Hirax - El Rostro de la Muerte

Enviado por HaKi Stargazer el Jue, 11/03/2021 - 09:55
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Siempre me ha han fascinado las historias de gente que logra salir adelante a pesar de varios obstáculos, aquellas personas en las que pocos tienen fe y que, con mucho tesón, demuestran que poseen grandes habilidades y que no se les debería subestimar. Son muy conocidos los casos de bandas que luchan eternas batallas por sobresalir y que, aunque no son famosas, al menos se ganan un enorme respeto por parte de sus más allegados. Riot, Anvil y Hirax son esos nombres que se me vienen rápidamente a la cabeza cuando me pongo a pensar en aquellos músicos que merecen un mayor reconocimiento en la industria.

Para esta ocasión, nos concentraremos en Hirax, una banda que podría mirar de tú a tú a otras con más convocatoria dentro de la escena del thrash metal. Huelga decir que los Hirax tienen ya una larga historia en este asunto, pues han estado presentes desde los primeros años en que la rama del crossover expandía las sonoridades del estilo (no muchos pueden presumir de sacar un debut tan potente como Raging Violence). Eso sí, en el presente álbum, no se habla tanto de un trabajo de crossover, porque lo que vamos a encontrar aquí es un thrash tradicional con sabor añejo.

Uno de los rasgos más distintivos de la banda es la voz de Katon W. De Pena, cuya madurez en este álbum es muy notoria, pero que conserva sus característicos gritos enrabietados y llenos de potencia que demuestran que los años le han favorecido, de hecho, hasta el último concierto antes de la pandemia se puede notar esto. Si les gusta el estilo de Bobby Ellsworth o el de “Zetro” Souza, les encajará muy bien la garra que aquí clava el señor De Pena (quien no le hace ningún honor a su apellido).

De Pena, además de ser un cantante con mucho fuelle, es un líder muy carismático con una pasión tan auténtica por el metal y una entrega tan desmedida a su audiencia que ha logrado ganarse una modesta cantidad de seguidores que en verdad le expresan su admiración apreciando enormemente su calidad como músico y como individuo. Vaya, el sentimiento de fraternidad es tan genuino entre él y la comunidad alrededor de Hirax que incluso fueron los mismos fans quienes le motivaron para darle una nueva oportunidad a la banda después de una suspensión de actividades de más de 10 años.

Después de recibir muchos correos de motivación por parte de sus fieles seguidores, De Pena decidió reformar a Hirax y sacó El Diablo Negro en el 2000 y Barrage Of Noise en el 2001, un par de EPs que sirvieron para tantear el terreno actual y saber qué tan grande era esa adoración que le profesaba su comunidad. Luego de participar en algunos festivales y comprobar que su maquinaria estaba en muy buen estado, el cantante publicó The New Age Of Terror, un álbum que aseguraba que la esencia más pura del thrash metal permanecía intacta e inamovible, al menos dentro del circuito underground.

Cabe mencionar que otra de las características de Hirax es el hecho de que Katon ha sido el único miembro constante en toda su historia (por obvias razones) y, por ende, en su “reformación” no iba a haber excepción alguna. Sin embargo, no está de más decir que la calidad de cada uno de los músicos que han pasado por la banda es encomiable y se puede percibir lo bien comprometidos que están con esta. No quiero perder la oportunidad en resaltar el tremendo trabajo de la base rítmica para esta ocasión, ya que Steve Harrison y el argentino Jorge Iacobellis logran generar una abrumadora e imparable apisonadora musical.

Al igual que con The New Age Of Terror, Hirax hicieron un tipo de máquina del tiempo con El Rostro de la Muerte, la cual nos transporta mágicamente a esa época en que la que el cuero negro, los chalecos de mezclilla y los cinturones de balas relucientes eran parte de la moda. Si no fuese por la producción, este álbum podría pasar fácilmente como una reliquia perdida de los ochentas ante los oídos de cualquier entusiasta del thrash metal más clasicote. Es muy notoria la calidad y el empeño que se pusieron aquí, aspectos que sin dudas merecen una gran reverencia por mostrar de nuevo que la banda se las juega partiéndose el culo dentro del duro mundo de la música.

Así pues, con El Rostro de la Muerte de una vez les advierto de una posible tortícolis derivada de movimientos demasiados bruscos por tratar de agitar la cabeza por casi 50 jodidos minutos. Y digo “casi 50 jodidos minutos” porque en medio de toda esa música salvaje, agresiva y llena de riffs demoledores hay una pequeña rareza llamada “Cuando Cae la Oscuridad”, un tema hecho completamente a piano que, sin ser malo, parece más como algo que entró por mero descuido.

Describir cada uno de los temas no tiene mucho sentido aquí, no hay mucha variación y casi todos se mantienen en una velocidad muy similar agregando letras llenas de brutalidad y destrucción (la mayor parte del contenido consigue mantener tu atención sin generarte aburrimiento). Lo que sí debo mencionar es que me parece irregular la duración en ciertas canciones, ya que siento que “Horrified”, “Battle of the North” y “Death Militia” necesitaban más, mientras que a “Flesh and Blood”, el tema título o “Satan’s Fall” se les podrían restar 1 o 2 minutos sin ningún problema; al menos en otras como “Baptized by Fire”, “Eradicate Makind”, “Chaos and Brutality” o “The Laws of Temptation” se logra percibir un correcto equilibrio (curiosamente, esas son mis favoritas).

“Satan’s Fall”, “Broken Neck” y “Chaos and Brutality” son reediciones de canciones contenidas en algunos EPs de limitada distribución, mientras que “Blind Faith” es, en cierto modo, una remodelación de aquel tema del Hate, Fear and Power de 1986. A decir verdad, esto de regrabar le sale bien a la banda, ya que algunas versiones ganan más potencia al adaptarse a la mezcla de sonido del álbum y la voz engrosada de Katon, me atrevo a afirmar que incluso superan a las originales.

De cualquier forma, si lo que buscan es disfrutar de un buen metal que patee culos, El Rostro de la Muerte es la respuesta, pues aquí se cumple dignamente con la función de ayudar a levantar los ánimos y soltar todo el estrés acumulado (incluso está perfecto para amenizar una buena farra). Sin embargo, también he de decir que el álbum no logra superar a su enorme antecesor y podría llegar a notarse algo repetitivo en ciertos momentos (retirar un par de temas no le haría ningún daño). Por tales motivos, me es un poco difícil dejarle los 5 cuernos, pero de loca lo bajo de 4, y eso es más que nada por dar una gran lección de cómo se preserva el espíritu del thrash más primigenio en una época repleta de cambios en la que muchas bandas no la tuvieron fácil para seguir el ritmo.

Quedando en calidad de héroes anónimos, Katon y sus Hirax preservan su modesta carrera al entregar un metal sin concesiones y lograr ganarse nuevos adeptos para seguir tocando en lugares pequeños frente a su siempre fiel séquito. Al igual que Overkill, Exodus, Holy Moses, Voivod, Annihilator y otras bandas igual de infravaloradas dentro del thrash, pueden llegar a ser fácilmente opacados por la fama de nombres como los del Big 4, pero eso importa un carajo cuando das todo de ti sobre las tablas, lo disfrutas y consigues afianzarte un respeto muy genuino por parte de tus colegas y la gente que te escucha.

Katon W. De Pena - Voz
Glenn Rogers - Guitarra
Lance Harrison - Guitarra
Steve Harrison - Bajo
Jorge Iacobellis - Batería

Sello
Black Devil Records