
1. Templars of Steel
2. Keep the Flame Burning
3. Renegade
4. Living in Victory
5. Always Will Be
6. The Way of the Warrior
7. Destined for Glory
8. The Champion
9. Raise the Hammer (instrumental)
10. A Legend Reborn
Hoy toca Hammerfall, hermano. Una banda que, en mi opinión, nunca ha merecido el tremendo éxito que ha tenido, pero que, lo queramos ver o no, se ha sabido manejar, y de puta madre, en la escena Power. No todo el mundo que lleva corona la merece. He aquí uno de esos casos. Suecos suertudos, sin duda.
No son los mejores (joder, ni siquiera son buenos). Joacim, su vocalista, apenas tiene timbre en vivo. Oscar, su guitarra y líder, además de ser posiblemente uno de los quince mendas más feotes del universo metálico, es un rítmico de andar por casa que cree ser el nuevo Joey DeMaio, el guardián del sonido de la banda, el guerrero más molón del Heavy Metal. Clichés, macho. Y uno detrás de otro. Tanto musicalmente como cuando se entregan en el escenario (dónde no son más que una mixtura, y cutrona, de Manowar, Accept y los Helloween kiskenistas). Pero los cabrones, pese a todo, pese a ser casposetes y unos desfasados de mucho cuidado, tienen sus fans, venden lo suyo y llenan que da gusto.
Hammerfall juegan sobre seguro, en terreno clásico y con la ayudita de los dioses del cotarro. Si eres de los que disfrutas con un buen trabajote de Iron Maiden, Priest, Accept, Warlord, Riot o Helloween, tienes entre doce y trece años (o esa edad mental), pocas ganas de buscar y "Glory to the Brave" te pareció el moderno "Kings of Metal", ni te lo pienses, ve a por ellos. Galopa, raudo y veloz, hacía el reino de Hammerfall. El reino del cartón piedra y el homenaje-plagio. La Aquilonia de papel.
"Glory to the Brave" y "Legacy of Kings" (en especial éste) fueron trabajos que, aún dentro de unos parámetros poco osados, triunfaron y convirtieron a sus protagonistas en una espécie de símbolo del Power. Símbolos, macho. Todo el santo día en portadas. Un descojone.
Blind Guardian empezaban a recargar su música con tanto tinte progresivo que las movidas a lo Tolkien se convertían en auténticos tostonazos a lo "Guerra y Paz" del bueno de Tolstoi. Gamma Ray, que cuatro años atrás editaban la joyaza del "Land of The Free", empezaban a no saber hacer otra cosa que ser Helloween 2. Helloween (hablando del rey de Roma...) se esmeraban, en vano, por hacer olvidar la figura del rockerito-mercenario de Kiske.
En fín, que entre que mucho nombre clásico andaba a medio gas y que los dioses Maiden (que cargaban aún con el pobrete de Blaze) y Priest (que se habían ganado muchos enemigos por la opción "Ripper") ya no parecían tales, la parroquia decidió crearse a sus nuevos ídolos. "¿No tenemos dioses ya? Pues nos haremos unos. Aunque sean de mentira. La cuestión es venerar, joder. Somos humanos, metaleros. Necesitamos de deidades metálicas que nos hagan la vida más fácil". De ahí el éxito de Hammerfall, macho. Llegaron en 1996, justo en un momento en que lo clásico, lo que nos la puso dura en primera instancia, andaba bajo los mares. Y enarbolaron, como si la merecieran, la bandera del Heavy Metal. Los mendas creían ser los elegidos. En plan Neo en "Matrix", vamos. Auto-elegidos, más bien. "Me han dicho los dioses que soy el elegido". Menudo morrazo. A ver quién es el listo que busca a Dios para preguntarle si es cierto. Te lo crees y punto.
Año 2000. Dos discos de un éxito bien redondete, un nombre en la escena (y bien reconocido) y unos fans ansiosos por recibir más clones de "Steel Meets Steel", "Heeding the Call", "Stronger than All" o "The Metal Age". Está fácil la cosa, Oscar. Haz lo mismo de siempre, cambia los títulos y dale candela al Marshall. Esmero el justo, macho. No te me vayas a herniar. Una novedad en el frente: Patrik Räfling, el batería que siempre se mostró mega-aburrido en los directos de la banda, se las pira del combo y entra Anders Johannson (ex-Yngwie Malmsteem). Sabía decisión. Anders es un maquinón a la batería, todo un portentazo, ideal para darle buen fuelle al sonido de los suecos. Además, sabe reir.
