
1. Whithout Questioning
2. Common Ground
3. The Drying Well
4. Silence
5. For Me To Define
6. Unprotected
7. Reflection
8. Everything
9. Fall
La escena hardcore de los 90 es el contexto en el que quizá más haya escuchado abusar de esa misma palabra: "Escena". Y aunque creo que sus participantes se veían inmersos en algo más mitológico de lo que en realidad era, y quizá no tan unido como creían, la verdad es que era una gozada y daban envidia. Se comunicaban por correo postal y se daban a conocer por medio de flyers, fanzines, demos, etc. Similar a otras "escenas" como la punk o la deathmetalera, podréis pensar con razón; de hecho todas las nombradas estaban íntimamente relacionadas entre sí y en algunos de sus estratos venían a ser la misma, o casi.
Con todo, creo que el hardcore tenía su entrañable puntito propio. Había que ver a esta peña reunirse en una okupa o en el sótano de un garito infecto para hacer ruido. Conciertos de muchos grupos, proveniente cada uno de un lugar a cuál más remoto, backline compartido, sonido a culo, cartel fotocopiado... Músicos tocando en el suelo, a falta de escenario, y público (muchas veces escaso) engorilado a más no poder, sudando, subiéndose por las paredes y haciendo cosas como de pronto agarrar entre todos al guitarrista y llevárselo por ahí volando mientras tocaba. Todo en medio de un sentimiento de hermandad y compromiso que llamaba la atención. Aquí abundaban los mensajes nihilistas y la protesta social, a veces mezclados de extraña manera como si fueran lo mismo (algunos parecían fantasear con que sus problemas personales provenían de elementos externos) y aderezados cada vez más con particularidades como no drogarse o ser vegano. Y cantantes muy enfadados. Mucho. Catarsis a tope, focalizada en la imagen de un Henry Rollins mazado, tatuado y adoptando en escena, en gallumbos, la postura del Pensador de Rodin: en resumen, duro pero como muy filosófico y comprometido. Así quería ser más de uno.
También era uno de esos contextos en los que girar por el resto de Europa (o más allá) era la meta, aunque durmieras en la furgoneta, perdieras dinero, no pudieras ducharte y comieras pan de molde con mortadela a diario. Los grupos que extendían su red lo bastante lejos como para organizarse una semanita tocando por Alemania, por ejemplo, volvían transfigurados y felices tras haber sudado en las okupas y sótanos de garitos teutones, y valoraban a más no poder cualquier contacto nuevo o cualquier mejora que pudieran importar para sus flyers, festivales, demos y demás. Era todo un enorme y entrañable "hazlo tú mismo" cuyo aura parecía estar al filo de la misión divina.
Se movía por este ambiente un grupo madrileño muy abrasivo llamado Like Peter at Home, que tras un LP de debut que hizo las delicias de los amantes del género sacaron más adelante un split CD con unos suecos llamados Nine. Muy buen split, orientado en esa época (1999) ya hacia una especie de Rolling Hardcore que molaba bastante. Con aquel disco descubrí a Nine, grupo estupendo que militaba a rajatabla en el estilo y lo ha seguido haciendo durante todos estos años sin perder en norte nunca. Un grupo demasiado desconocido para el musicón que hace, y al que bien merece echar un vistazo. A mí me gusta mucho el primer CD de larga duración que tenían, llamado Listen (1996). Vamos con él.
Tengo dos buenas noticias sobre este disco: 1) Está grabado en los Sunlight Studios de Estocolmo. 2) Se nota, y mucho. No quiero extenderme por enésima vez sobre la cuadrilla que grabó por allí durante esos años, baste al interesado consultar algún listado de lo que hubo, pero se nota el sonido del lugar, sobre todo en las guitarras, cosa que produce un agradable cosquilleo en las orejas nada más empezar el primer tema. También ayuda el tratamiento natural de la batería, cuya dinámica fue respetada sin menoscabo de la contundencia, y en especial el carácter real de la caja, con su punto exacto de armónico porculero. Muy bien por esta producción cuya responsabilidad, según rezan los créditos, estuvo repartida entre Fred Estby y el propio grupo.
