
1. The Beginning of the End (0:36)
2. The Clerical Conspiracy (5:38)
3. Advent of Insanity (2:28)
4. Do Dark Horses Dream of Nightmares? (6:24)
5. The Best of Enemies (8:14)
6. How Have the Mighty Fallen? (8:17)
7. Wildfire (4:39)
8. Mythistory (6:48)
9. Happy Never After (1:02)
A uno siempre le da así como un cosquilleo chungo, cuando ve como algo que debía haber hecho hace muchísimo tiempo sigue pendiente mientras se hacen entretanto otras tantas cosas quizás menos importantes. Los humanos somos bestias curiosas y creo que nunca entenderé porque somos como somos, pero vaya, el tema es que eso es exactamente lo que me pasa cada vez que, sorprendido, me percato de como esta obra cúspide del género Thrash Metal sigue sin ser desvirgada en nuestro ya nutrido Portal. No hay excusas que valgan al respecto, lo reconozco, pero como ya todos ustedes saben: Nunca es tarde si la dicha es buena, y esta vez, lo es y un rato largo.
No lo alargaré más de lo necesario: Estamos hablando, evidentemente, del segundo trabajo de los veneradísimos británicos SABBAT (Nottingham, 1985) y creo que no me equivoco si afirmo también: Uno de los mejores trabajos dentro de su estilo, al punto que el mejor disco de Thrash Metal jamás parido en las Islas Británicas y casi por extensión, todo el viejo continente.
Llevando estampado el sello de Noise Records, difícilmente iba tratarse la cuestión de un truño o siquiera un honrado esfuerzo de los de medio pelo, pero no es ese obviamente el caso que hoy estamos abordando, sino bastante antes lo contrario. ‘Dreamweaver’ tiene algo, al margen de su alucinante música (que al fin y al cabo es lo importante), que no todos los discos pueden presumir tener, y eso no es otra cosa que la mágica sensación que transmite incluso sin estar pinchado (en el plato o la bandeja), cuando uno lo tiene en sus manos y contempla absorto su majestuosa portada o carpeta, como personalmente preferiría llamarlo, ya que éste es un disco que hay que tenerlo sí o sí en formato vinilo. Exactamente como sucede cuando tienes un ‘Powerslave’ en las manos, ‘Dreamweaver’ es un curioso artefacto que empieza a ejercer fascinación incluso antes de utilizarlo, y eso amigos, es algo simplemente al alcance de escasísimas obras. Luego ¿qué duda cabe? la cuestión hay que refrendarla mediante la música que encapsula el continente, porque si un disco se sustenta únicamente en su portada lo que tenemos no es otra cosa que un jodido póster con forma de cuadrado, pero que nadie se alarme antes de tiempo, porque lo que representa ‘Dreamweaver’ no es tan solo un extraordinario álbum de Thrash furioso y honesto, sino también un trabajo clave dentro del género y ni qué decir tiene: Una de las demostraciones de genio y talento más apabullantes nunca antes brindadas por ningún vocalista en el -hoy ya yermo y árido- planeta Thrash Metal.
Lo de Martin Walkyer sencillamente es que no tiene nombre, y es que tanto a nivel de cómo el hombre reparte sus versos y por supuesto de cómo los escribe, este hombrecillo –por su talla lo digo- no es sino un ciclópeo titán que al que os escribe le ha puesto los pelos de punta cada vez que he pinchado éste atroz compendio de himnos thrashers, además de –por supuesto- con su primera entrega, ‘History of A Time to Come’. Es cierto que toda la batallita entorno a las complejas letras del disco le vino dada al tipo a través de la obra de Brian Bates ‘The Way of Wyrd’, pero si a alguien –leyendo las letras de Walkyer- se le pasa por la cabeza otra cosa que no sea que el hombre es un crack, es que no tiene más criterio que un jodido papagayo.
La verdad, entrar a valorar la tarea letrística del menudo Walkyer se me antoja poco menos que imposible (dado lo vasto del trabajo), aunque eso sí, donde sin duda voy a detenerme es en el estilo del hombre cantando, y es que yo no he oído una cosa igual en la vida. Vamos a ver: Al margen de la voz que pudo tener el tipo -agresiva, potente y carismática como pocas- aquí hay un tema básico y es cómo el hijo de perra juega, malea y ensambla sus líneas vocales en el conjunto de tal manera, que pareciera como si su mismísima voz fuera otro instrumento. Pero ojo, que no sólo es eso, sino también la velocidad absolutamente infrahumana con la que ejecuta el muy pájaro. Me explico: Cantar, imagino que nunca es fácil, pero el encaje de bolillos realizado por Walkyer en este insondable ‘Dreamweaver’ es sencillamente desconcertante. Yo, la verdad, no alcanzo a entender completamente como siendo algunos versos tan largos, pueden llegar a caber enteros en cada estrofa que encorseta a la música, pero el tipo lo hace, y no por arte de birlibirloque, sino por la increíble habilidad que tiene para encadenar unos versos con otros y su dominio absoluto de la métrica, por otra parte, absolutamente incomparable con la de ningún otro cantante dentro del género. Luego, evidentemente, está la música que también tiene su peso y tal, pero claro: es que en esta otra parcela el amigo Sneap tampoco es que anduviera precisamente cojo (Jones todavía menos), luego lo más lógico, después de todo, es que este disco terminara siendo la burrada mayúscula que uno puede escuchar.
No hay vuelta de hoja. Porque incluso abarcando la introducción (brillante, y más difícil todavía: con sentido) y el epílogo que flanquean al resto del disco, toda la obra rebosa calidad, genio y ferocidad devota para con los preceptos thrashers más ortodoxos, a pesar de la brillante incursión acústica de ‘Advent of Insanity’. Como decía, no existe posible vuelta de hoja, porque todo, absolutamente todo es irritante perfección salvo por algunos aspectos de índole técnica (de sonido, vaya), pero que al fin y al cabo quedan sino en mera anécdota cuando estamos hablando de himnos imperecederos como la abrasiva ‘The Clerical Conspiracy’ (el riff que despega en 4:19 no es aconsejable escucharlo sin una bombona de oxígeno cerca), la infinita en matices ‘Do Dark Horses Dream of Nightmares?’ (Donde Walkyer se cruje a gusto subiendo y bajando por entre las diversas estrofas), la irremediablemente memorable ‘The Best of Enemies’ o el torbellino sónico encarnado por la iracunda ‘Wildfire’, sin olvidar por supuesto a la titánica ‘How Have the Mighty Fallen?’.
En definitiva, poquísimo más se le puede pedir a un álbum, y eso por no decir nada, porque dejando a un lado el genio creativo sin límites de esta gente, su talento innegociable en cada instrumento, la voz más increíblemente alucinante que uno pueda imaginar, unas letras casi de categoría literaria y una portada de esas que casi te manchas ¿Qué más se le puede pedir a Metallian? Pues igual una mejor producción que terminara de redondear el pack, pero oye tú: doy las gracias de que el disco exista y no le doy ni una vuelta más al asunto.
Fácil. ‘Dreamweaver (Reflections of Our Yesterdays)’ se lleva un 9.7 y no hay más que pelar.
Martin Walkyier: Voz
Andy Sneap: Guitarra
Simon Jones: Guitarra
Fraser Craske: Bajo
Simon Negus: Percusiones