
1. Constant Autumn 02:01
2. The Last Raven 01:37
3. Thirst Watcher 02:16
4. Stay Without Me 00:49
5. Taibas 01:19
6. Retract Perdition 00:41
7. The Dodonpachi 01:54
8. Black Prairie 01:08
9. Island Sun 02:28
10. Chalk Maple 01:04
11. Wartime Exception Law 205 00:29
12. Ketsui 01:00
13. Longhena 01:25
14. Look to Windward 03:11
El Grindcore no es la taza de té de todo el mundo. No es un género hecho para agradar a las masas. No cualquiera soporta gritos perforadores y blast beats a piñón incesantes, pero aún con todo hay bandas que pueden servir de entrada a este indigesto género: GRIDLINK podrían ser una de ellas.
La música de GRIDLINK no es accesible, pero a comparación con un “From Enslavement to Obliteration” sí puede llegar a serlo. Su música integra la melodía y la técnica sin dejar a un lado la intensidad y brutalidad abrasiva que debe tener el Grindcore. Incorporan elementos del Post-Hardcore (no hay que olvidar que el Grindcore viene del Punk, por tanto, no es raro que se hibride con varias de sus vertientes), muy en la línea de grupos como THE FALL OF TROY. La banda resulta sorprendente e increíblemente fresca en un género que puede pecar de monótono como lo es el Grindcore. Los convencionalismos no es que no tengan cabida, es que prácticamente no existen aquí. Normal, teniendo al demente del vocalista de DISCORDANCE AXIS entre sus filas no me iba a esperar un proyecto de Grindcore más, del montón.
De origen japonés/americano, la banda se sale de lo común tocando temas de ciencia ficción y conceptos abstractos en sus discos, saliéndose del usual tópico político y social que suele tener el género. En su último disco, “Longhena”, se salen aún más de la norma hablando mayormente del anime de culto, Neon Genesis Evangelion, con referencias bastante crípticas, siendo la más evidente la portada con esa mujer usando un “plug suit” (traje que usan en Neon Genesis Evangelion para conectarse con los Evas o robots gigantes para los que no sepan de qué va).
Te guste el Grindcore o no, este es un proyecto que tienes que escuchar porque dista bastante del concepto “normal” o genérico del género. Nada más con escuchar las primeras notas del álbum ya todo resulta inusual: el tono de guitarra, cristalino y disonante, los punteos que tiran más al post-hardcore que al grindcore para luego estallar en un asalto tremolante sónico con la intensidad de más de mil soles. El estilo es difícil de definir, por momentos suena a Post-Hardcore, pero también puede verse como Grindcore técnico, mas también hay cierto pozo blacker; realmente “Longhena” es complicado de clasificar, por no decir, imposible, pero ahí reside la absoluta genialidad del lanzamiento. Creo que es un disco que puede agradar más a los neófitos que a los fanáticos del Grindcore de toda la vida que están más acostumbrados a escuchar su “bomba-sónica” mezclada con el Death Metal de toda la vida o con el Crust/Hardcore/D-Beat clásico.
Solamente en los dos minutos de “Constant Autumn” pasan más cosas que álbumes enteros de metal extremo, hasta algún violín suena y al final de los dos minutos me pregunto “¿Qué demonios acabo de escuchar?” a lo que responde “No sé, pero me puso los pelos del culo de punta”. Sigue “The Last Raven” lanzando toda la artillería y machetazos láser. Jon Chang se luce al micrófono, pletórico su perfomance asfixiante y afilado, cambiando entre dos registros: el usual grito de ahorcado esquizofrénico y uno más blacker hacia el final de la canción. Su voz no es para todo el mundo, pero si te medio entra no harás más que alabar a este zumbado derrite micrófonos, portador de una de las voces más impresionantes de todo el estilo.
Con “Thirst Watcher” se recalca aún más la poca ortodoxia y carencia de convencionalismos de “Longhena”. Algo que normalmente sería inaceptable en un disco de Grindcore como lo es un tema instrumental, ambiental, muy calmo y bello, funciona ¿Cómo? No sé, pero funciona. Normalmente un tema como ese cortaría todo el rollo, causando una herida fatal al producto, dificultosa de arreglar, pero GRIDLINK se pasan por el forro todo eso y hacen efectivo lo inimaginable. Tal vez sea por el concepto o puede ser la tendencia más melódica y limpia lo que hace que “Thirst Watcher” no suene fuera de lugar y se acople perfectamente al álbum. Pero lo peor de todo es que el tema hasta conmueve y escalofríos causa.
“Stay Without Me” es una cosa BÁRBARA. El tema contiene una intensidad similar a estar frente a frente con el Sol. Jon Chang parece que estuviese apunto de desfallecer, la batería no da descanso y las guitarras lanzan unos tremolo picking que parecen unos IRON MAIDEN con parkinson. Una vez más, la duración de la canción es irrisoria, pero suceden tantas cosas en 49 segundos que es increíble. Lo mejor de todo es que la banda logra, en 49 segundos, hacer un tema 100% memorable que queda grabado a fuego. “Taibas” sigue por la misma línea, pero en ningún momento llega a aburrir, puesto a que la banda se niega a caer en la monotonía. La variedad y frescura de cada uno de los temas es absurdamente gozosa; dan ganas de brincar, de cabecear hasta morir, pero la propuesta no se queda en un mero disparo de adrenalina, aquí hay mucha chicha. La habilidad de GRINDLINK de compactar los temas es impresionante, mientras hay grupos que hacen canciones de diez o dieciséis minutos, GRIDLINK te dicen todo eso y más en apenas un mísero minuto. Brutal señores, brutal.
Entrar en detalle en cada tema es un desperdicio, no porque no valgan la pena resaltar, sino porque en realidad este es un disco que más que explicarlo merece ser escuchado, además de contener unas cuántas sorpresas que prefiero no arruinar. Solo me queda decir que “Longhena” es uno de los discos de Grindcore que más me han sorprendido y más disfruto. Da igual que no te guste la música cacofónica y ruidosa o, como le dicen por ahí, la “anti-música” porque este es un engendro de otra ralea, con un pelaje exótico muy distintivo y fluorescente que ves a kilómetros de distancia.
Es mejor dejar una reseña breve para respetar el espíritu de “eyaculación precoz” del Grindcore. Las palabras sobran para esta absoluta maravilla.
Lo mejor de todo es que son 21 minutos que pasan como si fuesen cinco. Garantizado que le volverás a dar play.
Puntuación: 9.0
Matsubara: Guitarras
Jon Chang: Voz
Fajardo: Batería
Patterson: Bajo