Morbid Angel - Covenant

Enviado por Hawkmoon el Mié, 10/11/2010 - 23:40
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1. Rapture
2. Pain divine
3. World of shit (The promised land)
4. Vengeance is mine
5. The Lions Den
6. Blood on my Hands
7. Angel of Disease
8. Sworn to the Black
9. Nar Mattaru ( instrumental )
10. God of Emptiness

Morbid Angel, la sensacional banda formada en 1984 por el maestro de maestros, Trey Azaghtoth, define la esencia (y la escena) del Death Metal. No se te ocurra dudarlo ni por un mórbido segundo. El combo norteamericano personifica como nadie la actitud, la imagen y las formas de "la conducta, el modo de vida y el sonido Deathmetalero". Así como Judas Priest son el símbolo del Heavy Metal y Slayer los del Thrash más puro (por mucho que a día de hoy anden más perdidos que Robinson Crusoe), los de Tampa (Florida) han creado discos que son ya la bíblia del género y el referente más inmediato si lo que quieres es adentrarte en las entrañas del mortífero y oscuro reino del "Metal Muerto". Hasta su logotipo es más Death que la Parca misma. Lo dicho, los iconos por autonomasia del feudo más pantanoso y pestilente del universo Metal són éstos tios.

Trey Azaghtoth es un flipado total de las movidas relacionadas con Lovecraft, Aleister Crowley, los dioses del caos y el mundo ancestral de la magia y la barbarie (como muchos, yo entre ellos, la verdad) y utiliza, como debe de ser, a la banda para dar rienda suelta a sus pensamientos, su filosofía y su visión personal y única de como se enfocan esos pensares en su música. Y en honor a la verdad, hay que decir que el tío, y su propuesta, es, ha sido y será reverenciada hasta el fin de los tiempos, almenos por el menda.

"Altars of Madness", su espectacular debut de 1989, arrasó con todo lo anterior y obligó a legiones de seguidores y músicos a ponerse las pilas frente a lo que había nacido. Miles de bandas, desde aquel preciso momento, han intentado sonar igual que la creación de Trey Azaghtoth, y lo siguen intentando, pero pocas, por no decir ninguna, llega al nivel de los ángeles mórbidos. Claro que la banda tuvo sus propios referentes musicales (una amalgama bizarra que comprende el Rock setentero, la furia de unos Slayer primerizos, el sonido de guitarras y solos a lo Van Halen y bastante escuela Schuldiner), y como todo maestro, antes ha sido aprendiz. "Blessed Are the Sick", la entrega de 1991, no le fue a la zaga, y en nada se convirtió en un clásico de igual o más nivel (aún existe una ley no escrita, que deja en el aire cuál de éstos dos tesoros musicales de lo extremo es el mejor de la formación, pero que no cuestiona que es uno de los dos).

Tours inacabables (aunque muy exitosos) junto a grupos de la talla de Motörhead, Venom, Napalm Death, Carcass, Sepultura o Cannibal Corpse, los curtieron de cara al directo, puliéndolos del todo como músicos, y, obviamente, el siguiente escalón los iba a llevar a "El gran paso" que toda banda debe de dar en su carrera, el tercer disco, el temido por muchos tercer disco. El momento de definir tu estilo o el de irte a tomar viento. El doble o nada del perverso, a veces, mundo del Metal(y de la música en general, vaya).

Morbid Angel tenían que poner toda la carne en el asador, pues no se puede uno permitir defraudar a la parroquia del género cuando uno es un dios del estilo y tiene a sus espaldas lo que éstos tios tenían. Giant, la multinacional americana, ofreció un contrato sustancioso a la banda, y ésta pasó rápidamente a formar parte de la escudería de una las discográficas más relevantes del mundo (hecho que la comunidad Deather no vió para nada con buenos ojos, pues se temía por la integridad musical de Morbid Angel). Giant, con su infinidad de medios y presupuesto para giras, clips y demás, se iba a encargar de distribuir el nuevo trabajo del grupo por toda América, y Earache Records, su sello descubridor (y cuna oficial de muchos grandes de lo extremo) les distribuiría por el resto del mundo. Flemming Rasmussen, el flamante ingeniero de sonido y co-productor de discos como "Ride the Lightning", "Master of Puppets" o "...And Justice For All" de Metallica, se iba a poner trás los controles para producir el invento. Era obvio que se preparaba algo gordo, algo muy gordo en el seno de la banda.

