Iced Earth - Days of Purgatory

Enviado por TenzaZangetsu el Mié, 29/10/2014 - 18:41
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Disco 1:
1. Enter The Realm - 0:54
2. Colors - 5:04
3. Angel’s Holocaust - 5:46
4. Stormrider - 3:56
5. Winter Nights - 3:55
6. Nightmares - 3:30
7. Before The Vision - 1:24
8. Pure Evil - 6:18
9. Solitude – 1:45
10. The Funeral - 6:16
11. When The Night Falls – 7:50
Disco 2:
12. Burnt Offerings - 7:23
13. Cast In Stone - 6:00
14. Desert Rain - 6:39
15. Brainwashed - 5:22
16. Life And Death - 6:07
17. Creator Failure - 6:05
18. Reaching The End - 1:10
19. Travel In Stygian - 9:28
20. Dante’s Inferno - 16:20
21. Iced Earth - 5:29

El rol del vocalista en el Metal. Un debate que nunca cesará.

Con el pasar de los años y de las décadas, los metaleros todavía discutimos sobre la importancia que puede llegar a poseer el voceras sobre nuestro grupo favorito. Yo siempre he sido de la percepción de que un vocalista es el miembro primigenio y clave para el buen hacer de una agrupación ambiciosa. Para mí, un gran vocalista encarna estos matices: talento, técnica, sentimiento, pasión y personalidad a la hora de gesticular las letras y hacerte sentir identificado con su porte con el micrófono. Y uno de los mejores en este campo es el estadounidense Matthew Barlow, vocalista icónico de Iced Earth.

Iced Earth son, por decreto, el último gran grupo de Heavy clásico que proliferó a la escena y Jon Schaffer es uno de los más grandes baluartes de la escena underground puesto que nadie le regaló nada a él o al combo que nunca ha abandonado su ideología de hacerse un nombre en la escena con ése Metal tan potente, pasional y preciso que es la maquinaria de la Tierra Helada. Iced Earth simboliza todo lo que le gusta al metalero de estirpe: letras apocalípticas, riffs afilados, pesadez, melodías atrapantes y, como guiña del pastel, un vocalista capaz de atraparte con gruñidos salvajes y agudos estratosféricos. Matthew Barlow tal vez ya no esté en el combo de Schaffer para efectos de buscarse algo más asequible, financieramente hablando –es policía, hoy en día-, pero eso no desmerita la histórica labor que fraguó en todos esos años donde esta dupla, bien acompañada por un largo sequito de mercenarios de turno, fueron ascendiendo peldaños para atisbar los reinos de la aristocracia metalera. No lo lograron, por supuesto, pero, ¿quién se resiste al oscuro poder de un Burnt Offerings, Dark Saga o un Horror Show? Estamos hablando de trabajos que, publicados por Maiden o Priest, hubieran sido clásicos atemporales. Ésas influencias máximas de Schaffer hicieron de este grupo algo típico, pero apoyado por la habilidad compositiva del bueno de Jon, se convirtieron en algo único y especial.

Ya Schaffer llevaba dos álbumes de estudio con Iced Earth y salieron redonditos. El debut homónimo y Night Of The Stormrider, inmensos los dos, demostraban a una banda que había surgido como la máxima representación de entes underground que habían caído en la batalla por la supremacía metalera: Manilla Road, Jag Panzer, Angel Dust, Agent Steel y un largo muchos otros. Iced Earth es la resurrección y espíritu de todos estos grupazos que batallaron y lucharon por el trono, pero fallaron. Pero Jon, necio y persistente como él solo, no iba a rendirse. “Rendirse” no está en el vocabulario de Jon Schaffer. Así, en pleno 1994, luego de un par de giras con sus colegas y buenos amigos de Blind Guardian, Schaffer hace lo que sería, a posteriori, el más inteligente movimiento de toda su carrera: ficha a un vocalista de larga melena rojiza, con pinta de Metal God oscuro y con un rango capaz de hacerle frente a un Dickinson o a un Halford, pero con su propia personalidad. Ése era, obviamente, Matt. Había encontrado al vocalista ideal para conjurar sus letras de lobreguez y destrucción a la perfección –con ese espíritu de conquistar mediante una propuesta apocalíptica y metalera nació uno de los mejores trabajos de los 90s y de mis predilectos en general en 1995, Burnt Offerings. Canciones como Brainwashed, el tema título, Diary, Last December o la épica Dante’s Inferno son de lo mejor que se ha compuesto en el género en los últimos 24 años y eso nadie me lo va a discutir. Schaffer y Barlow: la unión oscura perfecta para el grupazo.

