
1. Fast Get Away (04:53)
2. Stranded All Alone (04:27)
3. Holocaust (04:58)
4. Reaper's Prey (03:10)
5. You're an Imposter (06:33)
6. Rat Attack (03:13)
7. Man on the Moon (05:01)
8. Cold Dungeons (03:32 )
Hay pocas cosas, por no decir ninguna más, que ejemplifican tan bien lo que es el METAL que el POWER METAL de pura cepa, el original que dio su nacimiento entre feroces y barbáricas batallas en los Estados Unidos. Dejando atrás influencias blueseras o Hard Rockeras, el metal era refinado al acero indestructible en las forjas más calientes. Entre sus herreros artífices estaban los legendarios Metal Church, los épicos Manilla Road o las máquinas de destrucción Jag Panzer. 1983 es posiblemente el año clave para el Power Metal americano: el EP homónimo de Jag Panzer, “Into Glory Ride” de Manowar, el visionario “Deliver Us” de Warlord, el imponente “Sirens” de Savatage, el mágico espejismo de Manilla Road con “Crystal Logic” o el fuera de serie EP de Queensrÿche que ya le daba forma al majestuoso “collar blanco”. Sin embargo, cruzando por las más subterráneas mazmorras y bajando por sus más profundas y sórdidas alcantarillas, hubo una especie de ratas mutantes metalizadas enterradas por el tiempo que hicieron su ofrenda nada más y nada menos que en ese vital 1983, además con unos resultados escandalosos.
Oriundos de Hawaii, sitio donde Friedman, en sus inicios, aportó también lo suyo muy tempranamente con Vixen/Aloha/Hawaii, Rat Attack son una banda de la que en líneas generales se habla muy poco, pero que a la mínima te topes con alguien que controle del Power Americano como mínimo le sonará el nombre. Y es que desde el nombre de la banda, el hecho de nombrar tu primer disco igual que tu banda, como si se tratase de su obra definitiva revestida en una fe ciega e inocente, la descacharrante portada que habla por sí sola hasta la música en sí misma, Rat Attack demostraron tener unos huevos enormes, peludos y sudorosos como pocos. Porque “a pesar” (nótense bien alto esas comillas) de contar con un sonido deficiente e innegablemente amateur, los de Honolulu mostraron un salvajismo eléctrico y unos galones de actitud del tamaño 100 panzers apilados. Aquí no hay desviadas de miradas, florituras fútiles, ni piruetas imposibles e innecesarias, los de Honolulu hicieron algo que a día de hoy puede ser visto como simple o cliché, pero señores...recuerden que estamos hablando del MALDITO 1983.
Basta con ojear los títulos de los ochos misiles nucleares (“You’re an Imposter” dice más que mil palabras) que conforman al disco para darse cuenta que esto se trata de METAL inalterado, y cuidado no te dejes engañar por su filo rústico porque aquí no hay otra cosa más que acero del caro, del más sublimado y valioso.
Y es que ya solo con su opener los muchachos soltaron a una de las bestias más rabiosas, no solo de su tiempo, sino que a día de hoy “Fast Get Away” es un tema tan brutal, explosivo y derrite cráneos que no tiene ni medio sentido. Suponiendo que el resto del disco sea una mierda, ya con una apertura así la cuestión agarra un valor estratosférico, pero no es el caso porque en “Rat Attack” todo vale su peso en oro. Si bien es cierto que como “Fast Get Away” no se sacan otro, porque lo de aquel tema es sencillamente un milagro con sus riffs esquizoides capaces de electrocutarte con cada punzada, en donde en algún momento hasta un oscuro trémolo en forma de Hydra saca sus cabezas, acompañado de incesantes baterías que van como un tren sin frenos y una voz que no es prodigiosa ni necesita serlo, porque transpira la pasión callejera por el METAL al punto de conmover más que mil “Pavarottis” haciendo gorgoritos sobrecargados haciéndose pasar por Power Metal. Y sé que con esto último puedo sonar odioso, obtuso o cerrado, pero es que con música de esta naturaleza no hay de otra, NO HAY.
“Stranded All Alone” baja las revoluciones, porque con “Fast Get Away” iban tan rápidos que se fueron a 1985, pero la calidad y la integridad están ahí intactas. Himno con aires épicos y grandilocuentes que apunta a todo lo alto, haciendo lo imposible volando con alas de cera sin derretirse.
Con “Holocaust” sacan la artillería británica, tomando prestadas las cabalgatas de Maiden, pero ¿Cómo coño no hacerlo? Y es que cualquiera que estuviera curtido en batallas y lleno de cicatrices de guerra sabía que sonar a La Doncella no era una opción, sino algo que si no salía natural incluso algo podía estar mal. “Holocaust” evidentemente no llega ni siquiera al nivel de los temas más “discretos” de lo que había hecho Harris y compañía hasta el momento, pero ello no quita que aquí Rat Attack se salieron del mapa haciendo un tema dolorosamente apasionante y titánico, con ese punto gamberro y mundano, si así se puede decir, que no hace más que sumar puntos para todo aquel que sabe ver más allá de lo obvio.
“Reaper’s Prey” muestra más fuegos artificiales, pero no se olvida de lo principal por ningún momento: la ACTITUD ¿Y qué coño es la actitud? Pues lo que está sonando, y si la tienes a full volumen y no la identificas van las ratas y te atacan con la montaña de ladrillos que supone “You’re Imposter”, que siendo posiblemente la más discreta compositivamente hablando, para mí es uno de los picos altos del disco por su mensaje y lo que simboliza; sus impagables letras y la forma en que Azevedo lanza las estrofas es sin duda un “highlight”, pero ojo que aún con su cadencia a medio tiempo hay auténticos guitarrazos destroza tímpanos que dejan knockeado al más despistado.
“Rat Attack” no por sencilla y directa resulta menos brillante, y es aquí la banda obliga a usar términos rebuscados como “brutalizer”, porque no hay otra manera de describir esos vaivenes en la guitarra que pegan como martillos de construcción. “Man on the Moon” recuerda como un eco en su primer minuto a un pilar como “Defenders of the Faith”, especialmente a la descomunal “Rock Hard Ride Free”, con un pequeño detalle...que el “Defenders…” salió un año después. Muy grande, de verdad muy grande e increíble que unos bicharracos como Rat Attack sean tan poco mencionados, pero después de todo los tesoros están para los que buscan insaciablemente y la basura reluciente para los que poco excavan.
Cierra la cuestión con “Cold Dungeons”, mostrando el lado neoclásico de la banda, pero aún queriendo sonar elegantes les es inevitable sonar devastadores, estando en su naturaleza ser unas ratas gigantes con rabia que a la mayoría le dio miedo si quiera tocar.
No diré que “Rat Attack” haya sido un álbum que cambió el devenir del metal, pero sí es un artefacto arqueológico que como mínimo es un “must”. Un disco al que sinceramente no le veo pegas, porque su producción “floja” no hace más que realzar sus cualidades en los oídos adecuados.
Valoración: 9.3
Mark Chambers: Bajo
Paul Scoffield: Batería
Leslie Ripp: Guitarras
Tom Azevedo: Voz, Guitarras