Riot - Riot Live In Osaka +2

Enviado por TenzaZangetsu el Jue, 20/02/2014 - 22:03
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1. Flight Of The Warrior - 4:31
2. Tokyo Rose/Rock City - 7:06
3. Storming The Gates Of Hell - 4:20
4. Japan Cakes - 2:32
5. Bloodstreets – 5:13
6. Bobbysan - 5:14
7. Racing With The Devil Down A Spanish Highway - 1:36
8. Maryanne - 5:32
9. Dance Of Death - 5:38
10. Danny Boy Blues - 9:55
11. Thundersteel - 3:59
12. Black Mountain Woman (Estudio) - 5:05
13. Sylvia (Estudio) – 4:56

Tercer capítulo de lo que bauticé como “Las Crónicas de cómo le orinaron en la cara a Mark Reale”. Aquí cubriremos un sector de la historia Riot que, desafortunadamente, nunca fue tratado como era debido: los conciertos en vivo.

Mark Reale y su monolito de Heavy Metal del más alto calibre, Riot, habían demostrado con creces que eran capaces de crear y cimentar álbumes de estudio capaces de estar en el Panteón de las Grandes Obras Musicales. Indiferentemente del cantante, su líder siempre supo cómo maniobrar en la escena para publicar trabajos que apestaban de calidad y nivel. Ahora tocaba demostrarlo en los escenarios y debo decir que nunca han fallado en esa área. Lo que sucede es que nunca han podido levantar ese directo atronador y memorable que sirviera como carta de referencia a la hora de presentarse a los aficionados. No que no lo hayan intentado, debo señalar.

Luego de años, décadas, de nadar contra la corriente musical, Mark Reale, a finales de los 90s, se hallaba en un momento artístico extremadamente dulce. Luego de dos soberbios trabajos de estudio con sus eternos Riot en la forma de Inishmore y Sons Of Society, además de un fenomenal directo apropiadamente titulado Shine On, Mr. Reale decidió montar un proyecto paralelo de talante más Hard Rock conocido como Westworld con el extraordinario vocalista de TNT, Tony Harnell. Sus dos primeros trabajos, Westworld y Skin, grabados y publicados en 1999 y 2000, respectivamente, mostraban otra notable faceta del norteamericano y demostrando que lo suyo no solo era el Heavy Metal añejo y delicioso. También podía rockear si lo deseaba y lo dejaba muy en claro. Cierto, las ventas nunca estuvieron de su lado pero yo creo firmemente que en ese punto de su carrera esa era la última de sus preocupaciones. A veces me provoca sollozar porque hizo tantos trabajos excelentes y la gran mayoría no podrá conocerlos. Me cuesta hilvanar palabras adecuadas para poder describir la inconmensurable injusticia que siempre afligió el porvenir de Riot y, ¿Por qué no?, Westworld. Pero los metaleros somos necios hasta el tuétano y decidimos luchar contra todos los pronósticos, así suframos incontables desgracias o humillaciones. Incluso ambas. En el 2000, inicio del Nuevo Milenio, donde la escena metalera aún estaba mortalmente herida por los 90s y sus idiosincrasias musicales, nuestro protagonista había publicado cuatro trabajos de estudio de gran factura y fantástico directo en el periodo de dos años. ¿Qué hace? Publica un directo demoledor de lo que había sido su alineación más afilada y electrizante hasta la fecha: los Riot de la era 1988-1990.

Live In Osaka+2 (ese “+2” le quita lo icónico al título) encapsula una etapa prolífica del combo, donde estaban en plena gira del espectacular y superior The Privilege Of Power. Japón ha sido el bastión principal para el sustento de Riot en cuanto a ventas y fans se refiere. Una de mis quejas con muchos de sus directos es que sus sets no suelen ser los más precisos o adecuados para lo ocasión. Me complace saber que aquí no fallan y tiran de lo mejor que han hecho en los trabajos sacros del ’88 y ’90. No voy a decir que no faltaron joyas y estampas clásicas del concierto (un concierto de la banda sin Warrior es imperdonable) pero no hay que quejarnos cuando nos regalan caviar de esta magnitud. En especial cuando semejante caviar es de un combo que no es muy conocido y registros de sus conciertos no abundan. Al mal tiempo buena cara, colega.

Los nipones siempre han amado a la banda de la foca pero, ¿Qué tal estaban Reale y su ejército Speed Metal esa noche? Bueno, puedo decirles que estaban en su apogeo y sonando como debe sonar cualquier músico que se precie: mejor que en estudio. La mezcla es excelente y puedes escuchar todo con claridad, así que no hay quejas en ese sector. Tienes a Mark Reale y a su entonces guitarrista temporal, Mike Flyntz, haciendo diabluras en un dúo de guitarras sobresaliente. Bobby Jarzombek siempre ha sido un virtuoso de la batería y aquí no falla en ninguno de los golpes que asesta a su kit; Van Stavern nunca ha tenido mucho protagonismo en el bajo, tristemente. Finalmente, tenemos a nuestro maestro de ceremonias: Tony Moore en el micrófono. Su rol en la banda no es fácil por el constante castigo que debe sufrir su garganta con todas esas notas altas (yo no podría cantar así todas las noches, madre mía) pero aquí lo hace con soberbia y maestría, entonando cada nota como es debido. Como curiosidad, cabe mencionar que el pequeño vocalista habla con el público en un japonés fluido y sonando natural al hacerlo. Ya quisiera yo poder hablar ese idioma así…o al menos hablarlo.

