
Cd 1:
1. Shine on you Crazy Diamond
2. Learning to Fly
3. Yet Another Movie
4. Round and Around
5. Sorrow
6. The Dogs of War
7. On the Turning Away
Cd 2:
1. One of these Days
2. Time
3. Wish you Were Here
4. Us and Them
5. Money
6. Another Brick in the Wall part II
7. Comfortably Numb
8. Run Like Hell
En estos tiempos en que la tecnología apenas tiene límites, y las posibilidades de difusión de cualquier producto destinado al consumo son infinitas, estamos disfrutando desde hace años de una avalancha de material en directo de grupos clásicos, que llevaba décadas escondido en los almacenes de las discográficas, cuando no en los archivos personales de los propios músicos.
En el caso de Pink Floyd, nadie puede quejarse hoy en día, pues disponemos de grabaciones oficiales que recogen las interpretaciones completas de álbumes históricos como “The Wall” o “Dark Side of the Moon”, correspondientes a los tours originales.
Pero en la década de los 80, el semidirecto “Ummagumma”, y el concierto en las ruinas de la ciudad de Pompeya, eran los únicos documentos que conocíamos en vivo de la banda más grande de todos los tiempos, con permiso de los Stones y Led Zeppelin.
En pleno siglo XXI nos hemos habituado a que los grupos número uno de la escena glosen cada uno de sus tours con Cds en directo, como llevan haciendo Iron Maiden desde hace años, como han hecho AC/DC recientemente. En muchos otros casos, ni siquiera es necesaria la publicación de nuevo material en estudio, la proliferación de live albums es apabullante, para felicidad de los que amamos el Rock and Roll con pasión enfermiza, pero hace 25 años las cosas eran muy diferentes, lanzar un directo se consideraba algo casi exclusivo de las bandas que llegaban a la cumbre, y suponía la coronación de toda una carrera, tras años de recorrer el mundo presentando un disco tras otro en la escalada hacia la cima.
Es por todo ello que la publicación de “Delicate Sound of Thunder” fue interpretado por muchos seguidores de la institución británica como una provocación, un nuevo desafío del bando Gilmour/Mason contra su ex compañero Waters. Recordemos que en aquellos años, el grupo había sufrido una agria fragmentación, tras la salida de un Roger Waters convencido de que, sin él, la banda no llegaría a ninguna parte. Gilmour le echó narices, compuso el recordado álbum de las camas, el excelente “A Momentary Lapse of Reason” en 1987, y organizó un tour monumental, absolutamente apoteósico y grandilocuente, a la altura que requería la leyenda de Pink Floyd, y al año siguiente vio la luz este magistral doble en directo que nos permitió escuchar cómo era el delicado sonido de un trueno.
Visto con perspectiva, es normal, es obligado, que de semejante gira haya quedado un documento audiovisual de esta categoría, aunque ya digo que en su momento hubo quienes se sorprendieron, quienes admiraron, la osadía de Gilmour. Ninguno de los discos de los 70 había tenido reflejo en forma de live album oficial editado en tiempo real, teniendo en cuenta además que hablamos de varias de las obras de arte más grandes que ha escuchado el oído humano, y ahora los Floyd supervivientes editaban el primer doble completamente en directo en toda su carrera, presentando un disco muy bueno, pero inferior a cualquiera de las joyas grabadas en los 70 por Waters, Gilmour, Mason y Wright.
El bajista, en todo caso, contraatacó y se quedó bien a gusto en 1990 organizando aquel show en la Postdamer Platz de Berlin cuando cayó el Muro, construyendo su propia barrera arquitectónica para derribarla un par de horas después, interpretando “The Wall” al completo en compañía de una legión de estrellones del negocio, nuestros queridos Scorpions a la cabeza, que abrieron fuego con “In the Flesh”, el tema que inicia el mítico disco del 79.
Anécdotas aparte, en “Delicate…” contamos con el núcleo superviviente de Floyd, en que se acredita de nuevo a Richard Wright en igualdad de condiciones que a Gilmour y Mason, junto a una larga serie de colaboradores, que trasladaron a las tablas la actualización de unos cuantos clásicos, junto a los temas nuevos, que en directo, y con semejante despliegue, por supuesto sonaron a gloria.
Solo el cuarto de hora inicial, ocupado por la icónica “Shine on you Crazy Diamond”, coloca de lleno al disco entre los grandes live albums de los 80. En temas como “Run Like Hell”, “Money”, “Dogs of War”…suenan rabiosamente heavys, y la solemnidad que desprenden piezas recientes como “Learning to Fly”, “Yet Another Movie”, “Sorrow” con la entrada de la guitarra bramando como una ballena, y sobre todo la impresionante “On the Turning Away”, con sus estremecedores coros, hacen de este concierto un documento de obligada escucha, e imprescindible visionado para entender lo que de verdad debe ser un espectáculo de Rock con mayúsculas.
Para el segundo Cd se centraron en el pasado, y ahí tenemos ese rescate de la pieza más antigua, “One of these Days”, con un sonido del bajo que eriza el cabello, una interpretación soberbia de la intimista “Wish you Were Here”, el lucimiento guitarrero de Gilmour en “Comfortably Numb”, que como cualquier aficionado a esto sabe contiene los mejores punteos de guitarra jamás grabados, y la inclusión de la maravillosa “Us and Them”, que no figuraba en la edición original en vinilo y casete que escuchamos en los 80, y que permite al saxofonista Scott Page explayarse a gusto.
Hablando de la banda, puedo contaros como curiosidad que el bajista Guy Pratt se casó con la hija de Richard Wright, dato que el perverso Waters utilizó en las reuniones puntuales de la banda en el nuevo milenio, para atacar con ironía a su viejo compañero, que tuvo que aguantar alguna que otra puya, sarcásticas acusaciones de enchufismo, según nos contó Nick Mason en la imprescindible biografía “Inside Pink Floyd”.
La portada, una vez más, corrió a cargo del recientemente fallecido Storm Thorgerson, líder del equipo de diseñadores Hipgnosis, y cuenta con el magnetismo inherente a todas las creaciones de este artista.
Tal vez si estuviéramos en 1988, hubiera calificado este álbum con un notable alto, en lugar del sobresaliente, pero, recuperado a finales de 2013, este espectáculo , este repertorio, tiene que llevarse los cinco cuernos a la fuerza.
David Gilmour: Guitarras, Voz
Nick Mason: Batería
Richard Wright: Teclados, Voz
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Jon Carin: Teclados, Voz
Tim Renwick: Guitarra, Voz
Guy Pratt: Bajo, Voz
Gary Wallis: Percusión
Scott Page: Saxofón
Margret Taylor, Rachel Fury, Durga McBroom: Coros