Las canciones te saltan todas a la cara como una tribu de babuinos. Pesadotas pero a la vez juguetonas, parecen construidas a base de buenas horas de trabajo colectivo en el local de ensayo y están plagadas de pasajes siniestros, subidones, quiebros de todo tipo y montones de variaciones de cada una de las ideas. Merece especial mención el muro sonoro creado por las guitarras, que no paran quietas y nos ofrecen por doquier giros originales muy bien traídos y alejados de la típica sucesión interminable de power chords. La base rítmica tampoco es manca, y hace rodar la bola con suavidad, con soltura (aunque aquí hay que aclarar que el bajista del disco no es el habitual). En conjunto el grupo es una máquina de fabricar grooves la hostia de compacta, cosa que llama la atención dada la juventud de los cinco tipos que posan en la foto que acompaña a las letras.
Hablando de letras, el nivel es especialmente bueno. Son casi todas de uno de los guitarristas, y su forma de tratar el "universo hardcoriano" más o menos clásico (la búsqueda, la rabia, el ir contracorriente, el defender unos ideales y todas esas gaitas) sorprende por su capacidad de síntesis y por la manera en que no caen en la obviedad como tantos otros. Un trabajazo, sí señor, que alcanza su techo cuando el cantante Johan (acreditado así en el disco, a secas) hace suyos esos textos y se pone a chillar como un poseso. A veces me encanta el hardcore por eso que tiene: el chillar y chillar sin impostura alguna, sin imitar ningún sonido cavernoso, macarra o de cualquier otro tipo que te haga "pertenecer" a un estilo. Chillar, y ya. Cada cual con su voz.
Así se pasan como un suspiro las nueve canciones del disco, más un extraño "hidden track" con sonido como a local de ensayo, del que no se hace mención en el libreto, pero que tratan de colarnos de primeras como si fuera prolongación del anterior hasta que empieza a rodar y se descubre el pastel. Para mi gusto ninguna destaca especialmente sobre las demás, es un todo. Abundan los pasajes con polirritmias curiosas en algunos riffs que pueden recordar, aunque sin el sonido mega-comprimido, a Pantera (buenooo... decirle a unos hardcoretas que se parecen a Pantera... ¡sacrilegio!), y no escatiman tampoco ambientes áridos que pueden traer también un cierto tufillo a Rage Against the Machine, que estaban en todo lo alto y a primeros de ese mismo año habían estrenado su segundo disco, Evil Empire. Con todo esto, y a pesar también del sonido tan Sunlight (lugar al que ya no volverían para los siguientes discos, por cierto) todo en Listen suena muy hardcore y muy Nine, lo cual es un señor logro para un disco de debut, con permiso del EP To the Bottom. Y muy intenso y sincero. Emociona, transmite, llega a enganchar bastante si le das un poco de tu tiempo.
No me olvido del diseño gráfico, ¡espectacular! En los 90, tan chungos para otras cosas, se vivió según creo una resurrección del buen diseño gráfico, irónicamente aparejada a la guarrindonga jewel case del CD. Parece que la gente, al verse obligada a meter su imagen en un cuadrado tan tristemente pequeño, se las ingenió para sacar lo mejor de sí mismos. Por supuesto que siguió habiendo portadas horrendas (que habrían sido aún peores en un cacho cartón de 31x31), pero los primeros años del reinado absoluto del CD, al coincidir también con los primeros usuarios de Photoshop serios e independientes, trajeron grandes alegrías a nuestras vapuleadas córneas. La portada de este disco, que me recuerda un poco a las de los primeros trabajos de los Pixies, es uno de esos casos en los que vale la pena tener una copia física y pasearse por el libreto. En él nos encontraremos una foto del grupo como de primera comunión (excepto el de en medio, que va en chándal) y tres detalles de una maravillosa serie de grabados de un artista sueco llamado Lars Hoffsten, todo ello muy bien integrado con las letras y los créditos sobre un fondo crema clarito. Un fin en sí mismo, por el que hay que aplaudir y hacer la ola al diseñador Niklas Wendt.
En definitiva un trabajo la mar de sólido. Trae vientos de esa época y de cómo este grupo militaba a tope dentro de un universo muy molón que cobraba pleno sentido vivido desde dentro. Así parece que lo siguen sintiendo bastantes años después si le echamos un vistazo a sus discos posteriores, notas promocionales, etc. Pura actitud... que los hace casi necesariamente desconocidos.
Tor: Batería
Johan: Voz
Benjamin: Guitarra
Pingu: Bajo
Johan: Guitarra