Stray Cats - Built for Speed

Enviado por Heartbolt el Jue, 04/10/2018 - 18:31
4203

1. Rock This Town (3:28)
2. Built for Speed (2:56)
3. Rev It Up & Go (2:31)
4. Stray Cat Strut (3:18)
5. Little Miss Prissy (3:03)
6. Rumble in Brighton (3:17)
7. Runaway Boys (3:03)
8. Lonely Summer Nights (3:21)
9. Double Talkin' Baby (3:06)
10. You Don't Believe Me (2:58)
11. Jeanie, Jeanie, Jeanie (2:22)
12. Baby Blue Eyes (2:49)

Álbum completo

Nostalgia… la hermosa nostalgia. ¿Qué sentido tendría la vida, pues, si no estuviéramos a cada rato recordando cosas?

Recordar es vivir.

En un tiempo que jamás volverá, donde no existía ni el internet ni los atisbos postmodernos que nos invaden en nuestra era, la música tenía otro sentido. No eran los años en que cualquiera abría un novedoso aparato de estos, presionaba una determinada cantidad de letras y luego tenía el mundo musical a su completa disposición. Eso antes no era así.

Pocos lo recuerdan.

En una era que le seguía al mayor conflicto de la historia, una tensión entre las dos naciones más poderosas, las consecuencias de la migración masiva y la lucha de los afroamericanos para tener los mismos derechos que los blancos, la música era una plataforma a la que sólo tenían acceso los más afortunados, o aquellos negros tan oprimidos que reciclaron lo poco que derrochaban los masturbateclados occidentales y europeos para luego hacer su propia versión de ello, creando con el tiempo el Jazz, el R&B y también el Rock ‘n’ Roll.

En esos tiempos de peinados raros, helados de bananas y fresas, Cadillacs, AMCs y Bentleys, los chicos trabajan de obreros para adquirir una Gibson 175 roja –porque parecía que nadie quería de otro color– y trataban de ejecutar alguna nota de aquellos guitarristas que marcaron un antes y un después, como Charlie Christian o Robert Johnson.

Esa actitud desenfadada, colérica y creativa de los negros influenció a más blancos de los que pudieron alguna vez haber conocido y enseñado de verdad. De esa pasión vinieron otros gigantes, inspirados en ellos. Razón no le faltaba a John Lennon cuando dijo que si el Rock ‘n’ Roll tuviera nombre, ese sería Chuck Berry.

Elvis Presley, el blanco negro, como solían decirle, masificó el Rock ‘n’ Roll entre la parroquia caucásica, siendo la conexión entre un mundo y otro. Su tupé, sus movimientos sensuales y sus quintas emocionaban a las chicas más traviesas, acompañado también de esos BILL HALLEY AND HIS COMETS, supieron involucrarse y enseñarle a aquellos niños que eran Brian Setzer, Lee Rocker y Slim Jim Phantom como rockear siendo blanco y no aparentar que estabas robando composiciones ajenas.

Estos tres chicos se conocieron en la preparatoria y formaron un grupo dedicado a revivir aquella pasión rocanrolera que parecía haber perdido su rumbo inicial, pues unos lo hicieron todo a la parafernalia, con canciones cada vez más y más largas, y los que supuestamente buscaban regresar a las raíces terminaban promoviendo movimientos anarquistas y desestabilizadores. Ni los unos ni los otros pudieron, entonces STRAY CATS (anteriormente THE TOMCATS), que se traduce como los “gatos extraviados” (o callejeros y embaraza-gatas), debía ser la máquina del tiempo viva.

Los 80’s pueden ser sinónimo de Hard Rock (o Metal glamoroso), Dance Pop, Thrash y Metal Extremo, pero no muchos relacionan a esta década con un revival de ese Rockabilly que pareció haberse diluido con los años, a favor de músicas más elaboradas y propias.
STRAY CATS, quienes no consiguieron éxito en su país natal, EE.UU., se dirigieron a Inglaterra, donde recibieron mucho apoyo y pudieron producir dos discos que fueron muy bien recibidos, siendo premiados con ovaciones y ese público menos tragón que el americano promedio.

Built for Speed es la recopilación de los mejores temas de esos dos discos (The Stray Cats y Gonna Ball, ambos del 81). Un ataque listo para sus tierras norteamericanas que los recibió gratamente, sintiéndose orgullosa de haber engendrado gatitos (que evidentemente escaparon gracias a su maltrato, de ahí el chiste) que se convirtieron en feroces panteras negras y con su nivel a medias de Country, Folk, Blues, Jazz, Rock ‘n’ Roll y peinados a lo Elvis 1956, demostraron cuál era la esencia primigenia que su madre había perdido.

