Marilyn Manson - Antichrist Superstar

Enviado por Cuericaeno el Sáb, 05/07/2008 - 05:49
348

Cycle I - The Heirophant
1. Irresponsible Hate Anthem
2. The Beautiful People
3. Dried Up, Tied And Dead To The World
4. Tourniquet

Cycle II - Inauguration Of The Worm
5. Little Horn
6. Cryptorchid
7. Deformography
8. Wormboy
9. Mister Superstar
10. Angel With The Scabbed Wings
11. Kinderfeld

Cycle III - Disintegrator Rising
12. Antichrist Superstar
13. 1996
14. Minute Of Decay
15. The Reflecting God
16. Man That You Fear

99. [secret track]

”We hate love, we love hate…”

La represión, la doble moral, la censura, la religión, la violencia, el poder, la incultura y la estupidez de un imperio autoproclamado “país de la libertad y las oportunidades” se fue decantando en sus cloacas, en el abismo de su ser, formando un poso que se alzó en crisálida de odio hecho fango, aderezado por la colectiva inmundicia espiritual de esa nación. Esa crisálida eclosionó para dar su fruto, un ángel prohibido que crecería para ser odiado por los mismos que lo crearon. Pero ya el daño está hecho, ya no hay vuelta atrás, atacándole no lo heriréis, lo haréis más fuerte, más célebre a vuestro anticristo… un Anticristo Superstar.

En plena decrepitud del siglo XX, Marilyn Manson y su “androgenie” acentuaron tal estertor trayendo al Mundo su obra, gestada tras un extenso ritual de insomnio y hambre sólo nutrido por las drogas, buscando conquistar el más alterado estado de conciencia y rescatar de él lo que buscaban… la banda sonora del Apocalipsis:

Una multitud corea un lema: ”Odiamos el amor, amamos el odio”, pronto irrumpe en sacudidas el huracán decibélico que éstos invocaban. Un ritmo iracundo que zarandea riffs saturados, y en el epicentro, susurros precediendo alaridos que traen mensajes venenosos. Con Irresponsable Hate Anthem se asoman a la mente del melómano los legendarios King Crimson, que cual profetas, esbozaron con su música en el ocaso de los ’60 cómo sería el ”Hombre Esquizoide del Siglo XXI”, cumpliéndose su profecía con un margen de error de tan sólo media década. Escúchese si no, ese filtro de voz tan decadente e industrial de Greg Lake, junto a los extravagantes riffs y estridentes arreglos de aquella antigua canción.

No hay insultos ni ataques bastantes, ni en número ni en forma, que sacien a Manson de su odio al sistema (”No nací con suficientes dedos corazones”), la provocación estaba servida en aquella segunda mitad de los ’90.
Y esa provocación se encarna en riff con The Beautiful People, una pieza de vandalismo seductor que te incita a seguir su salvaje son. Simple, directo, tenaz.

Tras un enfermizo y rockero Dried Up, Tied And Dead To The World, llega Tourniquet, una grotesca canción de amor que entra con ebrio paso, narrando en su letra el insano empeño de un hombre por mantener cerca suyo a su amada, que ya muerta, es embalsamada por él de forma rudimentaria mediante torpes remiendos y miembros ortopédicos. Pero tristemente su misión fracasa, pues ”Las moscas siempre dejan sus larvas”.

Se abre el segundo ciclo presentando al desaforado Little Horn (”El Mundo se abre de piernas para otra estrella, el Mundo muestra su rostro para otra cicatriz”), seguido del hipnótico Cryptorchid, que te sume en un coma inducido de electrónica psicodelia. Su turbadora letra es transmitida por una espectral voz de helio, como si se tratase de un arcángel alienígena, articulando mensajes en clave cual símbolos de un oscuro arte hermético, o como traídos a fragmentos desde una ventana espacio-temporal. Un delirio febril a siglos luz de nuestra música terrena. Curiosa pieza.

Este inquietante ciclo del Gusano continúa con la áspera y densa atmósfera de Deformography, siguiéndola el ritmo atrofiado del entrañable Wormboy, tan bizarro como suculento. Mister Superstar trata el fenómeno fan de la forma más extrema y trágica, aunque no exenta de absoluta realidad. Ésta empieza tímidamente con un ”Hey, Mr. Superstar, ¿puedo hacer algo por Vd.?”, más adelante se muestra más enérgica y fanática con un “Hey, Mr. Superdios, ¿contestarás a mis rezos?”, hasta que la cosa pierde pie en un ”Me mataría por ti”, hasta llegar al cenit de la locura en un ”¡Te mataré si no puedo tenerte!”. A nuestra mente viene raudo el asesinato de John Lennon. Magnífica letra de un magnífico tema.

Un rancio riff entrecortado se va abriendo paso con asqueroso desdén, aquí llega mi tema predilecto… Sucio, decadente, desafiante, convulso, irreverente, provocador, cumpliendo tales aspectos tanto en música como en actitud y en letra: Llega el “Ángel de las Alas Encostradas”, aquél que nadie quiere ser, pero le gusta verlo. El morbo buscó piel y se manifestó, el freak en su antiguo y real significado, no el que se ha desvirtuado con la era actual. Este tema hiere, con su amorfo Rock N’ Roll de fin de siglo infectado de distorsionados coros de ultratumba, un perverso corte que deja una bella cicatriz en tu memoria.