Creo que cualquier tipo de antelación de mi parte será insubstancial y fútil si no me enfoco en detallar el concierto en sí. Vamos, vistamos nuestra camisa de Riot de elección (me pongo la del Born In América; ustedes saben, para hacerme el true) y gocemos con este pedazo de concierto. Vislumbraremos la orfebrería de un mago de la guitarra cuyo grupo es una leyenda condenada a vagar por los infiernos del underground. Pero si van a morir en el infierno, lo van a hacer como Boromir: con un par y con estilo. Una muerte memorable y épica para una gigante desconocido del Metal llamado Riot.

El concierto no comienza con nada rimbombante o espectacular. Es solo Moore hablando en la lengua de los nipones e incitándonos a rockear. Sin más preámbulos, dan rienda suelta a Flight Of The Warrior. Suena justo como en estudio pero algo más clara y potente a la del trabajo magno del ’88. Bobby hace su doble dombo mortal en la batería y la pareja de guitarristas sueltan ese riff amenazador mientras que Moore canta la pieza como a uno le gusta escucharlo. Maravillosa introducción para este concierto, ya que a la primera canción te dejan ver lo en forma que estaban en esa gira. Japón siempre los ha apoyado y menos no merecen. Muy buen comienzo.

Es tiempo de viajar a aquellos lejanos 70s, donde los de Reale tocaban un Hard Rock muy de la época. Moore canta con su tono habitual en Tokyo Rose (muy apropiado para el lugar donde tocaban), haciendo olvidar a Speranza, otro miembro clave en el historial de excelencia de la banda. Tal vez está un poco más metalizado ahora que en el Rock City pero no dista mucho de esa versión. Reale y Flyntz hacen los solos como son debidos y antes de que nos demos cuenta, estamos coreando el estribillo del tema título del apoteósico trabajo del ’77. Fenomenal esfuerzo de la agrupación al entrelazar ambas piezas con una ejecución magistral. Como un grupazo en todo el sentido de la palabra. No falta algo del jugueteo usual de los directos, con Van Stavern teniendo unos segundos de lucimiento en su bajo a la par de la arenga en japonés por parte de nuestro vocalista. Reale y Flyntz se mantienen sin hacer nada hasta que desencadenan el riff del tema título una vez más. Rara vez podemos escuchar estos temas y menos con esta alineación, por lo que se agradece. Gran interpretación.

The Privilege Of Power era el álbum que estaban promoviendo y no tardan en hacérnoslo saber con la furiosa Storming The Gates Of Hell. Aquí no hay ninguna queja: Bobby ataca con rabia a la batería y los riffs se mantienen afilados pero con la melodía a la que Riot nos tiene acostumbrados. No entiendo como hace Moore para cantar temas de estas tonalidades cada noche pero lo hace de manera excepcional. Los agudos son alcanzados y los solos de guitarra… ¿Qué puedo decir? Son de esas melodías “maidedianas” que el metalero no puede negar. Esta alineación del combo se muestra en todo su esplendor cuando tocan sus propios temas y se nota. Es notable su interpretación de este trallazo de Speed Metal. La banda suelta algunas notas gentiles al final de la actuación.

Japan Cakes es una improvisación entretenida de la banda, donde se deja notar el vendaval de talento que poseen los dos guitarras, soltando solos técnicos y algunos más Blues. Jarzombek va a puro doble bombo en toda la cuestión pero, aparte de demostrar la valía de las seis cuerdas, no veo el punto de este corte. Nunca he sido el mayor fanático de las improvisaciones, aunque estoy seguro que a más de uno oyente le gustara. No son gafos, como diríamos en Venezuela, y nos lanzan de una el baladón de Bloodstreets, siendo entrelazada con la improvisación. Moore surca sobre los emocionales punteos iniciales como un crack y luego ese riff duro inicia la cabalgada cuasi histórica. Este tema siempre me ha sido de mis favoritos del grupo y ver como es tocado en todo su esplendor, es un placer que me llena el alma. Moore siempre ha demostrado ser capaz de cantar de manera más melódica y los instrumentistas también pueden hacer otras cosas además de repartir granadas metaleras por doquier. El estribillo es calidad pura y demuestra la joya que tenemos entre manos. Es una power ballad, sin lugar a dudas, pero un tanto más movida y atrevida que la gran mayoría. Uno de los puntos más altos de la velada, a mi parecer.