Sin mucha antesala, publicaron lo que sería el trabajo que les abriría a un mayor mercado en la forma del álbum conceptual acerca de la trágica vida del anti-héroe de los comics, Spawn: The Dark Saga. Un tanto más dosificado y más melódico, el cuarto trabajo de los norteamericanos mostraba, una vez más, que las composiciones exquisitas y destructivas de Schaffer encontraban su zenit musical en las memorables interpretaciones de Barlow. Cosas como The Hunter, Slave To The Dark, A Question Of Heaven o Violate no las hace cualquier mindundis. O tal vez yo soy muy fan, no sé.

Schaffer lo sabía; sabía que había encontrado al hombre. Y por eso en 1997, en pleno auge de toda la movida moderna y alternativa –como si esto le importara un comino a Schaffer-, el líder absoluto de la banda decide lanzar un compilatorio de los mejores temas de la agrupación, pero los cortes de los dos primeros trabajos serían cantados por Barlow. Una forma de introducir a los nuevos fans al viejo material con su vocalista actual por ese entonces. No podía fallar. Si un Angels Holocaust ya era lo máximo con un vocalista promedio, ¿cómo sería con una de las mejores voces que ha dado el género? No podía fallar, colega. Y lo digo de una vez: Barlow es lo mejor que le ha pasado a Schaffer y, por ende, a Iced Earth. ¿No me crees? Pues vamos a escuchar este Days Of Purgatory (referencia a la etapa primigenia de la banda que iba por el nombre de Purgatory) y se darán cuenta de que Matthew fucking Barlow viene a lo grande. ¿Te volviste loco con Burnt Offerings? Pues aquí vas a gozar como un niñito de cinco años, entonces. Abramos las puertas de nuestro purgatorio personal.

Con una referencia a sus demos iniciales, Enter the Realm sirve como el advenimiento de la maquinaria helada y despiadada que Schaffer ha ido preparando y mejorando con cada entrega. Es un breve y tenue pasaje semi-acústico que nos va adentrando con parsimonia y rítmica al primer tema de la obra –oriunda de su debut-, la mística y galopante Colors. Declaración de principios con ese riffeo iracundo de Schaffer –pero con ese tinte Maiden en el ritmo- y con un Barlow que suena como si hubiera estado toda la vida en la banda. En pleno 1997, Iced Earth se olvidan de toda la parafernalia moderna y van por la yugular. Tema cortante; tema Iced Earth.

Sin ánimos de descansar, inician con un retumbe que sabe a gloria en forma de la previamente mencionada Angels Holocaust. Con cánticos reminiscentes a los de ángeles desoladores, Smedley inicia con la batería el compás por el cual va a seguir el ritmo y tránsito de la canción. La tragedia del mortal que narra el segundo álbum de la banda es entonada por un Barlow melancólico y que, en un súbito cambio de ritmo, gana cólera y resentimiento. Voces melódicas, agresivas o agudos –Barlow lo hace todo. Nada como esas voces angelicales mientras Schaffer nos deleita con su riffeo tan deudor de Iommi, Murray y Hetfield. Uno de esos cortes de vertiente oscura y épica que tan bien les queda. Los mercenarios de turno lo hacen bien –Shawer hace un gran labor solista y MacDonough, como siempre, sobrio en el bajo. Por algo llegaría éste último a Megadeth. En el ocaso del tema, Barlow sigue narrando la vida desgraciada del protagonista hasta que nos conecta con uno de los riffs más clásicos de su colega. Estoy hablando, por supuesto, de Stormrider. Como si estuviera poseído por el espíritu metalero del mejor Hetfield y el Iommi de toda la vida, el gringo ataca con uno de los riffs más característicos y desafiantes de toda su carrera. Y como si fuera poco, se encarga de la tarea de ser vocalista –aquí Matt descansa y dejar que Schaffer se robe el show. Con influencia Thrash y un Jon que recuerda al Hetfield del …And Justice for All, nos encontramos con un medio tiempo potente y musculoso, pero que tampoco llega a mantenerse muy acelerado. Hay un largo pasaje acústico donde ése toque Thrasher previamente indicado se entrelaza con la siempre presente influencia de la Doncella en el grupazo de Schaffer. Un tema que tiene todo lo que deseas en un corte de Metal: buenas vocales, buenos riffs, buen ritmo y letras oscuras de lo más Heavies. ¡Y luego dicen que De Maio es el más true! Yo antes apuesto por mi estimado Jon, que se las tenido que ver más oscura y aún así continua. Temazo.

