
Disc 1: ITH א
1. Temple I: The Enlightened Will Shine like the Zohar of the Sky
2. I Am Christ
3. Gate of Sooun
4. Temple II: Who Will Get Me a Drink of Water from the Cistern of Bethlehem?
5. Tombstone Chapel
6. Gate of Damihyron
7. Temple II: Unless YHVH Had Been My Help, My Soul Would Soon Have Dwelt with Dumah
8. He Doth Mourn in Hell
9. Gate of Aion Tsevaoth
Disc 2: SETH ב
1. Temple IV: Oracle of the Man Whose Eye Is Open
2. Seven Altars Burn in Sin
3. Gate of Arba-Hemon
4. Temple V: בראשית
5. Exiled in Transformation
6. Gate of Behet-Myron
7. Temple VI: The Weight of Gold That Came to Solomon in One Year Was 666 Talents of Gold
8. The Heart of King Solomon in Sorcery
9. Gate of Sulam
Disc 3: TEI טטט
1. Temple VII: They and All That Belonged to Them Went Down Alive into Sheol
2. The Guilt They Bore
3. Gate of Jehudmijron
4. Temple VIII: Mount Sinai Was All in Smoke, for YHVH Had Descended upon It in Fire
5. Exodos
6. Gate of Dimitrijon
7. Temple IX: A Redeemer Will Come to Zion
8. In Meditation on the Death of Christ
9. Gate of Ea-On
El presente año se acaba. Las arenas del tiempo corren en su contra y en poco más de un mes habrá llegado a su fin. Es el momento de hacer balance y echar una mirada en retrospectiva a un ciclo que ha sido bastante generoso, en términos de abundancia y calidad, con el Metal extremo. Todos aquellos que disfrutamos de propuestas malignas hemos sido bendecidos por el ángel caído con una serie de enormes trabajos que no hace falta volver a nombrar. No obstante, me da la impresión de que hay un álbum en particular que ha pasado algo desapercibido, sobre todo, teniendo en cuenta que desde su publicación se ha erigido como una obra maestra de enormes dimensiones que apenas ha tenido rival en este 2018.
Por supuesto, me estoy refiriendo al monumental Domedon Doxomedon de los venerados Necros Christos. Los arquitectos del ocultismo musical regresaban hace unos meses con el que es su tercer y último disco. Y digo último porque hace algún tiempo Mors Dalos Ra —vocalista, guitarrista y líder— había dejado claro, que con la publicación de una tercera larga duración, la banda —al menos en el estudio— llegaba a su fin. No hace falta decir que, siendo conscientes de que está es la última ofrenda bajo el nombre de Necros Christos, los tíos han decidido tirar la casa por la ventana, dejarse los huevos en el camino y despacharse a gusto con un extenuante trabajo que ronda las dos horas de duración.
Habiéndose posicionado en un lugar privilegiado, gracias a dos extraordinarios álbumes —Trivne Impvrity Rites y Doom of the Occult— que les ha permitido granjearse el respeto de los adeptos del culto a la muerte, la banda berlinesa a podido tomarse su tiempo para crear esta nueva obra cuidando hasta el más mínimo detalle. Pasándose por el arco de triunfo el hecho de que la mayoría de sus seguidores solo van a prestar atención a la música, Mors Dalos Ra ha decidido sacarle provecho a sus estudios de misticismo judío para verter sobre las nuevas composiciones un elaboradísimo marco conceptual que concede al trabajo una calidad inusual. Es por ello, que para lograr apreciar en su totalidad está nueva propuesta de los alemanes, es necesario aproximarse a ella desde tres ángulos: numerología, música y letras.