Tras el desgarbado ángel, los timbales de Ginger dan paso a un parsimonioso y depresivo Kinderfeld, que se deja caer mordisqueado por presencias electrónicas de vasta textura, una especie de Blues de otra dimensión susurrado por el “reverendo” y tornándose cada vez más opresivo y delirante.

Y llegó la hora de Antichrist Superstar, un himno de alzamiento que exige con voz firme el arrepentimiento por parte de los que moldearon esta oveja negra de la sociedad. Coros multitudinarios marcan un ritmo que avanza como un bulldozzer de guitarras gruesas. Un tema nacido para el directo, para enardecer masas e invitarlas al caos.

Y aquí se hace hueco el nihilismo elevado a la máxima potencia, el tema más bestia del plástico y con las letras más radicales y autodestructivas que pueda escribir un mortal: 1996. En este corte, un iracundo y vociferante Manson desgrana a garganta partida todo en lo que está en contra, alegando que no puede creer en las cosas que no creen en él, y autoproclamándose el dios de la anti-música. Así él grapa a dentelladas ante cada palabra que grita su correspondiente “anti-”, hasta que termina diciendo: “Anti-canción y anti-yo, no merezco oportunidad para existir”. Cantante y canción acaban cayendo exhaustos contra el suelo entre un estridente océano de acoples, armónicos y demás ruidos. Devastadoras secuelas tras un ciclón de odio hecho música.

Y ese ”minuto de decaída” se plasma en canción, una balada presentada por el bajo de Twiggy acompañado suavemente por Ginger a las baquetas, transportándonos hasta las sucísimas guitarras que manchan de óxido el corte, bañado de melancolía por la quebrada línea vocal de Marilyn. Relajante tema, que se despide dormitando en tenues notas de teclado.

Mr. Manson empieza a capella para luego unírsele el resto de su clan en The Reflecting God, una canción que ensalza el ego de cada uno, diciéndonos que cada uno somos nuestro propio dios.

”Allí hay un sueño dentro de un sueño,
Estoy más despierto cuanto más duermo,
Me entenderás cuando esté muerto”
.

“Fui a Dios para verle, y me estaba viendo a mí mismo,
Vi que Cielo e Infierno eran mentiras.
Cuando soy Dios, todos mueren”
.

Gran tema, con un estribillo martilleante que incita a la confusión en un mar de cabezas agitadas que se dibujan en la vista de tu mente, no sabiendo en qué momento está sonando el corte en directo o en estudio, transmitiendo toda la fuerza de un espectáculo incendiario. Puesto que, desde esa filosofía, cuando descubres que eres Dios, de ti desaparece toda señal de alarma, toda sensación de peligro, todo ello se desvanece junto con ese miedo al dolor y a la muerte innato en nosotros, pues ”Sin la amenaza de la muerte, no hay razón para vivir en absoluto”.

Tras la brutalidad, llega como un ungüento otra balada, que curando las heridas de guerra de aquel ataque anterior, se muestra más amable, pero no por ello deja de ser peligrosa su presencia, pues es ”el hombre al que temes”, la herida que nunca sana. Se cierra un telón bordado de psicofonías susurradas por un arrítmico orfeón de infantes, que lo envuelve todo de tal forma y con tal nitidez que a la primera escucha muchos temen y dudan sobre si algunas de esas entidades han encontrado vehículo espiritual en las ondas sonoras, pareciendo que tanto caos pudiera derramar algo hacia tu “mundo real”.

Tras terminar ese “último” tema, las siguientes pistas del CD van corriendo vacías, durando cada una pocos segundos, hasta llegar a la pista 99, en la que vuelven a manifestarse los infantes (distinguiéndose entre sus voces la de Manson), como en un segundo intento de comunicación con los vivos… ¿o los muertos?... ¿En qué bando estamos, teniendo en cuenta esa sabiduría existencial de la que gozan tales voces?.

La suma transgresión cupo en el corsé de un álbum que hoy por hoy sigue siendo lo más temerario y corrosivo que ha engendrado el Rock en toda su historia, tanto en imagen, como en actitud, tanto en su filosofía como en lo más importante… su música. Puesto que muchos dijeron que todo era marketing, que Marilyn Manson era una banda postiza, si bien es así, si todo era fachada, ¿cómo es posible que yo haya colgado esta crítica hoy, después de más de una década de su lanzamiento?.

Marilyn Manson, tras terminar la gira de este álbum, suicidó a su anticristo, ¿para qué?, para convertirlo en lo que es hoy, una leyenda.

”Vé y construye un mejor mesías, nosotros podemos cavar otra tumba”.
[pista 99]

Marilyn Manson: Voz
Twiggy Ramírez: Bajo
Zim Zum: Guitarra
Madonna Wayne Gacy: Teclado
Ginger Fish: Batería

Sello
Nothing