El siguiente tema no entró al segundo álbum de la banda, Night of the Stormrider, porque el vocalista de la agrupación por esos años no era capaz de alcanzar las notas que le exigía la canción. Es que Winter Nights debe, según el criterio de un servidor –que no es absoluto, claro está-, como uno de los mejores temas de la historia de Iced Earth; que no lo toquen nunca es algo que jamás entenderé. Un inicio demoledor y de lo más pesado de la banda con un toque Power Metal -pero del ochentero, el duro- te pasa por encima cuando Barlow entra como si estuviera poseído por algún demonio porque suena totalmente encolerizado e intercambiando gruñidos con agudos portentosos. Oído a ese pasaje tranquilo, tan melódico como preciosista, donde Barlow canta con un feeling, con una pasión, con un deje, que no se puede fabricar –una demostración bárbara de cómo se debe cantar. Enorme Shawer aquí con esos solos tan memorables y cómo Schaffer nos devuelve al terreno belicoso con su riffeo súper dotado. ¿Es algo simple? Tal vez. Pero tiene un nivel que muchas bandas súper técnicas desearían tener. Uno de los puntos más altos del compilatorio. Y miren que Colors, Angels Holocaust y Stormrider no son poca cosa tampoco, ¿eh?

Con algún guiño en las partes instrumentales en su inicio a la escena Deather ochentera de Florida –de donde son Iced Earth, por cierto-, Nightmares, otro corte nuevo, transmuta a algo más ágil y reminiscente a piezas de su debut. Aquí es, tal vez, donde el nivel de la compilación baja un poquito, pero es que era imposible mantener un estándar tan alto. Buenas partes de guitarras por parte de Shawer y Schaffer, pero es una canción que nunca me ha terminado de convencer más allá de eso. A Barlow, aquí, lo noto un poco disperso en su propuesta vocal y no tan efectivo como tiende a serlo.

Como un preludio a la tormenta –esto nunca mejor dicho-, Before the Vision es un interludio donde tenemos a Barlow cantando como si fuera el narrador una vez más por encima del pasaje acústico de Schaffer hasta que desemboca en uno de los temas más completo, oscuro y demoledor de la carrera de la banda, Pure Evil. Yeah. Es sólo escuchar esa amalgama de guitarras portentosas iniciar con lobreguez y tinieblas hasta que Schaffer ataca con su riff, para saber que tenemos algo de puta madre entre manos. Barlow se come vivo al vocalista previo y suena como si él hubiera grabado el álbum en cuestión. Un corte con varios cambios de ritmos y exorbitante en las diferentes tonalidades que alcanzan. Escuchen esa parte rítmica tan Maiden y que jamás se te podrá quitar de la cabeza –estupendo. El estribillo es potente y buscar partirte en dos (cosa que, obviamente, logra). En fin, una de esas joyas atemporales que este grupazo, en toda la extensión de la palabra, nos ha regalado. Escuchen y disfruten.

Solitude, instrumental melancólica donde las haya, nos relaja luego de la destrucción que acabamos de atestiguar y, a juicio del reseñista aquí presente, pienso que es un pasaje interesante y atrapante a través de una simpleza que es tan difícil de conseguir. Funeral, tema místico y épico Made In Schaffer, comienza con punteos ágiles y una grandilocuencia característica hasta avanzar a un galope guitarrero ni tan rápido ni tan lento –todo en perfecto balance. Una canción melancólica pero con ese toque tan peculiar de la banda; sientes que cada riff o melodía está ahí por algo y el grupo no escatima en esfuerzos. Un buen tema, pero que nunca termina de despegar. Nos despedimos de nuestro primer CD con la potente y magnánima When the Night Falls. Tema pesado, directo y cuasi majestuoso. Los Iced Earth de toda la vida como un Matthew pletórico, como de costumbre. Una forma fenomenal de acabar con la primera parte de nuestro viaje por el Purgatorio.

