
1. No
2. El amor duele
3. Muñecas
4. Espejo
5. Mentir
6. La edad de las mujeres
7. Y yo
8. Por dentro
9. El banquete
10. Casada
11. Rock is not dead
12. Detrás de ti
13. Venus
Bajo el nombre mítico y femenino de Lilith se esconde una banda de punk rock catalana que destila frescura, rabia, fuerza y concisión a mansalva, liderada por Agnès, una bestia parda de cantante capaz de pasar con naturalidad de registros dulces y graves de contralto a la más feroz abrasión de los cándidos tímpanos del que se ponga por delante. El grupo suena como un cañón, conjuntado y potente a más no poder, blandiendo las armas de quien quiere tocar rock y punto, con la simpleza y contundencia en los arreglos típica del género pero con un punto extra de intensidad e inspiración que lo hace despuntar de entre tanto rockero de a pie (de tanto pestiño simplón y aburrido que circula por ahí en mi opinión, caretas fuera). Hay algo muy sólido en el resultado final que augura un gran futuro para la banda si mantiene el pulso durante años. Esto no puede no gustar a mucha gente.
Aparte del merecido hueco que Lilith se ha ido haciendo en el panorama nacional, a muchos les sonará porque telonearon a AC/DC aquí en varias ocasiones. De todas maneras no me cabe duda de están muy lejos de haber tocado techo, y de que irán dando más y más que hablar en un futuro, a lo que no pueden hacer sino contribuir unos directos arrolladores de los que se puede catar buena muestra en internet.
Pero, o el mundo está cambiando más aún de lo que pienso, o a pesar de que el grupo cuenta con un montón de canciones que se pueden calificar de muy pegadizas (¡y a la vez buenas, qué pocas veces se ven estas cosas!), el camino de Lilith no parece abocado a pasar por la vía rápida de la radiofórmula y similares. Baste ver esta desfachatez de vídeo para darse cuenta. Se dice mucho que el punk es actitud, no cresta. Si eso es así, ESTO es punk. A los que nos divierte sobremanera cualquier manifestación artística que mezcle la calidad con el dedo en el ojo, o con lo hinchapelotas si se prefiere, ¡aquí tenemos entretenimiento para un buen rato! Aunque todo esto no es para nada lo único que ofrece el grupo, ni lo principal.
El primer disco de Lilith fue publicado en 2007 y se llama no te R.I.N.D.as (las siglas son de Rock Is Not Dead, que también es el título de una de las canciones). El libreto explica que fue grabado en dos tandas cuando el grupo tenía preproducidas casi cuarenta canciones, así que fue planteado como primera parte de una trilogía que, en palabras de la vocalista Agnès, “establece el rock como ancla y escudo salvador para el individuo frente a agresiones externas e incluso internas”, trilogía de la que por cierto ya apareció la segunda entrega también. La portada y el libreto en general, de estética muy cuidada y muy eficaz, hablan por sí solos. La producción es de estas pulcras, con mucha pegada y volumen (yo preferiría algo un poco más guarrete, como más “realista”, aunque por los pelos aquí no se llega al grado de compresión en el que llega a doler la cabeza). Sin embargo se hizo en poco tiempo, así que hay que felicitarles doblemente por un resultado tan niquelado. Pero todo esto es lo de menos, vamos al grano:
El disco no tiene paja, las trece canciones son de alto octanaje y me da la sensación de que se podrían haber colocado casi en cualquier otro orden, a excepción nada más de las dos últimas. Sin embargo las cuatro primeras tienen una garra tan poderosa que si no te sale volando el peluquín puedes pasar tranquilamente a otra cosa porque será que a ti el grupo no te llama la atención y ya está.
La rabiosa No abre la veda poniendo las cartas sobre la mesa, y da paso en seguida a El amor duele, con su letra carnívora y visceral y su estribillo pegadizo. La combinación de estos dos elementos puede despertar el mecanismo del “placer sin culpa”: tras un par de escuchas se descubre uno tarareando algo sin darse cuenta... pero tranquilo, no es el waka-waka de los cojones. Es una canción buena, lo que pasa es que se pega. Al final va a resultar que tal cosa es posible...
Muñecas explota un registro terrorífico y a la vez naif, (joer, vaya mezcla), que no habría funcionado o podría haber resultado ridículo en manos de cualquiera que no tenga las ideas bien claras, que no es el caso. Espejo se vale de un riff cabezón a contratiempo que nos prepara poco a poco para la explosión de un estribillo de los que te abren la cabeza en dos a base de hachazos.
Llegados a este punto el listón está bien alto, y el resto de canciones lo mantiene firme repartiendo mamporros a diestro y siniestro. Hastío y búsqueda vital, reivindicación femenina e individualista, heridas que sangran hacia arriba, dolor, sueños, amor, lágrimas... poesía cruda para dar y tomar. Mucha calidad en las letras, mucho simbolismo y ni una sola tontería o tapujo. Todo a la yugular. Una visceralidad presentada en forma de rock claro y diáfano, que, a pesar de la dureza del contenido, no agrede de mala manera al oyente y tiene la delicadeza de dar por supuesta su capacidad de interiorizar las cosas a su manera, de hacerlas suyas. Y todo cantado con la intensidad y la emoción de quien está haciendo las cosas completamente en serio. Un grupo estupendo, en definitiva.
El disco se cierra con dos temazos que dan un poco la nota dispar: la preciosa balada Detrás de ti y la apisonadora final, Venus, que no deja prisioneros. Con su ritmo machacón y su armonía inquietante, esta monstruosidad de seis minutos y medio desarrolla un trance repetitivo, prolongado sin prisas largo y tendido, que desemboca con naturalidad en un estribillo muy, muy cafre. Tan cafre y tan intenso que, en su segunda y última aparición, se toma dos minutos, dos, de repetición instrumental para dejarte de nuevo en el suelo y cerrar página tras irse retirando los instrumentos poco a poco. Mucha gente habría resuelto esto por la vía rápida con un fade out, pero un final tan logrado como este da que pensar si el manido recurso no será en el fondo una falta de ideas, o de pelotas, que casi todo el mundo tiene.
Poco más que decir. ¡Un disco cojofantástico! A este grupo hay que hacerle la ola.
Agnès: Voz
Albert: Guitarra
Rafa: Bajo
Joan: Batería