
1. The World, the Flesh, the Devil (5:04)
2. We Were Never Here (06:09)
3. Serpents Are Rising (04:56)
4. Poisoned, Blessed and Burned (06:55)
5. Demons (06:44)
6. To Her Darkness (06:11)
7. Dance of the Adversary (07:56)
8. On Burning Paths (13:44)
Si el heavy metal goza de buena salud en la actualidad, en parte, se lo debemos a bandas como In Solitude. Parte de una generación de jóvenes que, hace algo más de 10 años, consiguió devolver una dignidad al heavy metal tradicional que, aparentemente, había perdido. La banda de los hermanos Åhman, junto a otros como Enforcer, Portrait, RAM, Bullet y más veteranos como Wolf, consiguieron desde Suecia, dónde podía ser si no, reivindicar una forma de hacer música que parecía olvidada y, lo que es peor, denostada. Aunque nunca le di del todo la espalda, yo mismo me encontraba totalmente inmerso en la escena extrema hace unos 15 años y no era extraño ver a otros correligionarios cachondearse de mí por escuchar a Running Wild, Dio o Accept al mismo tiempo que a todos los imitadores de Burzum y Darkthrone que poblaban el universo black metal. Así eran las cosas.
Pero, cierto día, la cosa cambió. 2008 debió ser el año clave. Con la estruendosa irrupción de Enforcer e In Solitude en la escena metálica europea, muchos de los que habíamos perdido cierta fe en el heavy metal y pensábamos que todo lo que podíamos disfrutar dentro del estilo se hallaba anclado en un pasado remoto, comprobamos como había una generación que ondeaba con orgullo una bandera que parecía hecha girones. Los Maiden, Judas, Accept, Mercyful Fate y otros muchos más desconocidos pasaban a ser las referencias obligadas de unos muchachos cuyo objetivo no estaba en desafiar a la velocidad de luz ni en parecer más malvados que el mismísimo Satanás, si no en componer buenas canciones, como se había hecho toda la vida.
Así, de primeras, The World. The Flesh. The Devil, segundo trabajo de los de Uppsala, me decepcionó. Esa mezcla entre Mercyful Fate y Maiden del debut me cautivó desde el primer día, pero en este segundo trabajo todo rastro de accesibilidad fue borrado. Tema más largos, con estructuras menos convencionales, que no más técnicas, una producción extraña, seca, con un sonido de guitarras algo confuso y embarrado y una batería que sonaba a local de ensayo. Si los In Solitude del debut eran una luminosa noche de luna llena, hombre lobo incluido, en The World. The Flesh. The Devil se habían convertido en una noche fría, desagradable y neblinosa con la cosa del pantano al acecho.
El tema título irrumpe a buen ritmo con un solo muy a lo Killers y la voz de barítono del hermano menor, Pelle, que suena mucho al King Diamond menos agudo e histriónico. No es el mejor cantante del heavy metal, pero sabe estar perfectamente en su sitio tejiendo pegadizas melodías y lanzando ocasionales gritos guturales que sugieren la procedencia extrema de estos chicos. Se ve que son de aquellos que hicieron el camino de ida y de vuelta, como nos pasó a otros, descendieron al infierno más oscuro para volver a la luz, pero algo se trajeron del otro lado. Hay mucho aroma Maiden en este entrante, aunque no caen, para nada, en el terreno del facsímil y mantienen una personalidad oscura muy evidente.
El poso black se deja entrever en el riff de entrada de We Were Never Here y su intenso ritmo de batería, pero el ejercicio central es puramente heavy. En la infecciosa Serpents Are Rising recuperan el gancho que parecía algo perdido desde el debut con un tema muy pegadizo y dinámico, siempre impregnado de ese halo de oscuridad que me empieza a hacer pensar en algunas influencias menos metaleras. Ahí residía una de las grandes virtudes de estos In Solitude que nos dejaron tras tres únicos trabajos. Si bien su debut parecía muy anclado en la tradición, en este segundo álbum se podía ver ya una especial habilidad para combinar convenciones propias del heavy metal más clásico con aspectos de otros mundos. Quiero ver yo influencias del black metal muy propio de su país, combinadas con un aura gótica de origen británico, algo en lo que ahondaron todavía más en un Sister que, dos años después, los apartó peligrosamente de la ortodoxia metálica.
Las acústicas hacen aparición en Poisoned, Blessed and Burned para lo que parece, de entrada, un tema más doomy, pero que va ganando intensidad conforme avanza y que lo convierte en uno de los más inspirados del álbum. Son casi siete los minutos que dura el tema y dejan clara cierta tendencia épica en toda el álbum, con seis de los ocho cortes superando los seis minutos. Podría resultar pesado, como me suele ocurrir con cualquier álbum de casi una hora como este aunque, sinceramente, no es este el caso. Algo tienen las dinámicas de los temas, la forma de fluir con parsimonia, la naturalidad de los cambios de ritmo, las diferentes atmósferas... que mantienen al oyente ahí enganchado y no invitan a la pausa ni al cambio. Demons sigue con ese ritmo cadencioso y tiene una sencilla melodía central irresistible que me recuerda incluso al gran Gregor Mckintosh. No hay espacio para el virtuosismo inútil en The World. The Flesh. The Devil, sí, en cambio, una escrupulosa atención al detalle. Una cuidadosa elaboración de arreglos y melodías que acabará por captar la total atención del oyente. Este álbum requiere un ejercicio de "mindfullness” musical, nunca se tratará de música ligera para ascensor.
Le tengo cierta manía a To Her Darkness por sonarme demasiado al Opus Eponymous de Ghost, así que suelo hacerle menos caso hasta la embestida final con las largas Dance of the Adversary y On Burning Paths, mucho más densas e interesantes. Especialmente esta última, con sus trece agónicos minutos, se me antoja como una oscurísima revisión de aquel enorme Melissa de Mercyful Fate (el tema) pasado por el personal filtro de In Solitude, en que la influencia de los daneses conviven con bandas más y menos oscuras de la NWOBHM, el proto doom de los 70, el gótico de los 80 y el metal extremo. Me encantan estos álbumes que no te dejan indiferente con su último tema.
Está claro que me gusta el álbum, ¿verdad? Hace poco revisé una reseña hecha justo 8 años atrás en la que lamentaba su evolución respecto al debut. Hoy no puedo decir más que lo contrario. Mientras In Solitude se me ha hecho viejo con su falta de personalidad, The World. The Flesh. The Devil no ha hecho más que crecer con los años. Le podría dar los cinco cuernos, pero no lo voy a hacer por una simple cuestión de decoro (y por To Her Darkness), creo que tampoco hay que soltarlos sin ton ni son. Aunque tampoco pasaría nada si lo hiciese. Muy cerca del sobresaliente, señores.
- Hornper: voces
- Niklas Lindström: guitarras
- Henrik Palm: guitarras
- Gottfrid Åhman: bajo
- Uno Bruniusson: batería