Los Suaves - ¿Hay Alguien Ahí?

Enviado por Stoned el Jue, 26/11/2015 - 14:43
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Telonearon a los Rolling Stones y a los Ramones. Llevan al pie del cañón más de 35 años, ofreciendo más un millar de actuaciones.Tienen una plaza con su nombre en Ourense, su localidad natal, y su logo, el famoso gato bufando, en actitud agresiva, ha adornado camisetas de cientos de personas, desde prepúberes hasta de los ya talluditos cuarentones más cerca del medio siglo que otra cosa. Ellos mismos, Los Suaves, suelen utilizar camisetas y sudaderas con su propio logo, el mítico gato, como si el hecho de llevar el logo de tu banda impreso en el pecho te hiciera reafirmarte aún más en tu propia identidad, en tus convicciones. En tus maneras de vivir, que dirían otros míticos rockeros españoles.

Han sonado incansablemente en esos encantadores antros infernales que frecuentábamos hace ya años (y por los que todavía nos dejamos caer de cuando en cuando, al menos los que aún siguen abiertos) entre gigantescos vasos de cerveza, entre recipientes a rebosar de pegajoso y castizo kalimotxo, de filas de chupitos imposibles compuestos por toda la gama crómatica que es capaz de ofrecer la madre naturaleza y de filas mucho menos legales y saludables; esos antros en los que el retrete es un agujero infame que comunica inequívocamente con el mismísimo infierno. Ese es el hábitat natural de la música de Los Suaves.

Son ya banda de culto del rock español, con algunos de los seguidores más fieles de toda la escena: ahí queda la mítica frase utilizada por sus más acérrimos fans, “Los Suaves somos todos”, resumidora de una filosofía vital. Yosi, carismático frontman y letrista, es considerado por sus fans como una especie de gurú del rock and roll. Quizá su época de mayor éxito fue la década de los noventa; en ella editaron algunas de sus más grandes obras, incluyendo mi favorito, “San Francisco Express” (1997). Durante la gira de su anterior trabajo, “Santa Compaña” (1994), grabarían su segundo disco en directo hasta ese momento, “¿Hay Alguien Ahí?” (1995) que se convertiría en su mejor live y uno de los artefactos más recomendables para acercarse desde cero a la eterna banda del gato enfurruñado.

“¿Hay Alguien Ahí?” es un disco en vivo que cuenta con numerosas versiones: la primera fue una edición en triple CD, el tercero registrado en una mini actuación en los míticos estudios Kirios sitos en la extrarradial ciudad de Alcorcón y en los que tantos grandes nombres de nuestro rock registraron algunos de sus más reconocidos discos. La segunda versión fue editada en dos CD’s, por problemas de discográficas en torno al derecho de ciertas composiciones de la banda, dándose también la circunstancia de cambios de tracklist con respecto a la edición original de 3 CD’s. La tercera y última versión de “¿Hay Alguien Ahí?” está compuesta por un solo CD y recopila lo mejor de la segunda. Nosotros nos centraremos en ésa, en la segunda, por ser la más común de encontrar en tiendas y la que seguramente tenga en su estantería cualquier poseedor del álbum.

Lo primero que se puede decir de “¿Hay Alguien Ahí?” es que suena realmente bien. De puta madre, vamos. El track list sólo podría haberse mejorado si el posterior “San Francisco Express” hubiese sido ya editado y se hubiesen incluído canciones de éste, mi favorito como ya dije. Los Suaves están en un óptimo estado de forma, son una máquina totalmente engrasada y fuera de control como el tren de la portada del citado “San Francisco Express”, arrollando cualquier cosa que se les ponga delante del hocico, y el público totalmente entregado a la magia de Yosi y compañía. Éste último es una de las grandes bazas de la grabación: es un tipo con poca o ninguna voz, hecho que molesta a muchos oyentes, pero que desprende, incluso a través de una grabación sonora registrada hace ya décadas, una actitud mesiánica totalmente hipnótica. Es sin duda uno de los personajes más carismáticos y queridos del rock español, a pesar de la leyenda (parece que cierta) que describe a Yosi Domínguez como un agente de la Policía Nacional en los primeros años de la joven democracia (y todo indica que también en los últimos años de dictadura), oficio que abandonaría para dedicarse en cuerpo y alma al rock and roll.

Otro de los nombres propios de “¿Hay Alguien Ahí?” es el guitarrista Alberto Cereijo, si acaso uno de las mejores hachas de rock duro de la piel de toro. Fue a principios de los ’90 el sustituto del bonachón Hermes Alogo, que a día de hoy sigue desaparecido, quién sabe si muerto; Hermes es, valga de reconocimiento póstumo, el solista de los grandes discos ochenteros de Los Suaves, incluyendo inmortales éxitos como “Dolores Se Llamaba Lola”. La inclusión de Cereijo en el seno de la banda trajo consigo un endurecimiento, un tono más metálico en la sonoridad del grupo. Alberto está pues aquí absolutamente demoledor: prende fuego a todo con sus riffs y sus solos devastadores y asume a lo largo de todo el disco un potagonista primer plano.