Necros Christos siempre han jugado con una fuerte numerología alrededor del digito 9. En esta ocasión, Domedon Doxomedon, es presentado en tres discos que se reparten las 27 pistas de forma equitativa. El álbum gira alrededor de 9 canciones centrales que, manteniendo la tradición a la que el grupo nos tiene acostumbrados, son precedidas por 9 “templos” que sirven de introducción y 9 “puertas” que hacen de enlace entre los temas principales. El quid de la cuestión es que al contemplar la discografía del grupo como un todo , las 9 composiciones centrales de Domedon Doxomedon pasan a ocupar su lugar —junto a las 9 de Trivne Impvrity Rites y las 9 de Doom of the Occult— en la trinidad numérica 999 que, en el esoterismo judeocristiano, representa a Christos —termino griego para Cristo—.
Musicalmente, la banda transita por derroteros habituales, combinando con gracia interludios ritualistas, pasajes de instrumentación persa e hindú, y ese personal estilo de Death Metal que aderezan con un fuerte ramalazo Doom y un halo de oscuridad que los acerca en esencia al Black Metal. Procesando perfectamente una amplia gama de influencias —difícil no pensar en los norteamericanos Incantation—, los alemanes consiguen una vez más dar vida a un puñado de monolíticas composiciones que, en está ocasión, cuanto más largas son, mejor. Al igual que sus predecesores, el álbum está bañado por una portentosa producción que permite a los temas conservar ese característico tono cavernoso mientras logra que todo suene en su lugar de forma perfectamente clara.
Pocas veces —al menos en tiempos recientes— podemos hablar de una obra en donde todas las canciones están ejecutadas con tanto gusto y talento que hace inútil la tarea de sobreponer una a otra. No obstante, es sencillamente imposible dejar sin comentar esa inicial “I Am Christ”, cuyos rocosos riffs dejan claro que, pese a haberse sumergido en las enseñanzas de la cábala, los muchachos no se han olvidado precisamente de meter horas a sus instrumentos. Mención especial requiere de igual modo la ciclópea “Seven Altars Burn in Sin” —mi favorita, aunque recalco que es fútil anteponer una pieza a otra— en donde se permiten colarnos un guiño a los eternos Slayer —atentos al minuto 3:36— para luego bordar la segunda mitad del tema con los que son sencillamente los mejores solos registrados por esta gente. También brilla con luz propia la embrujada “The Heart of King Solomon in Sorcery” gracias a la condimentación étnica con el que está sazonado el corte.
El mundo lírico que es abierto ante nosotros, a través de la sepulcral voz de Mors Dalos Ra, gira —como cabe esperar— alrededor de las escrituras de —el gran bestseller— la Bíblia. El acercamiento del líder a los textos sagrados tiene un enfoque casi ilustrativo en temas como la epidémica “Exodos” («Aniquilando a Egipto con mis manos / decadencia / la ignorancia trae la pestilencia / ¡Yo soy el Señor! / Apareciendo en una llama de polvo / los ritos del juicio / (por) la aflicción de los israelitas»), mientras que en otras como la mastodóntica “In Meditation on the Death of Christ” las letras adquieren un registro especialmente apocalíptico («Lejos, sobre las estériles llanuras / las cruces apuñalan al cielo en sus venas / los ángeles eyaculan en alabanzas / […] / El Anticristo pronto se alzará / inmortalizado en carne humana / Vacío / sin sentido / el mundo a de arder»).
No me cabe la menor duda de que Domedon Doxomedon va a ser un trabajo sumamente abrumador para todos aquellos que están acostumbrados a consumir discos como si de comida rápida se tratara. En una absurda época en la que la tecnología nos ha permitido tener acceso a ridículas cantidades de música en cuestión de segundos —propiciando en muchos casos una pérdida total de consideración por esté noble arte—, está obra, es una de esas que merece la pena escucharse a la antigua usanza. Diecisiete años de travesía musical culminan —supuestamente— aquí; el templo de Necros Christos ha cerrado sus puertas y nosotros presentamos nuestros respetos.
Mors Al Ra: Voz, guitarras
Reverend N: Guitarras
Peter Habura: Bajo
Iván Hernández: Batería