A veces nos quedamos estancados en eras, pero no porque nos obligan, sino porque así lo queremos. En medio de todas estas locuras que vivimos día a día, en donde la inocencia se corrompió hace rato, las personas sólo buscan la idealización propia del ser y nadie ayuda a nadie, muchos emigramos al pasado, donde habían errores, cosas peores, pero también mayor humanidad y cosas evidentemente mejores.

Quizás STRAY CATS sentían lo mismo, quizás los 80’s con sus lacas y rímel, barbas rasposas y Thrash pa to’ mundo no era lo que querían, y en los 50’s estaba su refugio. Y así lo sintieron, y se vistieron así, tomaron instrumentos que no los quería ni el perro, y estamparon canciones que hacen viajar por el tiempo.

Los 80’s y los 50’s están conectados de alguna manera, y 1985 presenció a una película que termina de aclarar esos paralelismos. 50’s fueron más diversión que evolución, así como los 80’s, pese a que en ambas décadas hubieron revoluciones. En ambos casos la gente iba más calmada; no querían meter 500 teclados o dobles bombos sin antes haberse aprendido el ABC persa en el contrabajo.

Tiempos que marcaron un antes y un después.

Y desde un taller de autos Hot cubanos se nos presentan. Tres jóvenes rebeldes, con sus peinados paradójicos, sus ropas ocurrentes y esas miradas tipo “¿qué deseas, nena?". Built for Speed (Hecho para correr) es ese título que nos muestra de qué van, qué hacen y qué nos quieren mostrar.

Y es que la tipografía que usan, tan revoltosa, y su icónica mascota que representa a un gato rocanrolero con ojos a lo Metro-Goldwyn-Mayer que te miran con lascivia, le dan pasión a este disco. Que empieza con un Country bien eléctrico, y se convierte en uno de los clásicos de la agrupación Rock This Town, lleno de progresiones muy típicas del Blues, por no hablar de una batería compuesta de un bombo, una caja y un platillo, además del contrabajo (Aquí no necesitamos Precission Bass ni nada de eso).

Las canciones de este disco están llenas de diversión, metáforas heredadas del rocanrol primerizo, modismos y palabras inventadas. Built for Speed es un grandioso arranque que nos recuerda a los coches de aquellos años, las nenas de piernas cuasi tapadas encimas del Hot Road y los calendarios a lo Roswell. Pero seguimos con Rev It Up & Go, y es en donde el estribillo es esa magia que desprende Papa Noel cuando entrega su regalo de peluquines a lo Elvis en Septiembre. Tres instrumentos, tres chicos, tres visiones de una vida que no era así en 1980, pero, ¿qué diablos?

Amaban traerla hasta nuestras mentes...

Otro clásico es Stray Cat Strut que es para llorar de la emoción con semejante derroche de Blues y Doo-Wop con los chasquidos de dedos, el contrabajo que se roba la pieza y el solo majestuoso y atmosférico que entra cuando le toca. Con una letra de esas de pavoneo, sensualidad y ese canto de cisne de Setzer cuando delinea “Singin' on Blues… with a lady cat strut”. Superen eso, colegas. No se puede. No se puede escapar de esas escalas tan maravillosas y te hace preguntar cómo en tres minutos ya eres un alley cat listo para saltar sobre tu amada compañera felina. Así es el amor de los cincuenta: a lo STRAY CATS.

Pero la suavidad y el amor regordito se acaba con Little Miss Prissy, uno de los cortes más rockeros y guitarreros del disco. Setzer ya no emite tiernos ronroneos, ahora maúlla a altos niveles de distorsión ácida. Uno de los mejores cortes del disco. Y ese estribillo cantado entre los tres se te queda grabado en la sesera hasta que ya te has fumado el solo cientos de veces. Cuando pasa frente a ti una muy joven chica que invita a cualquier cosa. Porque así son algunas, pequeñas señoritas melindrosas que a chicos como yo nos ponen a revolvernos con nuestras guitarras y a gritar su nombre bien alto. No hay piedad para los condenados, afirmaban STRAY CATS en este corte. You're a little miss prissy, and you love our nights in my car...