Bobby Jarzombek siempre ha sido un fenomenal baterista y en su solo de batería, Bobbysan, lo deja bien en claro. Seré sincero: no soy baterista, así que no creo que vaya a apreciar en su entereza la belleza de esta demostración y además pienso que podían haber metido otra canción aquí (Wings Of Fire o Runaway habrían sido interesantes) para el mayor disfrute del público. No negaré que me sorprendió la habilidad del solo y como Bobby ataca con su instrumento pero reitero lo que dije antes: hubiera preferido otro corte. Deciden entrelazar esto con la instrumental del último álbum, Racing With The Devil Down A Spanish Highway, resultando en un mayor exhibicionismo de los instrumentistas, lo cual siempre es bueno pero yo me pregunto: luego de una improvisación y un solo de batería, ¿Era realmente necesario tirar de una instrumental? Me parece algo ilógico y afectó un poco el nivel del concierto. Claro, todo esto nace de mi opinión y sé que hay muchos quienes disfrutan con esto, personas que están en su derecho. Simplemente hubiera disfrutado de un par de temas en su lugar porque Riot tienen un fenomenal catálogo.

Después de todo esto, nos regalan la molona y medio Bon Jovi balada Maryanne. Puede ser algo cursi la canción pero a mí siempre me ha gustado. Uno de los cortes más ochenteros de la agrupación y con un Reale notable en las guitarras. Es extremadamente comercial, con el estribillo súper pegajoso y con unas voces de fondo notables (¿Quién habrá sido el que hacía esas voces?). Me ha gustado mucho la banda hasta ahora y siempre he sido un fanático de sus baladas en particular. No sé si sea de lo mejor del concierto pero es de lo que más me gusta.

Sigilosamente, como quien no quiere la cosa, el frontman nos introduce a Dance Of Death. Una potente demostración de Speed Metal afilado y de muy buen gusto. Ahora, estos si saben usar la velocidad y no sacrificar la melodía exquisita. Fenomenal el estribillo, donde Moore canta con más sentimiento pero la banda no baja las revoluciones. Bobby se luce en su batería y los solos de guitarra son marca de la casa: técnicos pero manteniendo su atractivo auditivo, sin afectar la calidad de la canción y sin exagerar. Balance y calidad puros. Soberbios.

Lo que nos congrega ahora es otra improvisación más, con el nombre de Danny Boy Blues. Con una estructura muy marcada y los guitarristas en plan estelar, podemos disfrutar de su ya más que conocida habilidad en el instrumento y como pueden conjugarse con los atmosféricos teclados de fondo. No voy a decir que es lo mejor que he escuchado en mi vida pero debo decir que es una sucesión de notas entretenida. Flyntz y Reale desatan cuantas notas desean tocar y el resto de la banda se une al final de la misma. Pero vuelvo a mi única queja con esto directo: ¿Por qué no metieron algo como Warrior o Fire Down Under? ¿On Your Knees? ¿Metal Soldiers? Lo sé, este directo es un fenomenal regalo pero creo que abusa un poco de las improvisaciones. Es la única mancha a una actuación estupenda y aplicada de la banda.

Arigato y nos vamos de Japón. Pero si Riot se va, se ira a lo grande. Todos sabemos qué significa eso: Thundersteel. El clásico del ’88 arrasa con nosotros a una velocidad aun mayor a la de estudio y un Moore sublime en el micrófono. Con solo oír ese riff inicial de Reale, tan insignia y tan hímnico, no puedes evitar sentir que se te eriza la piel. Los solos son de lo mejorcito de la banda y el doble bombo de Bobby es de escándalo. Es uno de sus temas que se ha convertido en una celebración a la carrera e integridad de una banda que no le importaba nada más que complacer al mundo con álbumes históricos y sin nada que envidiarle a los grandes. Riot. Simple y llanamente. Así acaba la aventura nipona con los norteamericanos en su histórico periodo 1988-1990. Y la pasamos de puta madre.

Black Mountain Woman y Sylvia son dos cortes de estudio de los Riot con Mike DiMeo en las vocales y Pete Perez en el bajo. Son dos canciones con el estilo noventero de la banda y con muy buenas melodías pero se sienten algo fuera de lugar luego de ese gran concierto. Eso sí, Sylvia es igualita en melodías y estribillo a Maryanne. Hasta las dos tienen nombres de mujer, demonios. Me parece poco necesario que se auto plagien. Aun así, escúchenlos sin temor porque podría gustarles mucho. También está latente la siempre presente influencia de The Man In Black y sus Rainbow en esta encarnación del combo.

El concierto en sí, es grandioso. Tienes los temas siendo tocados como deben ser y vas gozar como un enano con este show. El problema yace en una selección de temas que deja un poco de desear y como las improvisaciones podían haber hecho espacio para más cortes. También hubiera preferido que tiraran de más cortes de la era Speranza o alguno de la de Rhett pero eso ya es ser quisquilloso. Repito: es buenísimo pero pudo haber mucho mejor. Este pudo haber sido ese concierto definitivo de Riot.

Cuatro cuernos (Bajos - Medios) para Live In Osaka+2. Un fiel y fidedigno testimonio de una era gloriosa de una banda carente de gloria.

• Mike DiMeo – Vocales en tema 12 y 13
• Tony Moore - Vocales
• Mark Reale – Guitarras, productor
• Mike Flyntz - Guitarras
• Pete Perez – Bajo en tema 12 y 13
• Don Van Stavern
• Bobby Jarzombek – Batería

Sello
Greene Street Recording