Sólstafir - Masterpiece Of Bitterness

Enviado por MetalPriest el Mar, 22/07/2014 - 22:31
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Hay momentos en que la vida te pone a prueba. Momentos en que el camino hacia tus sueños se hace cuesta arriba, incluso imposible de atravesar. Las adversidades te golpean una y otra vez y parece que nunca vas a salir del paso. Todos hemos sentido el castigo de esa sensación, hemos sentido la impotencia e incluso nos planteamos rendirnos en nuestros propósitos. Eso mismo, es lo que le pasó a los islandeses Sólstafir durante una buena tandada de años.

Imagínense: La banda se fundó en 1995 con el objetivo de fabricar un black metal salvaje, dotado de fuertes rasgos paganos y algún deje punk. Los nórdicos estos compusieron temas... más y más temas, y llegado el momento decidieron que ya bastaba de grabar demos y se propusieron sacar de una vez por todas su primer álbum, lo que se convertiría en su mayor hazaña en toda su existencia. No lo digo por el hecho de que el disco fuese la panacea... (de hecho me parece poco más que disfrutable), lo digo porque fue toda una odisea lograr sacar el material de aquel Í Blóði og Anda al mundo (ya en el 2002). Cuando toque reseñar sobre su debut lo explicaré largo y tendido, no se apuren. Lo que realmente importa hoy aquí, es la actitud, voluntad y ansias de superación de estos Sólstafir, ese esfuerzo titánico para conseguir dar el paso desde su debut a esto: al jodido Masterpiece of Bitterness. Vale, de entrada el título suena arrogante que te cagas, muy orgulloso. Pero puedo asegurar y poner la mano en el fuego a que este álbum no va dejar indiferente ni al apuntador.

Lo que por aquí uno puede llegar a encontrarse no hay etiqueta o sub-género que lo resuma; tenemos post-black, black metal atmosférico, pagan metal, detalles progresivos, e incluso cierto toque "alternativo" que conjuga fenomenalmente con todo lo demás (que este último adjetivo no me espante a nadie, eh!). También hay que decir que la audición de esta Masterpiece se puede hacer larga, y bastante indigesta si lo abordas sin tomar precauciones. No quiero decir que esto sea una propuesta muy extrema, sucia o indescifrable (de hecho todo lo contrario), lo que intento explicar es que este Masterpiece of Bitterness se basa en buena parte en las monotonías, en atmósferas envolventes y progresiones en momentos acertados. De necios sería decir que este álbum no tiene magia. Joder si la tiene, y no poca. Aunque ya os digo: son casi setenta minutos en siete canciones, así que los que no tengan paciencia (o tiempo) para obras de esta envergadura mejor que se den la media vuelta porque van a pegarse un buen tortazo, sobre todo con la primera pieza I Myself the Visionary Head, que son ya veinte minutacos sin concesiones.

Un apunte extra: La música de Sólstafir está inspirada en los paisajes islandeses, en esas playas gélidas de arena volcánica adornadas con cielos límpidos y hermosos. Es una visión bella, bastante digna de ser fuente de inspiración. Islandia es un país precioso, y eso se refleja mucho en la música de los grupos ambientales que triunfan por esos lejanos parajes.

... Como decía antes, I Myself the Visionary Head es la que abre, con la colaboración de Hlín Pétursdóttir sacando los registros más operísticos que jamás escuché en un tema de metal. Ya así de primeras nos damos cuenta de que no estamos ante algo normal... Las guitarras la siguen, con la misma melodía, y la batería arranca cabalgadora. La cosa se pone en marcha, con un Aðalbjörn pletórico en el micrófono. Rompiendo todos los esquemas del canto en el black metal (o sucedáneos). La canción acaba por llegar a un momento mágico, en el cual la música deja de avanzar en pos de la creación de una atmósfera preciosista que nos evoca a esas cristalinas aguas de las playas islandesas, esas arenas milenarias ahora bañadas por el océano. Directos a la eternidad. Un primer track que exige de enorme paciencia y de una audición en un momento receptivo. Sin tapujos: lo mejor del Masterpiece of Bitterness.

