Panopticon - Autumn Eternal

Enviado por Witchfyre el Lun, 10/05/2021 - 19:55
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1. Tamarack's Gold Returns (04:33)
2. Into the North Woods (06:21)
3. Autumn Eternal (07:05)
4. Oaks Ablaze (08:38)
5. Sleep to the Sound of the Waves Crashing (08:41)
6. Pale Ghosts (08:14)
7. A Superior Lament (11:01)
8. The Winds Farewell (07:08)

Álbum completo: Bandcamp/YouTube

Estando yo totalmente entregado a la causa heavy/hardrockera para 2015, no eran muchas ya las conexiones temporales que hacía con mis inclinaciones extremas aunque, durante una breve etapa de aquel año, opté por dedicarme a tales menesteres. Tampoco me dio para mucho la cosa, pero sí me alcanzó para traerme hasta nuestros días un puñadito de trabajos realmente destacados y entre lo más granado de aquel curso me gustaría recordar este séptimo álbum (¡en sólo ocho años!) de los estadounidenses Panopticon.

Sabía yo de las evoluciones de estos muchachos (muchacho, en realidad, Austin Lunn), al menos, desde los tiempos de Social Disservices y había escuchado de forma intermitente la mayoría de sus grabaciones hasta la fecha, pero los resultados no me parecían más que decentes en el mejor de los casos. Ninguno había llegado a engancharme en condiciones. Esa mezcla de black metal, post-rock y country/folk se me antojaba un poco peregrina de entrada y aquellos álbumes que editaron entre 2008 y 2011, a razón de uno por año, no destacaban en medio del marasmo de ediciones de calidad que salían en las tendencias más “modernas" del black metal una década atrás.

Así las cosas, Autumn Eternal me llegaba con buenas referencias y en un momento propicio por mi renovado entusiasmo por lo extremo ante las “recientes” ediciones de cositas como Exercises in Futility o Memoria Vetusta III: Saturnian Poetry (este ya tenía un año, pero aún me duraba la erección). Pronto me dispuse a domar este brioso corcel y Tamarack’s Gold Return, con su banjo (o guitarra resonadora, a saber) y su violín, no me cogió desprevenido, sabía a lo que venía. Lo que sí me sorprendió fue empezar a disfrutarlo a las primeras de cambio. En el fondo, si un tío de Noruega acaba cantando epopeyas vikingas y un ucraniano recita poemas al son del folk eslavo, supongo que lo más natural es que un granjero de Kentucky (aunque naciera en Memphis y haya acabado en Minnesota... Roads to North) nos cuente historias sobre la fiebre del oro y luzca sus influencias country. Mi sorpresa llega cuando yo, un galleguiño morriñoso de pro, le coge el punto rápidamente a esa amarga melancolía del bluegrass tan propio de los Montes Apalaches. Y aún mayor al comprobar como esa, a priori, peculiar ocurrencia funciona a las mil maravillas... esto del post-black atmosférico con influencias country es un acierto, ¡manda huevos!. Si me perdonáis, bastante más ridículo me habría parecido que el chaval llamase a su banda Ragnarok y pretendiese narrar sus hazañas para alcanzar el Valhalla...

La intro es preciosa, que duda cabe, pero la magia de este otoño eterno está en los siguientes 57 minutos. Sí, sí, un disco de una hora que no me aburre, muy buena tiene que ser la cosa... y lo es. Ciertamente el amigo Austin, con su pinta de paleto de la América profunda (no me extrañaría verlo disfrazado de mapache un día de estos asaltando el Capitolio), que aquí toca casi todo y no mal, precisamente, no había sacado la bola con tal autoridad del estadio en su vida... y no lo ha vuelto a hacer desde entonces. No es que sus otros trabajos sean malos, pero aquí el colega se sacó la chorra a pasear bien a gusto. Todos los que lo precedieron apuntaban algo interesante, pero nunca antes, ni después, había encajado las piezas de semejante manera.

Atenuando ligeramente las influencias folk de Kentucky, aquí ceñidas casi exclusivamente a sus bellas instrumentales de apertura y cierre, y dejando a un lado esos inapropiados riffs melodeath de Roads to North, Autumn Eternal se adentra en una equilibradísima apuesta de black metal atmosférico con furiosos blast-beats, emotiva y contundente a parte iguales. Llamará desde un primer momento la atención el altísimo nivel tras los parches que se marca Austin, muy por encima de lo que cabría esperar de un multi-instrumentista en una “one-man band" como Panopticon, donde más de uno programaría una mierda de batería y se quedaría tan a gusto. Puede que el tipo no sea un verdadero especialista en nada de lo que hace, pero en esta hora deja un nivel más que considerable a la batería y guitarra, con unas melodías y solos de un gusto incuestionable, y hasta en un bajo bastante presente en ciertos pasajes. En estos territorios musicales resulta más que refrescante encontrar un músico de este nivel, cosa que, por cierto, ya empieza a ser más que una mera casualidad en la escena actual.

