Lustre - They Awoke To The Scent Of Spring

Enviado por Millinomilesaway el Vie, 06/11/2015 - 18:40
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01. Part 1
02. Part 2
03. Part 3
04. Part 4

Disco completo

Hace un día realmente extraño para hablar de un disco así. Hace un sol radiante (en pleno noviembre), los críos juegan en el parque de abajo, no hay ni una sola nube en el cielo y los perros pasean y olisquean tranquilamente las deposiciones de sus semejantes. Quizá por eso me haya decidido a escribir sobre él hoy, por la calma y lo inadecuado.

Recuerdo cuando empecé a meterme un poco más en el Black, siempre por recomendaciones de gente que tenía más callo que yo, y con propuestas bastante ortodoxas, chatarreras y ciertamente tendentes al lo-fi. Con el tiempo, como todo el mundo, fui desarrollando un cierto criterio propio, aun teniendo en cuenta que no soy ni mucho menos un experto en el estilo, y tirando hacia lo atmosférico, lo ambiental y tranquilo, en cierta manera. A día de hoy, es la rama que más me sigue interesando y llenando.

Cuando me pongo cualquier disco de éstos, me gusta tumbarme en la cama tranquilamente y que me envuelva la música, que me haga sentir una cierta trascendentalidad que poco o nada puede tener que ver con la que verdaderamente posea el disco, pero eso es lo de menos. El trance, imaginarme que estoy en mitad de la naturaleza (preferiblemente nocturna, nevada, forestal y todos los tópicos asociados que se os ocurran) es lo que precisamente me llama de esta música.

En un momento de estos de frikerío extremo, de buscar discos por la red, bajándomelos al peso siendo consciente de que seguramente no tendría tiempo en los próximos 7 años de darles una escucha a todos, me topé con este proyecto unipersonal de un tal Nachtzeit, desde la siempre interesante Suecia, que me enamoró profundamente. Ahí estaba todo lo que me gustaba: Profundidad en base a 4 acordes durante 10 o 12 minutos, teclados absolutamente sencillos pero que logran transmitir una barbaridad, una voz que es mero acompañamiento, y una atmósfera (lo principal, sin duda) totalmente envolvente. Los recursos, como he comentado, son escasos, unidos a una batería imagino que totalmente programada (se me hace difícil pensar en un batería formando un grupo para tocar exactamente lo mismo, al mismo ritmo y sin un solo cambio durante más de 10 minutos, algo así como Darkspace pero en muy lento), y unas letras que, para colmo, acompañan la filosofía musical del disco a la perfección:

Year after year, deeply they slept
In the dark neath a thick crystal blanket
Yet, year after year
They awoke to the warm light of day

De acuerdo, podría haberlo escrito yo, pero no me negaréis que es cuanto menos misteriosa y si la escucháis junto a la música pega a la perfección. Ellos, ¿quienes son ellos? Pues quién vosotros queráis, la libre interpretación es una ventaja innegable a la hora de escribir.

En fin, el disco comienza con la primera parte de las cuatro (muy originales los nombres), y aquí ya se ven todos los ingredientes a la perfección: Lentitud, simplicidad, y mucho sentimiento. La canción consta de dos partes, básicamente: La parte sin teclado y la parte con teclado. No hay más variaciones. Tiene una cadencia en el riff, en la forma de tocarlo, que casi parece un vals muy lento y muy oscuro, construido con guitarras y el cubase en la habitación de una cabaña.

El segundo tema recoge absolutamente los mismos aspectos, pero la melodía es tan exageradamente preciosa, que me hace sobrecogerme durante los exactamente 11:06 minutos que dura. Hasta la voz, totalmente distorsionada y pasada por los filtros que haya que pasar, es bella, desolada, angustiosa, desesperada, como el propio riff, que suena a huida, a frío, pero también a hogar. Tiene escarcha y tiene calidez, algo incongruente totalmente, pero así me suena a mí.

El disco se cierra con dos cortes ligeramente diferentes. La tercera parte se construye sobre un arpegio cíclico de teclado y unos arreglos minimalistas de guitarra, hasta que entra la batería y sigue con ella hasta el final. Un corte que sume en la más absoluta calma y que prepara la transición perfecta hacia el último corte, encaminando el disco hacia una imaginaria cuesta abajo en intensidad, cerrada con un tema totalmente ambiental en el que el sonido de la lluvia es el único protagonista. Y cuando acaba de llover, ya te has quedado plácidamente dormido.

No se le puede achacar originalidad, ni técnica, ni una musicalidad compleja. Tampoco las necesita, pues lo suple todo con sencillez, buen hacer y, sobre todo, sentimiento. Probablemente el disco del estilo que más me he puesto en estos años, y no me cansa. Le iba a dar la máxima nota, pero intentando no dejarme llevar por sentimentalismos (que debería hacerlo, qué cojones, esto no es una tesis doctoral), le pongo algo menos, porque hay obras mejores, por supuesto, seguramente desde muchos ángulos, pero pocas que me hayan llegado tanto.

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