Nature Strutter sigue la tónica, más dinámica y metálica. Ganando intensidad y mostrando unas geniales melodías. Llega una simple pasada por encima a cualquiera de estos temas para darse cuenta de que lo que esconden Sólstafir no es música oscura, es más bien todo lo contrario: dan una sensación de brillantez, como de un tenue rayo que irrumpe entre las nubes en un día nublado. La tercera pieza, Bloodsoaked Velvet es otra de mis favoritas, ya que porta una intensidad bastante clásica, deudora de los Darkthrone del Transilvanian Hunger por ejemplo pero siempre sonando a algo actual, y sobre todo con originalidad. Atentos al guiño a Chemical Warfare de Slayer del minuto 3:18 y su desarrollo. Los jodidos islandeses se apropiaron del afamado riff y lo hicieron suyo con una elegancia elogiable. Dudo que alguno de vosotros haya escuchado algo que suene como Sólstafir, y más que nada porque no creo que existan muchas bandas como esta.

Ljósfari blande el preciosismo que caracteriza a Sólstafir y nos desenvuelve unas atmósferas sentidas, tratando de mantener con delicadeza las armonías, sin caer en monotonías ni nada parecido. Lo mismo se podría decir de Ghosts Of Light, otro enorme corte que vale la pena catar y volver a repasar, pues es épico y elegante hasta decir basta, con su toque black atmosférico-arrollador, ya os hacéis una idea si fuisteis pinchando las canciones anteriores, supongo. Enorme trabajo instrumental. Ritual Of Fire por su contra, se alza más melódica y lenta, con sus catorce minutacos de recreación ambiental. Muy parada a pesar de su enorme belleza. Y es que ya os digo: la música de Sólstafir no es de esas que uno se pone para menear la cabeza, es de esa clase de material que uno se chuta cuando quiere algo atmosférico o que al menos que tenga un aura especial, algo fuera de lo común. Es para dejarse llevar y entrar en una suerte de trance en el que te olvidas de lo que te rodea mientras contemplas el cielo y el astro rey haciendo su trayecto a través del firmamento. No es nada excesivamente elaborado pero no deja de tener un aire progresivo, por muy pálido y leve que sea. Genial desenlace el de a partir del minuto doce, el cual nos da un golpe reminiscente al comienzo de Ghosts Of Light. Nattfari pone el punto final con un deje folkie-sureño metálico. El track más corto de todo el Masterpiece of Bitterness con sus dos minutos y medio... buen cierre.

Si hay algo que uno deba echar en cara a los islandeses en este álbum (y de veras creo que lo hay que hacer), es el metraje de las canciones, porque vale: I Myself The Visionary Head con sus veinte minutos es impresionante, pero temas como Ritual Of Fire o Ljósfari... ¿qué necesidad de hacerlas durar tanto? Son 70 minutos de disco que bien podrían haber quedado en 60-65 haciendo las piezas más llevaderas. De todos modos ya os digo: no hay otra queja respecto al Masterpiece of Bitterness. Es una genial banda sonora dedicada a los paisajes islandeses. En mi opinión esto son cuatro cuernos medios, puede que un poco altos si sabes apreciar esta clase de música; un 8,25. No voy a ser yo como los de la "crítica especializada" que encumbraron esto como obra maestra con ligereza; aunque no niego que algo de eso tiene, ese material con el que se forjan las "Masterpieces".

Aðalbjörn Tryggvason: voz, guitarras.
Sæþór Maríus Sæþórsson: guitarras.
Svavar Austman: bajo.
Guðmundur Óli Pálmason: batería.

Artista invitada:

Hlín Pétursdóttir: voz femenina en track 1.

Sello
Spikefarm Records