Es así, dado este gran estado de forma que las grandes composiciones de Los Suaves adquieren una dimensión única en “¿Hay Alguien Ahí?”, sonando más vivas y dinámicas que nunca. El comienzo con “No Puedo Dejar El Rock” (“no puedo dejar el ron”, vociferaban algunos en los infames garitos que mencionaba antes) es absolutamente atronador, con Yosi preguntando previamente “¿Hay alguien ahí?” ante los aullidos de miles de almas.

Se sucede el rock duro en cortes como “Maldita Sea Mi Suerte” o “La Noche Se Muere”, para encontrarnos repentinamente con “Dolores Se Llamaba Lola”, que no es si no la historia que narró con inusitada mala leche Bob Dylan en “Like A Rolling Stone” pero a la española. Esta canción es desde luego uno de los himnos absolutos del rock en castellano, es la composición que trascenderá a sus propios creadores décadas después de que hayan muerto. Es uno de los riffs de guitarra más irrestibles (incluyendo rock internacional) que yo haya escuchado; estoy seguro que ha empujado a cientos de personas a colocarse una guitarra barata en el regazo para intentar reproducirlo por ellos mismos, con más o menos suerte. Curiosamente, en el segundo CD sonará de nuevo, apareciendo este tema por duplicado en “¿Hay Alguien Ahí?”; podrían, para mi gusto, haber metido otra canción y no repetir, por muy mítica que sea la pobre Dolores. La pobre Lola, que por cierto, ¿cuántas canciones, rockeras y no rockeras, españolas, latinoamericanas, norteamericanas o británicas se llaman “Lola” o mencionan a una tal Lola en su letra?

Más éxitos imperecederos se suceden en temas como “Pobre Jugador” o “Si Pudiera” dan paso a la absoluta épica de “Viajando Al Fin De La Noche”, en cuya versión de estudio tocó el inmortal guitarrista (y uno de los mejores de la historia) Alvin Lee de Ten Years After, cuya actuación en Woodstock debería quedar fijada en la memoria reptiliana de cualquier rockero que se precie de serlo.

“Malas Noticias”, de nuevo composición legendaria de la banda gallega, baja algo la distorsión y los wattios como en la siguiente, “Pardao”, en la que Yosi agarra además una guitarra acústica, y que es una de mis favoritas supremas de los de Ourense: puro feeling este retrato de un músico callejero al que llaman Pardao (gorrión en gallego) que recorre las húmedas calles de una indeterminada ciudad gallega tocando su desgastada guitarra para sacarse unos duros que le permitan comer ese día, ante la frenética vida que se desarrolla a su alrrededor; aunque llueva el se queda ahí, agarrado a su vieja guitarra, entonando sus viejas canciones, impávido. Como los gorriones bajo la lluvia.

Ya en el segundo CD, nos encontramos con “Hendrix”, una composición en honor al zurdo de Seattle y con un sonido asombrosamente parecido al que estiló en vida. Y por supuesto más clásicos como “Peligrosa María”, “Sin Empleo”, “El Afilador” o “Dulce Castigo”, pero este segundo CD es sobre todo un sincero homenaje de Los Suaves a sus ídolos. Ya comentamos a Hendrix, pero también tributarán a Chuck Berry entonando una versión en castellano de “Johnny B. Goode” (así empezó y todo y así se acaba, grita Yosi) a Leño con una metálica “Maneras De Vivir”, tema tan mítico, tan hímnico como su Lola… y sobre todo a Thin Lizzy.

Y es que ofrecen dos versiones de los irlandeses: “Massacre” y “Baby Please Don’t Go”. Ya le dedicaron, además, un tema a Phil Lynott cuando falleció y podemos decir que, en cierta manera, Los Suaves son los Lizzy españoles. Esa nostalgia que impregnaba muchas de las composiciones de los irlandeses la encontramos también en las canciones de Los Suaves, en esa castiza morriña gallega; muchos temas de ambas bandas hablan de perdedores y comparten incluso sonoridades parecidas: “El Afilador” podría haber sido compuesta perfectamente por Thin Lizzy. Otro reconocimiento a sus ídolos: el disco está dedicado a Rory Gallagher, recientemente fallecido cuando se editó el álbum.

Hoy, a finales de 2015, las campanas tocan a muerto por Los Suaves y su tañido es más audible a cada día que pasa; Yosi está empezando a aproximarse a las siete décadas de vida y no ha llevado una dieta particularmente saludable. La hepatitis que padece es cada vez más difícil de compaginar con las giras y con el alcoholismo crónico que le hizo arrastrarse la pasada década por escenarios de todo el país balbuceando las letras que escribió y sufriendo caídas en pleno directo, con cara de no saber muy bien ni dónde estaba.

Los Suaves se acaban, aunque ellos mismos parecen reacios a extinguirse sin más. Porque son más de 35 años paseando su rock duro por escenarios de todo el país, porque son más de mil conciertos, de citas con enfervorecidos seguidores; porque su gato es ya imaginería popular e imperecedera del rock de este país. Porque Los Suaves somos todos.

Yosi Domínguez: Voz, guitarra acústica, armónica
Alberto Cereijo: Guitarra
Charly Domínguez: Bajo
Ramón Costoya: Guitarra
Álgel Barrio: Batería

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