
1. Cain Rose Up (Scream Bloody Murder) (04:05)
2. Fragile Earth (03:40)
3. Energetic Discontent (03:50)
4. Gateway (03:29)
5. Final Solution (03:46)
6. The Brainchild (05:00)
7. La Flamme's Theory (05:04)
8. Dick (03:41)
9. Knee Deep in Blood (03:17)
10. Suiciety (09:43)
Álbum completo: YouTube
Y más Roadrunner (Roadracer esta vez, pero viene siendo lo mismo)… Ya os lo advertí en la reseña de Atrophy, antes de irse por la alcantarilla, el sello holandés era una mina de oro. No sólo recogieron los restos de la NWOBHM para lanzar alguna de las mejores bandas de heavy metal de los 80 (Mercyful Fate, King Diamond, Satan…), sino que se encargaron de la licencias europeas de prácticamente todo lo que nos llegaba desde fuera (son raros los sitios donde no metieron la zarpa), dieron el salto con mucha habilidad hacia las tendencias extremas conforme avanzaba la década y desenterraron buena parte del death metal que nos atormentaría a principios de los 90. Supongo que no sería necesario mencionar a Sepultura, Death y Obituary, pero lo voy a hacer igualmente. Todo esto, claro, hasta que llegó la debacle nu-metal y se llevó todo su prestigio por delante pero, oye, que les quiten “lo bailao", menudo catálogo del que pueden presumir los de Eindhoven. Y ojito con estos. Su debut de 1988, Endless War, ya era la hostia, pero no creáis que este segundo le anda muy a la zaga.
Realm fueron una banda que salió de la nada, ahí perdidos en el Medio Oeste, en Wisconsin, donde poco encontraremos más allá del mítico Milwaukee Metalfest, en cuya primera edición tocaron ellos en el 87, por cierto. Sin embargo, pronto se situaron a la más absoluta vanguardia de lo que se estaba haciendo en el heavy metal estadounidense de finales de los 80. Ahí mismo, codo con codo con esos Toxik, Heathen, Watchtower o Forbidden que forzaron los límites del thrash más allá de lo conocido hasta el momento, si bien no en términos de brutalidad, sí en lo que se refiere a despliegue técnico. Lo de la brutalidad sería cosa de otros.
Debutando con ese Endless War en el 88, en plena cresta de la ola tech-thrash, tampoco había tantos referentes en cuanto a desenfreno y virtuosismo a esas alturas. Fácilmente pienso en el World Circus de unos Toxik, con quienes Realm comparten muchísimo. Mismo sello, fechas de lanzamientos bastante próximas, un par de buenos aulladores (dos pasaron por Toxik, en Realm sólo escuchamos la voz de Marc Antoni… no este) y dos pepinazos de speed/thrash jodidamente técnico que harán perder la olla a los amantes del estilo. En ambos casos, más frenético y descacharrante el primero, World Circus y Endless War por un lado, y algo más cerebral y ordenado el segundo, Think This y este Suiciety.
El movimiento para este segundo álbum, por tanto, muy similar al de Toxik y otras tantas bandas de su escena. Se controlan un poco los tempos, los alaridos se atenúan, las estructuras de los temas reflejan cierta madurez compositiva y la producción se define. Por cuál se decanta cada uno, depende de las preferencias o incluso del momento concreto, pero la ecuación es elemental… te gustan Toxik, te deberían gustar Realm. Las claves son muy similares, metal americano, a medio camino entre el thrash y el speed metal de mediados de los 80, con una voz desafiantemente aguda que va a poner a prueba a los menos osados a nivel vocal y mucha complejidad instrumental. Enorme esfuerzo en estructuración de los temas, desarrollos técnicos muy ricos, unas guitarras ígneas por parte de Paul Laganoski y Takis Kinis, una batería intrincada y precisa y, para variar, un bajista como Steve Post que comanda las composiciones con un percutir de cuerdas realmente incansable. Si tienes un activo así en tu banda, hazlo valer. Llama especialmente la atención que, a pesar de todo lo que van haciendo guitarra y batería, habituales pilares del heavy metal, a lo largo de todo el álbum, lo que destaca en este Suiciety sean precisamente las cuatro cuerdas de Steve Post y las voces de Mark Antoni, elementos que no pasan de ser meros acompañantes en buena parte de las bandas de thrash metal de los 80. La cuestión es que la orgánica producción de Jim Bartz (suena poco ochentero esto a nivel técnico) pone todos los instrumentos en un mismo plano y hasta confiere un papel discreto en ocasiones a unos riffs de guitarra que ceden el protagonismo. No porque hagan poco, precisamente, si no porque hay otras muchas cosas, e interesantes, ocurriendo al mismo tiempo. Suena de puta madre, pero no se trata para nada del típico enfoque de su época.
Energetic Discontent y la propia Suiciety bien podrían servir como muestra de lo que ocurre en estos 45 aprovechados minutos. La primera, en apenas cuatro, supone una buena puesta en escena de las armas de Realm. Tremendos solos de guitarra (el tema empieza escupiendo fuego), incesantes secuencias de riffs sin dejar escapar una sola nota y un Steve Post que se deja las yemas de los dedos sobre sus cuerdas. Mike Olson no afloja y marca un pulso incansable y Marc Antoni vocifera el mejor estribillo de todo el trabajo, junto a Fragile Earth, seguramente. Mención especial a los 9 minutazos del tema título que llevan todos estos recursos hasta el siguiente nivel en toda una suite de thrash metal técnico y progresivo. Cito tres, pero no hay ninguna floja. Lo demás, os lo dejo a vosotros.
Menuda cantera la de Roadrunner. Viene siendo como con Metal Blade, antes de 1993, es difícil fallar con ellos… le arreaban una patada a una piedra y sacaban 10 bandas de puta madre. O, al menos, eso parecía. A saber la de bandas de mierda que habría por ahí, aunque no nos llevemos esa impresión. En fin, que si te molan Toxik, Heathen, Watchtower, Helstar, Forbidden, Deadly Blessing o cualquiera de estos engendros entre el speed y el thrash, sobrados de técnica, no te pierdas a Realm. Tirando a un notable alto, diría yo, que no es moco de pavo.
8,5/10
- Marc Antoni: voces
- Takis Kinis: guitarra
- Paul Laganowski: guitarra y voces (d.e.p. 2017)
- Steve Post: bajo y gritos
- Mike Olson: batería