los también conocidos Juan Urteaga y Andy Sneap. Lo último para colmar el vaso es esa portada, obra del artista israelí Eliran Kantor (Evile, Fleshgod Apocalypse, Master, Kataklysm), la cual no hace más que provocarnos, incitándonos, “escúchame ya, no lo posterguemos más, que soy el mejor álbum de Testament desde The Formation of Damnation. Y, ¿sabéis qué? La muy cabrona no miente, esto es música Thrash de la buena, con la malignidad de sus obras clásicas de los 80’ y la infernal fiereza que da sus toques orientados a álbumes como The Gathering, bebiendo lo suyo, también, de The Formation of Damnation.
Pulsar el play es como despertar a una bestia que lleva dormida cuatro años. Testament atruenan al abandonar su letargo con la honorable canción homónima, Brotherhood of the Snake, ataque súbito de Thrash, directo y brutal, y con un final más grandilocuente, pero más agresivo por la dualidad gutural generada (Chuck Billy, por supuesto, vuelve a demostrar por qué la suya es una de las cuerdas vocales más poderosas de la historia del Thrash Metal).
A su vera, y a ritmo taimado, The Pale King nos embauca con sus diversas facetas, yendo desde la más alta agresividad hasta el medio tiempo más temible. Mientras, Stronghold supone todo lo que se podría esperar de unos Testament en un estado de forma que, simple y llanamente, acojona.
Avanzamos con Seven Seals, de riffeos punzantes y afilados cuya potencia va en aumento segundo a segundo para desembocar en un gran estribillo marca Billy.
Por su parte, Born in a Rut logra estremecer a uno a la hora de perderse en sus pasajes más oscuros, con esa atmósfera sucia, destartalada y problemática que la conforma.
Pero, ¿quieres saber lo que es bueno de verdad? Centuries of Suffering, tela fina, sí señor. Emblema sonoro clásico, batería infestada de blast beats (Gene Hoglan, damas y caballeros), una agresión auditiva en toda regla y, sobre todo, el momentazo del minuto 2:01. De ahí es nada.
Pasando al séptimo track, tal vez pueda parecer, en primera instancia, que Neptune’s Spear igual empequeñece un tanto con respecto a lo escuchado con anterioridad. Sin embargo, según aumenten las escuchas, se llega a apreciar cómo la canción se va cerniendo sobre su descabezado público, un auténtico gustazo. Además, y por si fuera poco, aquí podremos hallar el solo de guitarra más bello del álbum.
Sujétese quien pueda, que, con el tramo final del disco, se acercan curvas repletas de peligro. Bestial cómo, en un instante fugaz, nos despachamos monstruos de la talla de esa Black Jack (con esa entrada de punteos triunfal, su machaque aplastante y un grandioso instrumental tan largo como consistente), Canna Business (bastante melódica pero que no rechaza el ahondar en parcelas más oscuras y tonalidades más graves a nivel vocal), y, por encima de todas, sujetando las riendas desde la cima inconquistable, la magnífica The Number Game, Thrash de madera épica y con un avance majestuoso; un simbionte perverso entre The Gathering y The Formation of Damnation, con ciertas dosis extra de The Legacy. Con un par.
La cosa está clara. Existe una gran diferencia entre cómo funcionan los Testament y cómo lo hace buena parte de la escena actual de Thrash Metal. Hoy día, mucho se intenta emular el sonido clásico y ese espíritu que desarrolló todo un estilo, séase una manera de entender la música desde otra dimensión y perspectiva, entre la segunda mitad de la década de los 80’ y los primeros años de los 90’ (algo que no me parece mal, todo lo contrario, y buena tanda de grupazos y discotes han salido en rama a este neo-movimiento). Pero Testament no, no emulan ni imitan nada, por la simple razón de que ellos VIVEN el Thrash, y por las venas de la formación estadounidense fluye la sanguinaria energía del estilo que, tiempo ha, marcó a toda una generación, y que aún sigue haciéndolo, sorprendiéndonos en cuanto uno menos se lo espera gracias a discos como el que tenemos entre manos.
Brotherhood of the Snake es la confirmación de una banda que vive como nunca. Esta novedosa colección de diez nuevas canciones (muchas de las cuales, como Centuries of Suffering, Stronghold o The Number Game, podrían suponer la fina línea entre la vida y la más certera muerte en un directo de Testament) son las pruebas fidedignas de que estamos ante un trabajo que sabe con qué cartas se está jugando, cómo lograr un disco sólido, variado y emocionante para, finalmente, erigirlo como un claro punto de referencia dentro de la discografía de Testament de cara al futuro.
Estamos de enhorabuena aquellos que esperábamos con ansias lo nuevo de esta gloriosa gárgola de la vieja escuela. Cuatro cornamentas enormes (9.1/10) para los mejores Testament que cabría esperar. Cabreo y furia, acero y llamas. Indispensable para todo seguidor de Testament que se precie.
Sin duda, Brotherhood of the Snake es el mejor disco de Thrash editado en 2016 por una figura old school, junto al Dystopia de Megadeth y el homónimo de Flotsam and Jetsam. ¡Putos reyes del mundillo, cómo se nota!
Eric Peterson / Guitarras
Alex Skolnick / Guitarras
Chuck Billy / Voz
Gene Hoglan / Batería
Steve DiGiorgio / Bajo