
1. Hawk The Slayer
2. Heavy Metal Attack
3. Submission
4. Creeper
5. Flight Of The Griffin
6. Fire In The Sky
7. Hell Runneth Over
8. Judgement Day
9. Travelling In Time
Hay cosas que no cambian ni cambiarán nunca, como la penosa tendencia a dar la espalda a tantas y tantas bandas que desde lo más profundo de sus locales de ensayo pusieron toda la carne en el asador y como guerreros se lanzaron a presentar al mundo sus temazos de puro fuego aun a sabiendas de que no recibirían el apoyo necesario por parte de la comunidad metálica para poder hacerse un nombre en los altares inmortales de los reinos del rock.
Pero hoy vamos a hacer justicia, ohhh si ya lo creo que si, y es que en el caso de la obra que hoy nos ocupa no estamos hablando simplemente de una pieza más de las que forman el intrincado laberinto del metal, no señor, hoy vamos a hablar de una de las piezas esenciales que dan vida a su puto corazón.
Está claro que en la década de los 80 había que tenerlos bien puestos para buscar tocarle las narices a algunos de los grandes estandartes que se movían por los escenarios de todo el mundo, pero hablar de Griffin es hablar de unos tíos que no se iban a dejar intimidar y le echarían las pelotas que fueran necesarias para salir de la sombra, se lo habían trabajado y merecían pelear por el puesto que les correspondía, no en vano tras haber tanteado el terreno con un par de demos de Serie Z para ese remoto 1984 ya contaban con un buen arsenal de canciones con las que salir a guerrear, por lo que tras ser apadrinados por el mítico sello Shrapnel Records (eterna fábrica de joyas) sale a la luz su primer larga duración, el espectacular Flight of the Griffin, disco que contaba con 9 canciones de un todavía germinal US Power Metal del que estoy seguro sería capaz de romper el cuello a cualquier apasionado del metal más tradicional.
Con una formación que mucho tuvo que ver con el nacimiento de los enormes Metal Church e incluso nombres que poco más tarde aparecerían en el brutal Breaking the silence (Heathen) es de suponer que el material que encierra este disco no es para amateurs del rollo ni busca impresionar al oyente cultureta al que se la pone morcillona perderse entre intervalos disonantes, tampoco es para los que le dan más importancia a la calidad de la grabación que a la propia composición.
Flight of the Griffin está formado por una colección de riffs que tendrían que estar en un museo, su sonido crudo comandado por la voz rota de McKay y al que acompañan las afiladas guitarras de Cooper y Jastremski hacen que cualquier punto flojo que pudiera existir pase totalmente a un segundo plano.
Desde que arrancan los primeros versos de Hawk the Slayer ya se puede intuir la que nos viene encima, joder McKay tuvo que hacerse trizas la garganta cuando grabó esta canción, ¡brutal!
Heavy metal attack es una canción emblema, de esas que se te quedan grabadas a fuego en el seso la primera vez que la escuchas y quieres más y más, su estribillo y los cojones de esa garganta asesina la hacen uno de los puntos fuertes del plástico.
Quizás la primera mitad del álbum destace un poco por encima del resto, con los demoledores riffs de Submission y Creeper o la épica Flight of the Griffin, aunque lo cierto es que este trabajo no aburre en ningún momento y prácticamente te lo tragas sin apenas pestañear pues verdaderamente cada una de las piezas que lo componen son putos himnos a los que no se puede poner ninguna pega.
Fire In The Sky, Hell Runneth Over y Judgement Day no dan ni un segundo de respiro, sus ultrasónicos solos de guitarra y los psicóticos alaridos de Mckay (joder este tío debía de hacer gárgaras con cuchillas de afeitar después de desayunar) harán que seas incapaz de escucharlo a un volumen que no te cueste el exilio de tu comunidad de vecinos.
Por su parte Travelling in Time con ese arsenal de solos que atacan de principio a fin puede que sea la que tenga el mejor trabajo guitarrero.
Flight of the Griffin es una de esas obras magnas que todo metalhead debería conocer, por no decir venerar, pues tiene la garra, la fuerza y la caspa necesarias para ser obra de culto y aun así se ha visto relegada a un segundo plano por decirlo de una manera benévola dado que preferimos gastar el dinero en una obra menor de una banda mayor antes que darle cualquier oportunidad a la obra de alguna de esas muchas bandas de las que sus nombres no salen en las camisetas de los mercadillos y que harían sin duda cagarse en las bragas a alguno de esos discutibles endiosados que todos conocemos.
¿Mi nota? 5 cuernos bien altos para un disco de referencia y uno de mis TOP 10 de US Power Metal de todos los tiempos, así que ya sabéis melenudos, ¡darle caña!
William McKay: Voz
Rick Cooper: Guitarra
Mike Jastremski: Guitarra
Thomas Sprayberry: Bajo
Rick Wagner: Batería