La mitad del disco se refuerza con una dupla muy fuerte entre Rumble in Brighton (que no ‘Rumba’, aunque sea algo parecido) y Runaways Boys. La primera empieza con fuertes porrazos a la batería y enseguida una atmósfera ruda que nos habla de una gran fiesta nocturna que no termina, y que estos tres gatos nos la reproducen como si fueran los presentadores montados sobre la tarima. Runaways Boys fulge como la continuación de la fiesta, después de la resaca, de las chicas que arrojaron sus bragas hasta las rodillas y cuando la policía llega a la plaza central de algún pueblo por ahí metido en Alabama. El escape, la fuga, la falta de orden que caracterizaba a los chicos de los 50’s, aunque estaban en los 80’s…

Una mención aparte merece la espectacular Lonely Summer Nights, una hermosísima muestra de un Jazz blusero. Built for Speed puede ser un disco “básico”, pero no por ello previsible, y esta pieza explica cómo el Rock ‘n’ Roll también tenía en su vena a estas ramas que cuando McFly no interpretaba Johnny B. Goode a lo Van Halen, el saxofón tenía espacio para hacer de las suyas, junto a un teclado precioso y una letra que nos cuentan el amor y su fuga. Sin duda una de las curiosidades más grandes e inéditas de un disco de esta clase, teniendo en cuenta el año y la orientación del mismo. Momentos grandiosos que uno jamás olvida.

Double Talkin’ Baby nos regresa a la tierra con mucho potencial, nos hace girar el brazo a lo Elvis y enviando descargas eléctricas a todas las damas de algún local cincuentero, en los que estemos tocando con una guitarra prestada por negros de alguna banda sonora. Cabe destacar que la canción es un cover de Danny Wolfe.

You Don’t Believe Me siempre me recordará a Blues for Hawaiians de Chuck Berry por la manera en que empieza. Del resto, un gran corte de tendencia blusera que nos hace batir la mano con mucho carisma, recordando los tiempos de chucherías en camiones rodantes y bicicletas triples. Y Setzer nos habla de aquellos años cantando 'cause I try, and I try, and I try… and you don’t believe me.

El disco cierra con dos covers. El primero Jeanie, Jeanie, Jeanie, de orientación más Country y Folk veloz, pero que se convierte en un agradable paseo por una carretera árida, escuchando a estos CATS por la ruta del medio entre tanta sublevación de policías. Y finalmente culminamos con Baby Blue Eyes, una pieza más moderna y que nos recuerda a los 90’s, siendo en contraparte futurista y adelantada, y si no lo crees… que te lo explique Phantom y esa batería de ritmos progresivos que luego se meterían en las venas de los chicos finlandeses y su Power de dragoncitos arcaicos. La canción nos habla de los ojos de una nena muy triste, y el hombre le dice “bueno, tus ojos podrán denotar mucha tristeza, pero siempre que me ves… todo se hace más bonito”.

Conseguir este disco hoy en día es muy complicado, pero en su tiempo se vendió como agua y pan. Quizás lo consigas en Las Vegas, o en alguna tienda de Jersey, no lo sé. Sólo sé que este vinilo (como el que yo tengo) es impresionante y suena como si en realidad estuvieras en los cincuenta. Podemos oírlo y saber apreciarlo, pero es tan difícil si no lo tenemos a la mano… son esas cosas que desprenden nostalgia. Recuerdos a cosas tan bellas que no vivimos, pero que podemos imaginar y sentirlas en el fondo de nuestros corazones sin consuelo.

Built for Speed es sólo uno de los varios discos de los STRAY CATS, pero gracias a su mixtura, su capacidad de hacerte bailar y lo complejo de un concepto básico que demuestra con tres instrumentos más que la filarmónica de Viena, estamos hablando de su mejor material. Un álbum impresionante y muy disfrutable que pocas veces ocurre así.

De acuerdo, es un “compilado”, pero qué compilado…

Nostalgia, melancolía, saxofón tenor, lady cats, conciertos en pubs al sur de los Estados Unidos, automóviles de La Habana, postres exageradamente dulces, romances pasajeros y las ganas de seguir hacia adelante… eso es Built for Speed.

Ojalá hubieran más discos como este.

Básicos, sí, pero que son un fiel reflejo del amor espiritual que nos trasmite la música que amamos: el Rock 'n' Roll.

"¡Es que han hecho lo que está equivocado! Piensan que tocar duro y rápido lo es todo, pero no es así. La música hay que sentirla, dejar que te vibre, que se haga parte de ti. Por eso no hacemos 'Metal', hacemos Rock 'n' Roll".

-Lemmy Kilmister (MOTÖRHEAD).

Valoración: 9.0

Brian Setzer - Voz y Guitarra.
Lee Rocker - Contrabajo, Saxofón y Coros.
Slim Jim Phantom - Batería, Piano y Coros.

Sello
Arista Records