Into the North Woods y el tema título marcan bien claro el paso desde un primer momento. Esa base de black metal atmosférico tan autóctono que se ha popularizado en la última década y media en Estados Unidos, con fuerte influencia de los imprescindibles Agalloch, un punto extra de potencia (sorprende la velocidad que le imprime Austin al asunto desde su kit de batería) y unas embaucadoras melodías de guitarra de con ligeros tintes “folkies”... No temáis, si a mí no me saturan, nada debería preocupar al metalero mas recalcitrante. Ecos a vecinos como Wolves in the Throne Room, Alda y demás representantes de ese sonido propio del Pacífico noroeste, unido a cierto enraizamento en la tradición escandinava, un encantador barniz country que lo recubre todo y hasta recuerdos “doomeantes” en las melodías. Se trata de una apuesta muy personal, pero fácilmente asimilable con otras tendencias y, lo mejor de todo, es que acaba sonando con una coherencia inesperada sobre el papel.

Más diversa aún se hace una colosal Oaks Ablaze que marca un ritmo realmente intenso desde su comienzo, de nuevo con un Austin inmenso en la percusión y con un abanico de recursos encomiable. Algo de brutalidad por ahí salpicada con cuentagotas, refinadas acústicas muy bien dosificadas y un impresionante interludio “prog" mediado el tema. De aquí al final es una auténtica delicia ver crecer al tema conforme se van añadiendo detalles, se intensifica el tempo y se van sucediendo sus conmovedoras melodías de guitarra.

Llegados al ecuador nos esperan los momentos más tormentosos de Autumn Eternal con una aparatosamente titulada Sleep to the Sound of the Waves Crashing, de sorprendente rigor blackmetalero, que no tarda mucho en calmar su vehemencia con un cello y un violin que amansan el tramo central. Potente y versátil, termina siendo la que menos me llena, a pesar de su apego a viejas convenciones. Claro me queda, no obstante, que Austin es un tío con personalidad que pasa olímpicamente de formulismos y, si en algún momento se los sacude, es en la tríada que cierra donde da rienda suelta a sus tendencias post-rockeras. Si hasta ahora Autumn Eternal me había gustado, en Pale Ghosts y A Superior Lament definitivamente me desarma y combina con más acierto que nunca esa raíz puramente extrema con sus inclinaciones más “modernas”. El sonido es crudo, los tempos rápidos, el riffeo ceñudo y por encima planean unas maravillosas ambientaciones post-rock que elevan el tramo final a otro nivel. No ha vuelto a componer algo así este muchacho.

Ahora que menciono el sonido, puede que a primera escucha la producción no parezca gran cosa pero, conforme pasan los minutos, cada vez le encuentras más encanto a ese espíritu profundamente orgánico y terrenal. No hay prácticamente efectos, la batería suena natural, la distorsión de las guitarras poco ruidosa y, en cambio, la atmósfera está logradísima. No creo que en ningún momento sea el resultado final cuestión de azar y menos con el hábil Colin Marston (Atheist, Gorguts, Altar of Plagues, Krallice, Winterfylleth, Liturgy, Imperial Triumphant...) al frente. Otro acierto más a este respecto.

Si fuese a hincarle el diente a su abundante producción, empezaría justamente por este lugar. Hay mucho dónde escoger y bastante bueno pero, como os comentaba algo más arriba, no creo que Austin haya puesto todo en su sitio con tanto tino en su carrera como para esta ocasión. El álbum completo es una auténtica delicia y, si no le pongo los cinco cuernos, es porque soy un verdadero maniático al que casi nada deja totalmente satisfecho. No obstante, no me cuesta lo más mínimo colgarle entre un 8,75 y un 9 a su mejor trabajo hasta la fecha.

- A. Lunn: guitarras, batería, voces, bajo de 4 y 8 cuerdas, guitarra resonadora, guitarra lap steel, guitarra resonadora de cuello cuadrado, voces limpias, teclados, samples

Músicos invitados:
- John Becker: violín en Tamarack's Gold Return y Sleep to the Sound of the Waves Crashing
- Nostarion: cello en Sleep to the Sound of the Waves Crashing
- Petri Eskelinen: voces cantadas y guturales en A Superior Lament
- Colin Marston: teclados adicionales y arreglos

Sello
Bindrune Recordings