Con sólo insertar el segundo CD, nos damos cuenta de que suena el tema título de aquel magno e irrepetible Burnt Offerings. Pero las cosas han cambiado puesto la banda hizo una nueva mezcla de las canciones y las ha remasterizado –al menos las de la era Barlow. Aquí no tenemos la elegante introducción de teclado –ahora es una de guitarra- y los vocales iniciales de Barlow –ésas que alterna con Schaffer en el inicio-, suenan más como cánticos y son apoyadas por la voz de una mujer. El resto sigue siendo el mismo temazo magno y magnífico que todos conocemos. Una canción memorable, con una ejecución exquisita y un despliegue de talento irrepetible. Exhorta con una oscuridad palpable y un odio, una tensión, una frustración incesante, que compras y sientes como algo GENUINO. Éste tema –y en realidad el mítico álbum del ’95- exhala una genuina sensación de desdén, ira y odio que no puede ser fingido. ¿Candidato al mejor tema de Iced Earth? Cuando escuchas ese breve interludio apaciguado luego del estupendo estribillo, donde el bajo gana un protagonismo jamás visto en la banda y Barlow se alza en plan estelar con su atrapante interpretación, es bastante claro que está ahí cerca de ser lo mejor que ha hecho la agrupación. Combinas a Maiden, Slayer y a los Metallica más clásicos y tienes a Iced Earth. Una obra maestra de canción y de ésas piezas que me recuerdan lo increíble y espectacular que es éste género del Metal. Prefiero la original, pero ésta es igual de estratosférica. Líricas geniales que Schaffer hace como él solo:

“Sombras oscuras caen en esta tierra sagrada
Donde el verdadero yace, convócalos para que se alcen
Toma a los traidores, ladrones y mentirosos
Aliméntalos al fuego
Pero primero, derrama su sangre
El mensaje será encontrado
Camino con cuidado, mi amigo, apuñálame en la espalda otra vez
Una advertencia de los cielos”

Antes conocida en el debut como Written on the Walls, Cast In Stone inicia con un mar de guitarras que desemboca en Schaffer tomando la batuta rítmica mientras que Barlow surca por encima de la instrumentación con un tono algo atípico, pero que es compensado con el buen hacer de los músicos que lo acompañan. Iced Earth tienen la buena costumbre de agregar interludios tranquilos a mediados de sus canciones más complejas y ésta no es excepción; podrán escuchar a Schaffer tocando una acústica y a Barlow sonando como un pez en el agua en estas tesituras. Un tema épico, oscuro e hímnico como él solo. Desert Rain, un bálsamo musical que sigue la estela de un monolito Heavy como Angels Holocaust, inicia tranquila –como muchas de estas canciones-, pero luego evoluciona a algo mucho más galopante y pesado. Estribillo pegajoso y con ciertos de majestuosidad, riffs apretados y precisos por parte de la máquina incesante en la guitarra que es Schaffer… ustedes saben ya de lo que hablo.

Muy bien, acomódate en tu silla, relájate y disfrutemos con lo que es, para un servidor, el mejor tema que Iced Earth ha compuesto en toda su puta carrera. Aquí me levanto y aplaudo a Jon y a sus huestes por semejante demostración de poderío, melodía, rabia, odio y autenticidad en meros cinco minutos. Brainwashed, del mítico trabajo del ’95, es un medio musculoso, con algunos de los mejores riffs de Schaffer, una batería potente y acelerada –todo perfectamente complementado con un Barlow pletórico y cabreado en cada línea vocal. Esto es un tema que destila desdén. El estribillo es rápido y duro con las voces que apoyan a Barlow para darle esa actitud áspera y ruda –de esos que más de una banda de Groove de la época hubiera querido crear. Oído cuando Schaffer le pone pie al acelerador y el tema gana cuotas copiosas de agilidad. ¿Qué más puedo decir? Un tema memorable y metalero; un tema de Iced Earth. Nothing less, nothing more.

Seguimos por el viaje con la melancolía y ambientación de la celebradísima Life and Death, donde aquí noto un tanto forzado a Barlow en las partes más movidas, pero nadie puede negar que, en los pasajes más tranquilos, ningún vocalista de la Tierra Helada se le asemeja –e incluyo a un puto exJudas Priest como Ripper Owens. Punteos y solos con mucho sentimiento por parte de los guitarristas que se derivan en un ritmo épico y rebosante de calidad que serviría, a criterio de un servidor, como la base para aquel Night Of The Stormrider. Con mucha aura Sabbath (¿qué banda de Metal no ha tomado algo de Black Sabbath?) inicia la salvaje y blasfema Creator Failure. Es, a mis ojos, el tema menos bueno del Burnt Offerings, pero lo considero que aquí es donde se muestra la versatilidad vocal de Barlow en toda su expresión. Y tal vez ahí radica el problema: es un tema muy enfocado en las vocales y es una lástima puesto que la instrumentación es brillante, pero la interpretación de Matt aquí mancilla un poco el nivel de la canción. No evita que sea bueno; sólo expreso mi opinión personal al respecto.

