
1. Masters of Death
2. Malice
3. Silent Terror
4. The Invasion of The Lords
5. Merciless Titans
6. (The Awakening) Powerlord
La escena americana de los 80s es probablemente uno de los mejores regalos que se le haya podido hacer a todos los seguidores del heavy metal. Normalmente la NWOBHM es la que se lleva todo el mérito, y sin querer quitarle la importancia y calidad que evidentemente tiene si que me gustaría reivindicar a su hermana del otro lado del charco. Bandas como Metal Church, Vicious Rumors, Manilla Road, Savage Grace o Agent Steel demostraron que se podía combinar los incipientes speed y thrash metal con el heavy de toda la vida para dar lugar a un movimiento más sólido que el hormigón armado. Muchos llaman a este conjunto de bandas US power metal, y la verdad es que por comodidad yo también terminé acuñando el término. El caso es que lo llames como lo llames está claro que esto lo que es es heavy metal con muchas, muchísimas pelotas.
Powerlord no es que fueran una de las bandas más aventajadas del panorama, y es que cuando ellos sacaron este majo debut otras bandas ya habían parido una o más obras maestras. Sin embargo, aún a sabiendas de que no es de lo mejor del movimiento no puedo evitar recurrir a este disco con asiduidad, y se ha terminado convirtiendo en uno de mis discos de cabecera. Y es que The Awakening es media hora de un despilfarro de cojones y testosterona tan básico como efectivo, con el que es imposible venirse arriba. Incontables son ya las veces que me he puesto este disco para hacer levantamiento de pesas y coño, si es que hasta parece que cuesta menos levantarlas. Y es que una buena dosis de heavy metal es más efectiva que cualquier anabolizante a la hora de infundir fuerza en alguien.
El disco está compuesto por seis temas que no difieren mucho entre sí. En todos ellos nos encontramos riffs de guitarra afilados que perfectamente podrían estar sacados de un disco de los míticos y legendarios (al menos entre la gente que entiende de la escena US power) Nasty Savage, unidos a melodías punzantes que podrían invocar al mismísimo Satanás (echadle un ojo a como reptan las guitarras en “Silent Terror”). Está claro que Tony Gourley sabía lo que se hacía. La batería queda a cargo de su hermano Bob Gourley y da lo que se espera de un disco de estas latitudes, velocidad y agresión máxima, y como curiosidad cabe destacar que este hombre llegó a tocar en directo son Slayer y Dark Angel en sus comienzos. Pero sin duda, el que se lleva la palma es Dane Cook. No será el tío más virtuoso del mundo, pero sus alaridos cortantes unida a una cierta teatralidad en los tramos más graves hacen que se convierta en el cantante perfecto para un disco de este tipo. Como una mezcla entre el Warrel Dane más loco y un King Diamond algo trasnochado.
El peor punto del LP es la tremenda homogeneidad de los temas como ya he dicho antes. Y es que llega un punto que cuesta incluso diferenciarlos porque suenan todos muy parecidos. Sin embargo, me gusta tomarme este disco como un puñetazo en toda la cara de media hora más que como un conjunto de canciones, creo que es la forma óptima de disfrutarlo. Además, el que dure tan poco hace que una vez terminado entren ganas de volver a darle, lo que lo convierte en aún más adictivo.
En ningún momento quiero que parezca que vendo esto como una obra maestra ni nada del estilo. Eso sí, estoy seguro de que cualquier fan del sonido de las bandas que menciono al comienzo de la reseña disfrutará como un enano de los alaridos contenidos en “Malice”, la velocidad insana de “The Invasion of The Lords”, la tortuosidad y maldad de “Silent Terror” o el comienzo macarra y thrasher de “(The Awakening) Powerlord”. Cuatro cuernos bajitos (sobre un 7), pero eso sí, del acero más duro que te puedas imaginar.
Brian Massey: Bajo
Bob Gourley: Batería
Tony Gourley: Guitarra
Dane Cook: Voz