Mira que portada, colega. Cliché al poder. Hasta con el titulazo: "Renegade" (como el mítico videojuego ochenteroso). Pero me gusta. Andreas Marschall (Blind Guardian, Rage, Grave Digger, Running Wild...) nunca falla. El buen metalero siempre aprecia el sabor clásico. El guerrero de movidas anteriores (y futuras), a caballo, mazo en mano y preparado, supongo, para conquistar reinos en peligro, matar a los malos y recibir, of course, una señora mamada de la princesa de turno. El guerrero sin rostro de los Manowar, la calabaza helloweeniana, el Eddie maidenesco, el Metallian de Priest, el señor Rattlehead de Megadeth o Pushead de Metallica. Y ahora, ala, sumamos a la colección de iconos, de "representantes", a Templarcito (lo bautizo así, pues no conozco su nombre), el azote de los no-metaleros, el martillo demoledor contra el Nu, la última palabra en Metal dominador. O eso querría Oscar, claro.
Sin más dilación, a vivir el momento conquista. Hammerfall ya van llegando al castillo. Están a nada de derribar sus muros. Y, joder, cuentan con la ayuda del conocidísimo productor Michael Wagener (Accept, Anvil, Helloween, Skid Row, Dokken...) y, obvio, con la de Nuclear Blast (que llenará Europa entera de pósters del álbum). No pueden fallar. Ya vienen ganando de antemano. Vienen sonriendo, con seguridad. Veremos si nosotros, también, acabamos sonriendo. No estaría mal.
"Templars of Steel" inicia "Renegade". Y, coñes, hay que decir en honor a la verdad, y aunque escueza, que el inicio la pone cipotona. Calentando motores, a lo filme ochentero, macho. La cosa suena como la típica escenita en la que el cachas de turno, llámalo Sly, Arnie, Jean-Claude o Chuck, se arma hasta los dientes, se pone fino a maquillaje de camuflaje y mira a cámara. La misma sensación, hermano. La cosa acaba siendo un medio tiempo vacilón, eso sí, con un sonidazo bien trabajado, con un filo muy poderoso, muy Accept, pero limado, brillantón, a lo Dokken (elegantón, vamos). Atmósfera épica, corito final para el directo (tal y como hacen en el 70 % de sus temas) y un Cans que parece que ha mejorado, algo, respecto a anteriores ocasiones. Se nota la mano de Wagener.
"Keep the Flame Burning" ("Heeding the Call 2") y "Renegade" ("Heeding the Call 3". Un himno que, de casposo, de previsible, de cutrón, engancha) certifican que la banda no se mueve del terreno que dominó ya con su pasado disco. Nada. A lo Ian Hill en un show de Priest, colega. En su metro cuadrado. Y así durante lo que dure la movida. Hammerfall, joder, igual. Llevamos tres temas que podrían pertenecer, y perfectamente, a "Legacy of Kings". Calcados.
Más leña Power-clónica: "Living in Victory" (Happy Metal total, en plan "Dreamland"), "Always Will Be" (la power-ballad de turno), "The Way of the Warrior" (si Joey DeMaio la escucha, les partirá la cara. Manowar 100 %), "Destined for Glory" (con cabalgada Maiden incluida) y "The Champion" (con el coro más moñas de todo el disco). Speed-Power-Heavy de saldo, mega-repetitivo, mega-sobado ya. Pero, coñes, con un brillo, con un saborcillo majo. Hammerfall son unos cutres de cuidado, unos notas que han creado un puzzle a su medida, han tomado de todos los grandes y aunque quedan lejos, mantienen un buen pulso con la diversión. No pueden llegar a ser tu banda predilecta, pero si eres un teen, o un tio que sabe reirse de las cosas (por mucho que los Hammerfall se tomen su movida en serio), disfrutas del Heavy pasado de rosca de Hammerfall. Más cutres que Manowar, más malos que Iron Savior, pero más divertidos que un film de Mel Brooks (bueno, no nos pasemos). Power poderosamente casposete. Entrañable.
La instrumental "Raise the Hammer" (que contiene la mejor melodía de guitarras de todo el asunto) y "A Legend Reborn", que no te relato (pues es más de lo mismo), cierran el "Renegade" de Oscar y sus aprendices de Metal Gods.
3 cuernos (bajos, bajos).
Por el atrevimiento (o un jeto of steel, más bien) de la banda, por lo divertidos que me resultan (a partir de aquí, eso sí, ya no los aguanto) y por que son un buen cebo para el niño que aspira a metalear de lo lindo. Antes de follar, hay que hacerse pajas. Antes de probar fortuna con Maiden o Manowar, una pajilla made in Hammerfall no irá mal.
Heavy Metal pobretón, pero con sonidazo. Heavy Metal cutrón, dulzón, a años luz del reino que pretende llegar, pero con tanta ilusión, con tantas ganas, que no me veo poniéndole dos cuernos. Me encantan los caraduras.
Joacim Cans: Voz
Oscar Dronjak: Guitarra y teclados
Stefan Elmgren: Guitarra
Magnus Rosen: Bajo
Anders Johannson: Batería