Con otro pasaje apaciguado y manso titulado Reaching the End, nos abalanzamos a ésa obra maestra, sacra e irrepetible del trabajazo del ’91 –estoy hablando de ése puñetazo en la cara que es Travel In Stygian. Es con piezas como ésta donde lo digo sin tapujos: Matthew Barlow no sólo puede ver de tú a tú a las mejores gargantas del género, también es la voz ideal para Iced Earth. Son la simbiosis perfecta para la realización de un estilo tan propio, tan auténtico y tan intrépido que se necesita a un voceras de su calaña. ¿Qué decir del tema? De los mejores que ha hecho la banda y es de los puntos más altos de toda la obra. Sólo relájense –asumo que llevan rato en eso- y disfruten sobremanera con esta joya. Y es que los reverendos hijos de sus madres no nos dejan descansar ni un solo minuto: apenas terminamos con la última canción y nos lanzan su épica, su canción memorable, su pintura musical para el fin de los tiempos. Vamos, su puto Rime Of The Ancient Mariner. Dante’s Inferno es el infierno, los fuegos del mismo Lucifer, la rabia y tortura hecha música. Es el advenimiento de Virgilio a nuestras vidas y sirviendo como máximo para que comencemos a navegar por todos los infiernos que Dante Alighieri nos narra en su clásico inmemorable de la literatura, La Divina Comedia. Me quito el sombrero ante la banda porque hacer un tema de esta longitud y no desperdiciar ni un solo segundo, hacer que cada pasaje sea apabullante y personal, es algo que sólo hacen aquellos que están tocados por un Ser Superior. Barlow aquí convoca demonios y espíritus de perdición como si él fuera el Diablo mismo describiéndonos cada uno de sus círculos personales de tortura para cubrir nuestras con un pavor sin parangón. ¿Quién dice que solo el Black Metal puede ser sucio, blasfemo y perturbador? Se necesita ser un genio o un loco para hacer una pieza de este nivel. Jon Schaffer es un genio loco. Grande Jon; Grandes Iced Earth.

¿Cómo terminamos esta celebración de la época más prolífica de Iced Earth? Con su tema homónimo, por supuesto. Barlow suena de alucine y los instrumentistas suenan entregados, comprometidos con su causa. Éste es su propio Iron Maiden. Todos sabemos lo fan que es Schaffer de Maiden y quiere tener su propio tema insignia para finiquitar la cuestión. Un tema que simboliza a la perfección el estilo de la banda: buena instrumentación, vocales excelsas, riffs como base sonora y cambios de ritmos que combinan lo más pesado con lo más melódico. Un temazo. Cierto: los de Iced Earth no inventaron nada en absoluto. No han vendido un coño. A lo mejor más de uno los llamarán “albañiles del Metal”. Pero su propuesta tiene agallas y hacen lo que desean. ¿Tocar Heavy Metal clásico en los 90s? ¡Eso era una misión suicida! Iced Earth lo hicieron, sobrevivieron y todo bajo sus propios términos. Eso amerita respeto y bien ganado.

Siempre es difícil evaluar a un compilatorio puesto que integran lo mejor de la banda –en la mayoría de los casos, obviamente-, pero yo pienso que lo más atrapante de éste Days of Purgatory es el hecho de escuchar a Barlow cantar los temas de los dos primeros álbumes de la agrupación. Claro, los temas de su Burnt Oferrings son espectaculares y los disfruto sobremanera, pero yo, en mi concepto personal, no los hubiera agregado porque ésas nuevas mezclas no aportan absolutamente nada al oyente. Es lo que yo pienso y cada cabeza es un mundo. Aparte de esa crítica, todo está muy bien.

Cuatro cuernos (bajos, pueden ser tres altos) para Days of Purgatory. Si así lo vamos a pasar en el Purgatorio, ¡láncenme ahí de una buena vez!

“No te rindas, no te rindas
Nunca te rindas”

- Winter Nights

Nota del reseñista: no conseguí los enlaces para las nuevas mezclas de Creator Failure, Brainwashed y Dante’s Inferno. Las que están ahí son las del álbum como tal. Si alguien los consigue, que me lo haga saber en la sección de comentarios.

• Jon Schaffer – Guitarra rítmica, vocales
• Matthew Barlow – Vocales
• Randall Shawer – Guitarra solista
• Brent Smedley – Batería en temas 1, 2, 5, 6, 9, 21
• James MacDonough – Bajo en temas 1, 2, 5, 6, 9, 21
• Dave Abell – Bajo en 3, 4, 7, 8, 10, 20
• Mike McGill – Batería en 10, 11, 13, 16
• Richey Secchiari – Batería en temas 3, 4, 7, 8, 14, 18, 19
• Rodney Beasley – Batería en temas 12, 15, 17, 20
Invitados:
• Howard Helm – Teclados
• Kent Smith – Teclados

Sello
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