
1. Iron Maiden (04:03)
2. Invasion (03:09)
3. Prowler (04:19)
Yo no creo en la magia, pero hay dos palabras que me hacen creer en ella: Iron Maiden.
Cuando uno se pone a leer sobre el origen de Maiden es inevitable pensar que todo fue una conspiración del universo...
Era 1971 y un joven chico llamado Steve Harris toma una decisión que tendría más peso del que se imaginaba al comprar un bajo en vez de una batería por falta de espacio. Al poco tiempo fundó su primera banda llamada Gypsy’s Kiss teniendo su primer concierto en el pub Cart &Horses. Luego fundó un grupo bajo el monicker Smiler para adquirir experiencia, pero lo disolvió para hacer borrón y cuenta nueva con una banda donde él sería el capitán al mando. Así pues, justo en la Navidad de 1975 nació Iron Maiden, siendo su primer concierto en el pub donde Harris se montó por primera vez en un escenario: el mítico Cart & Horses. Aquel sitio tendría ya una connotación simbólica, representando un nuevo nacimiento para Harris cada vez que ponía sus pies ahí sin él saberlo.
Con una formación primigenia conformada por Dave Sullivan y Terry Rance como guitaristas, Ron Matthews como baterista y Paul Day como vocalista, el proyecto tiró para adelante con éxito en el underground, pero con una nula remuneración monetaria. Paul Day duró un pestañeo en la nave por falta de presencia en el escenario y rápidamente fue reemplazado por un conocido de Harris de cuando estaba en Smiler: el frívolo Dennis Wilcock. A su vez Wilcock recomendó a Dave Murray por compartir gustos musicales con Steve Harris sugiriendo que sería una adición ideal para el grupo, el plan era tener una banda de tres guitarristas, pero dicha idea se desplomó velozmente con la renuncia de los dos guitarristas, Sullivan y Rance, los cuales se habían casado y necesitaban traer el pan a sus casas, así que fueron a buscar otras fuentes de ingresos (lo que son las cosas de la vida...).
La “diva” Wilcock con sus caprichos despidió un recién reingresado segundo guitarrista llamado Bob Swayer y con él el resto de la banda con Dave Murray incluido. Harris accedió porque no pensaba que sería muy difícil dar con otro cantante. Lo irónico del asunto es que Willcock luego de ser un idiota intransigente y dar problemas con sus berrinches renunció sin previo aviso en el momento más inconveniente (conveniente visto desde el prisma actual) para la banda. Con tantos obstáculos para mantener una formación estable lo normal hubiese sido que Harris desistiera o que hubiese mantenido miembros como el baterista Thunderstick o el tecladista Toony Moore como relleno, pero la inconformidad del perfeccionista lo llevó a expulsarlos y a buscar, esta vez sí, una alineación consistente. El recuerdo de Smiler jugó otra vez un papel muy importante, haciendo que se llamara Doug Sampson para que se encargara de las percusiones traer de vuelta a Dave Murray para conformar un power trío provisional que tenía los pies clavados en la tierra.
La pieza final llegaría a manos de la recomendación de un amigo de Sampson y es aquí cuando empieza la verdadera historia. Dicha recomendación era nada más y nada menos que Paul Di’Anno.
En pleno apogeo del Punk en Reino Unido Iron Maiden sufrían por no unirse a las tendencias, ya les costaba encontrar sitios donde tocar así que decidieron que grabar algo sería la única salvación para no terminar en el cementerio de bandas caídas. Al escuchar una demo que grabó Dennis Wilcock con su banda V1 en Spaceward Studios, ubicado en Cambridge, se empeñaron en que tenían grabar ahí su primer demo a pesar de que iba a salir mucho más caro que grabar en London. Agendaron para grabar en el año nuevo de 1978, lo cual les permitía tener tiempo para ahorrar las 200 libras que costaba, pues, aunque hoy parezca increíble la banda era directamente pobre.
Llegó la esperada fecha y grabaron en una sola sesión cuatro canciones: “Iron Maiden”,”Invasion”, “Prowler” y “Strange World”. A las pocas semanas tuvieron que regresar a Spaceward para regrabar y remezclar algunas partes, todo parecía ir a viento de popa, pero al volver al estudio dos semanas después se toparon con la desagradable sorpresa de que se habían cagado en la mezcla y que estaban 50 libras extras para entregarles la cinta con la mezcla correcta, sin embargo, el grupo ya no cargaba ni una moneda encima porque se lo habían gastado todo en grabar y decidieron tomar la grabación con el sonido estropeado.
Aun así, las adversidades nunca hicieron retroceder a la Doncella de Hierro y Harris y Murray le entregan una copia de la grabación a un DJ llamado Neal Kay, el cual era dueño de un club de Heavy Metal llamado Bandwagon Soundhouse. Inmediatamente Kay se puso a pinchar frecuentemente la demo en su club, siendo un absoluto éxito al punto tal de que “Prowler” alcanzó el puesto número 1 en las listas de Soundhouse, lo que los llevó a ganar la atención de Rod Smallwood, quien se convertiría en su mánager y trataría de buscar un contrato con EMI. Mientras tanto los fans pedían desesperadamente material grabado para comprar a la banda pensando que por su éxito ya tenían algún trato con alguna discográfica, pero Harris y compañía tuvieron que aclarar repetidas veces que no tenían aún ningún contrato serio con nadie hasta que se le prendió el bombillo y se les ocurrió lanzar la demo de Spaceward Studios a la venta bajo un sello propio llamado Rock Hard Records.
