Paul Di'Anno's Battlezone - Fighting back

Enviado por Onán el Jue, 03/05/2007 - 21:00
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Hurgando por la mula en busca de Paul Di’Anno, hallé un cd doble llamado Cessation of hostilities (2001), que resultó ser una recopilación de los tres discos que sacó el menda con su grupo Paul Di’Anno’s Battlezone (1985-1989), una de sus incontables intentonas (no la primera) desde que dejó Maiden; intentona que duró tres discos y conserva en todos los sentidos el encanto del ochentosismo exacerbado. Acojona buscar fotos y ver los jinchos con los que se juntó mi querido vocalista, que si se metían una mano en el bolsillo no sabías si iban a sacar un bardeo o el bote de champú de huevo. Yo creo que comían Pedigrí Pal.

La recopilación de marras, irrespetuosa y fulera, hinca los tres discos en dos cds y, según parece, desordena totalmente el primero de ellos (¿?). Muchas de las canciones acaban en un incomprensible fade out brusquísimo que se carga la canción en plan Robespierre. No sé si tal monstruosidad venía del original, la provocó quien recopiló el archivo zip para el eMule o la añadieron en la recopilación de 2001, pero es como para darle una buena colleja al encargao. Disqueros del mundo, que estáis saliendo en la Historia del Arte, coño.

Con todo y con esto, me enganché fuertemente a las diez primeras canciones, así que me veo en condiciones de comentar y recomendar el primer disco del grupo, Fighting back: un barullo de guitarras rasposas, baterías tocadas así-así, canciones a medio arreglar y bastante horteroides en su mayoría, y una sobredosis absoluta de reverb en la caja y en todo lo demás que confiere a las mezclas un aire polvoriento, fantasmal, como si se pudieran escuchar las telarañas de un desván abandonado. Indiferente a todo este despropósito, la voz privilegiada de Di’Anno atruena con un poderío insólito, con ese instinto que estaba por encima del bien y del mal, sacando un enorme partido a todas las melodías, y eso que algunas son bastante de andar por casa. Viene a ser como un buen actor protagonista que salva una película de serie B, vaya.

Cantaba todavía como en Killers, ahí está esa magia de nuevo y ahí se ve cómo no le hacía falta ningún Harris ni ningún Birch para ser un portento. De hecho no le hacían falta ni buenas canciones, jeje. Resumiendo, que se me ve el plumero: escúchalo si, como yo, te quedas extasiado con la simple audición de esta voz única. Si no te parece para tanto no te molestes, que es un disco bastante hortera y mediocre.