En ese momento, Richard Brunelle, el guitarra que había estampado su sello en los primeros dos trabajos de la banda, abandona el barco y, ante el estupor de miles de fans, Morbid Angel se convierten en trio, quedando al bajo y a la voz, David Vincent, a la batería, el cronómetro humano que es Pete Sandoval y a la guitarra, el bueno de Trey. Tres eran ahora los miembros y el tercer trabajo era el que se avecinaba. Tres y tres, seis... ¿Los dioses del caos amaban a Morbid Angel y los astros se volvían a alinear para que la banda editase otra obra maestra? Ahora lo sabremos.

El título del disco, "Covenant" (pacto, convenio, acuerdo...)no abandona la línea de los pasados trabajos, es decir, sigue el orden alfabético natural que se habia establecido con "Altars of Madness" y " Blessed AreThe Sick" (otra de las originalidades de la banda). La portada, una fotografía de Luton Sinfield, es realmente atractiva por su simpleza. Una pieza sobría y enigmática que enseña todo lo que necesitamos para pactar con el maligno (el manido libro de hechizos, las velas y toda la imaginería que convive con el mundo satanista, tanto el de pega como el real). "Menos es más", parece decirnos esa portada. No hace falta una apabullante presentación, cuando lo más importante, que es la música, ya lo es. Simpleza intrincada (o enrevesamiento directo), oscuridad y efectividad, ese es el lema.

"Rapture" se abre sin avisar, y cuando te quieres dar cuenta, te hallas en medio de un huracán de riffeo ultrapoderoso y obscenamente demoledor. El tema narra las inquietudes y reflexiones de un hereje que será próximamente ajusticiado por la Inquisición. Trey Azaghtoth se sale de la naturaleza habitual de los guitarristas extremos y despliega toda su técnica y conocimientos (que son tantos y tan variados que citarlos aquí extendería la lectura de la reseña unos dos dias) y los pone al servicio del tema. Brutalidad total bañada en místicos arreglos, cambios de ritmo imposibles y melodías salvajes a la velocidad de la luz. La tarea de la garganta de David Vincent (que mejora sobremanera respecto a su anterior "Blessed Are The Sick", y se torna más poderosa e incisiva) es simplemente soberbia, atronando y rugiendo como un oso cavernario de lo más voraz, eso sí, sus partes vocales se hacen la mar de entendibles, algo que se agradece ciertamente, pues el mensaje duro y seminal de la banda llega a todos sin ningún tipo de interferencia. Directos a tu alma, para corromperla y pudrirla desde su mismo centro vital. Pete Sandoval, por su parte, hace honor a su estatus de amo del cotarro y llena el tema con su pegada, su destreza y su potencia casi inhumana a la batería (sin duda, Dave Lombardo puede descansar tranquilo, pues ya tiene usurpador de trono y, por el momento, sin rival a la vista). Inicio de disco que anuncia a los cuatro vientos (y a todos los dioses del caos) que Morbid Angel podían pertenecer a una discográfica enorme, pero que sus raices puramente underground estaban más vigentes que nunca. Ricos, sí, pero extremos hasta la médula. Mención especial a su potente videoclip (que tuvo un fuerte impacto en la Mtv), uno de los mejores en el estilo, sin duda.