El material salió a la venta bajo el nombre “The Soundhouse Tapes”, en honor al club que les catapultó. Sacaron 5.000 copias y en apenas una semana ya se habían vendido 3.000 ejemplares, incluso HMV y Virgin querían 20.000 cada uno para distribuir la demo masivamente. Aquí fue cuando tanto Smallwood como Iron Maiden se dieron cuenta del tesoro que tenían y que no se trataba de algo corriente. “The Soundhouse Tapes” era una grabación rudimentaria y cruda, pero desde el primer segundo de “Iron Maiden” ya dejaba entrever de que se trataba de algo fuera de serie, de esas cosas que salen una vez cada 100 años.
“The Soundhouse Tapes” contenía apenas tres canciones, puesto a que el grupo dejó por fuera a “Strange World” por no estar satisfechos con su sonido, quedando como una versión de la canción que solo se pudo escuchar en bootlegs hasta que fue incluida en la edición doble CD del recopilatorio “Best of the Beast” (1996).
Tres canciones, tres míseras canciones con un sonido pobre les bastó a la Doncella para demostrar que no eran unos mortales corrientes. En cualquier otro caso estuviésemos hablando de un grupo que se quedó con el a veces status de consolación de “banda de culto”, pero lo que vio la gente aquí no fueron las formas sino el fondo...sí, el sonido es cacharrero, los performances instrumentales bastante amateurs y los arreglos bastante crudos, pero la energía que desprendían era algo abrumador y extremadamente especial. Con todo y que contaban con un solo guitarrista sus seguidores no dejaron de ver un diamante de brillo sin igual en un diamante en bruto y al escuchar lo que se plasmó en “The Soundhouse Tapes” uno entiendo el por qué: Paul Di’Anno cantaba como si no hubiese un mañana, gritaba con una potencia y vigor del tamaño del everest, aquel riff principal de “Iron Maiden” parecía tener inscrito “himno” por todos los lados, el bajo de Harris era algo fuera de serie y en general la formación desprendía una actitud de querer comerse al mundo tan palpable e intensa que al final terminaron comiéndose el mundo y más.
De manera casi poética las letras de “Iron Maiden” presagiaban el futuro de la banda con ese verso que reza “Iron Maiden’s gonna get you, no matter how far”...a la música de Maiden no se le podía poner resistencia, lo quisieras o no te iba a atrapar de por vida en un ataúd de púas, no había escapatoria una vez que se presenciaba a la Doncella de Hierro. Tan sencillo como que el que escuchara una nota de musical de Maiden se ganaba a una compañera hasta la muerte, de esas que te cambian la vida y que, aunque no tuviese forma física, llegabas a apreciar como nadie más. Porque en este mundo no hay compañera más hermosa y fiel que la música.
“Invasion” con sus estribillos supersónicos y “Prowler” con su actitud gamberra desbordante se pasaban por el forro el auge del Punk, porque Iron Maiden nada más con una versión lenta y borracha de “Prowler” hacían ver a los Sex Pistols como niños inofensivos.
La fotografía de Paul Di’Anno alzando el puño al cielo no podría ser mejor representación de lo que significó y sigue significando este demo: el punto de inicio de unas leyendas que hicieron y siguen haciendo alzar los puños de millones de personas volando alto al son de la música de una banda tan grande a la cual cualquier adjetivo se le queda pequeño.
El 24 y 31 de diciembre son fechas festivas para mí no porque haya nacido Jesús o porque venga un año nuevo, esas son cosas que me importan una mierda, yo celebro el 24 que Iron Maiden nacieron y el 31 porque fue cuando entraron por primera vez a un estudio a grabar.
Como dije anteriormente, no creo en la magia, pero al pensar en todas las circunstancias que se dieron y planetas que se alinearon para que Dios, Satán, el universo o lo que sea nos haya regalado a Iron Maiden empiezo a dudar ¿Qué hubiese pasado si Harris hubiese comprado una batería o hubiese decidio ser futbolista? ¿Qué hubiese pasado si aquel DJ de Soundhouse no le hubiese convencido aquella demo? ¿Cómo será el universo en el que Murray nunca volvió a la banda luego de ser expulsado por Dennis Wilcock? No lo sé con certeza, pero lo que sí sé es que mi vida, así como la de muchos, no sería remotamente parecida a lo que es, y que el mundo sería mucho peor de lo que ya es.
Steve Harris, sé que nunca leerás esta chorrada de texto que se hace pasar por reseña, pero si por algún azar del destino llegas a hacerlo te doy las gracias más sinceras que he dado en mi vida, de verdad, gracias por tanto. Seguramente pienses que soy un tonto por hablar de la historia de tu grupo como si se tratase de la revolución francesa, pero para mí el génesis de tu retoño significa algo igual de importante que la abolición de las monarquías, el comienzo de las democracias, la independencia de los países de América o cualquier otro hecho histórico que se te ocurra.
Paul Di'Anno: Voz
Dave Murray: Guitarras
Doug Sampson: Batería
Steve Harris: Bajo