El mundo del sadomasoquismo y el placer en el propio dolor (o el dolor ajeno) no es un tema que escape a la voraz hambre de instintos lúgubres que la banda atesora en forma de canciones desde sus inicios y, sin más, "Pain Divine" hace acto de aparición para que se nos relate qué (y como) se siente un hombre al crear, recibir o percibir cualquier tipo de dolor. El grupo al completo establece un muro total de sonido para el sórdido relato sonoro. El bajo de Vincent se torna aquí en un arma percutante y la batería del amigo Sandoval no hace más que avasallarte sin descanso hasta el paroxismo. Una patada en la cara no hace más daño que éste tema a todo volumen.

"World of Shit (The Promised Land)", todo un canto nihilista y anticristiano, contínua con la rabia acuchilladora y descarnada de los temas anteriores, pero ahora, el tempo de la canción decelera y conocemos al detalle el paisaje sonoro que nuestros guías nos hacen degustar. Pero uno no se puede (ni se debe) relajar en un disco como éste y, en cuestión de segundos, el tren se pone de nuevo a toda máquina y el cruce entre densidad,volumen,energía y ferocidad musical logra que te vuelvas loco de emoción, si lo que amas más que nada en ésta vida es un buen riffeo, claro.

Trey Azaghtoth se luce en el disco el multitud de ocasiones a lo largo de todo el trabajo de 1993, pero hay un sentimiento especial de naturaleza casi divina en la composición de "Vengeance is Mine" (uno de mis temas estrella de la formación en toda su historia). La ira y la matanza sonora siguen estando en todo momento presentes, pero la magia de ser uno de los mejores compositores en el estilo se palpa, y mucho, en éste temazo. Hay guitarristas con clase, los hay con feeling y, luego, en la otra orilla, existe una casta de tios especiales que simplemente nacieron para hacer lo que hacen, pues nadie lo puede hacer mejor que ellos. Trey es uno de esos talentos y sólo hay que indagar en dicho tema para tener esa apreciación. El Metal extremo tiene demasiados limites creativos, pero si hay una banda que los derriban a su antojo cada vez que entran en un estudio de grabación, esos son Morbid Angel. "Vengeance is Mine" sirve como ejemplo sin tara. Lo mismo de siempre, pero elevado a un nuevo (y desconocido, hasta el momento) estado sonoro. Gurús por decreto. Reyes del feudo por ley.

El espectáculo salvaje (y porqué no decirlo, divertido, si eres un auténtico cabronazo) de lanzar cristianos a los leones para servir como entretenimiento enfermizo y casi Darwiniano, es ahora sonorizado y trasladado al reino del Death Metal a través del angustiante y ultrarítmico "The Lions Den". Pieza de artillería de calibre abismal. Un cañonazo. Apunto que Sandoval parece haber nacido con 8 brazos con el temita de marras, pues nada se deja por "tocar" con su "varita-baqueta" de Mago Negro, y cuando digo nada, es nada. Vibraciones ancestrales de violencia y brutalidad vienen a uno con semejante canción y, desde luego, con semejante interpretación por parte de los músicos, que rozan la frontera entre la genialidad y la locura a cada riff, a cada trueno sonoro de ese doble bombo (que arde como lava volcánica) o a cada growl abrupto y desgarrado de David Vincent. El tema te hace sentir como esos cristianos que se ausentaron de nuestro plano astral al ritmo de su propios huesos haciéndose añicos. Así se queda uno después de "The Lions Den", hecho pedazos sanguinolentos y latentes.

"Blood On My Hands" es otra diatriba apabullantemente dura que trata el mundo de las visiones y las profecías (o más bien el infierno personal que alguien que las vive y las sufre en su propia carne). Se huele a kilómetros la agonía desoladora que emana del tema. Cabalgada constante que no se corta en lanzarse a mil por hora y, encima, sin valorar que la frenada puede ser letal. Kamikazes con cojones, así se las gastan Vincent y sus muchachos.

"Angel of Disease" nos hace retroceder en el tiempo y nos hace sentir lo mismo que la primera vez que perdimos la virginidad de nuestras almas al conocer y adentrarnos en su "Altars of Madness", pero conforme avanzamos por esas lineas salvajes de guitarra es "Blessed Are The Sick" (y esa manera de componer tan anclada en el martilleo rítmico y "Sabbathiano") el sonido que me viene a la mente. El tema, es en sí mismo, un recorrido sonoro por el pasado y el presente de la formación. Éste ya estaba creado de antemano desde hacía años (sólo hay que darse un paseíto por las primeras maquetas y demos de nuestros muchachos) y un discazo como "Covenant" (tan primigenio y salvaje) era el lugar ideal para acabar viviendo. Los cambios de ritmo y esos solos de Azaghtoth que sólo Dios (o el Diablo) sabe de donde salen, hacen de "Angel of Disease" una de las joyas de la corona de éste abrasador capitulo de los Angel. Conforme avanza el disco, uno no nota más que superación y hambre de más, pese a que lo que estamos viviendo, da miedo. Escuchar "Covenant" es una de las mejores pesadillas que un metalhead puede vivir. Del todo cierto.

"Sworn to the Black" es un remate, un tiro de gracia al cádaver que somos después de tanta violencia y brutalidad espectral. Más leña, más demencia y más vehemencia diabólica. Pocas veces un grupo puede practicar un estilo tan sectario y salirse de madre innovando y haciendo patente su propia personalidad. Hay que pensar que por las directrices y el modus operandi del propio género, eso cuesta, pero Morbid Angel pueden levantarse por las mañanas, mirarse al espejo y decirlo bien alto. Y "Sworn to the Black" será lo que podrán alegar cuando alguien lo ponga en duda (bueno, "Sworn to the Black"y cualquier momento de sus cuatro primeros discos, jejeje).

"Nar Mataru", un instrumental intrascendente sirve de antesala para "God Of Emptiness", el punto final de la obra. La escena sonora de todo el trabajo se mixturiza aquí en "un todo" etéreo, un embudo musical que actúa de filtro catalizador de toda la obra de la banda(desde 1989 a 1993). La esencia al completo de lo que es Morbid Angel se estampa a fuego en sólo cinco minutos y veintisiete segundos. Un tema tan denso y farragoso, como excitante y acaparador. La parte final de "God Of Emptiness" sorprende sobremanera con una voz limpia de Mr.Vincent (¿síntomas de innovación? desde luego... pero esa innovación que engrandece las energias que forman el sonido de una banda). Black Sabbath, el aura Stoner y las esencias más desalmadas de los mejores rifferos de la historia de aúnan para dar vida al "engendro" final.

"Covenant", un disco que siempre queda en la memoria de muchos como el tercer mejor trabajo de Morbid Angel, pero que para otros, es sólo el inicio de su era más apocalíptica y rifferamente poderosa en cuestión de encontrar nuevos caminos para la ejecución de su premisa.

Para mí, los cuatro primeros trabajos de la banda son un referente esencial (todos por igual de grandes) y éste "Covenant" es el disco que cualquiera soñaría con editar. Pureza, entrega, desenfreno, abismos y encuentros sepulcrales de guitarras y baterías paridas por el mismo Diablo, una voz que hiela la sangre y un Valhalla sónico de díficil descripción si no eres entusiasta del combo.

Morbid Angel son la ley en ese universo sin ley que es el Death Metal y "Covenant", uno de sus máximos jueces. No te metas a tocar Death si no estás dispuesto a superar ésto, pues siempre serás un don nadie al lado del mismo.

4 cuernazos altotes (de alguno de esos dioses de Lovecraft y Trey) para el disco más crudo, visceral y salvaje que Morbid Angel hayan entregado jamás.

David Vincent - Bajo y voz
Trey Azaghtoth - Guitarras
Pete Sandoval - Bateria

Sello
Giant/Earache