
Jon Nödtveidt (28 de Junio de 1975 / 13 de Agosto de 2006), es una de las figuras más conocidas, icónicas y hechizantes que jamás intervinieron en la formación del Metal Extremo. Él, junto con otros “mártires” tales como Quorthon, Euronymous o Dead, son los responsables de que esta corriente extrema que es el Black Metal terminase por labrarse un lugar en las más infames catacumbas de la historia de la música.
En su niñez, a través de sus ojos intensamente azules sin duda no pudo predecirse la serie de prodigios y monstruosidades que llegaría a perpetrar, pero probablemente llegados al punto entre finales de 1989 e inicios de 1990 algo frío y depredador debió de asomar en la mirada de Nödtveidt. No podemos olvidar que el sueco se metió en la música a edades muy tempranas y que, ya a sus trece años inició su carrera como músico pasando fugazmente por bandas como Siren's Yell (1988) y Rabbit’s Carrot (1989), (ambos proyectos de Thrash Metal con tintes Death). Los hilos de las parcas dispusieron que en esos años el joven Jon entretejiese su carrera musical con la de Ole Öhman, batería con el que coincidiría en ambas bandas y con Peter Palmdahl (original también de Siren’s Yell). Con ellos terminaría fundando Dissection en ese mismo 1989, decidido a crear una música más oscura, peligrosa y malvada si cabe. El Death Metal estaba permeando en Suecia e hizo sus estragos en Nödtveidt y sus colegas.
En esta etapa, con Dissection recién fundados, comenzó el proceso de creación de su nueva obra. Aquella que alcanzaría su punto culminante entre los años ’93 y ’95 pero que todavía estaba lejos de alcanzar aquel nivel de excelencia. Llegado el momento, este trío compuso tres canciones que conformarían su primera demo titulada oracularmente “The Grief Prophecy”. De este modo a mediados de Diciembre de 1990 entrarían en los Strömstad Studios y en dos días grabarían dicha maqueta, que sería publicada en Febrero del año siguiente con una portada firmada por Necrolord (Grotesque). Necrolord (Kristian Wåhlin), quien por aquel entonces estaba comenzando a diseñar ilustraciones para bandas como Tiamat (Sumerian Cry) o Desecrator (Black Sermons), colaboraría a partir de ahí incansablemente con Dissection y año a año con otras muchas agrupaciones (especialmente de Black y Death Metal), y cada vez con mayor fortuna. Matizo esto porque ambas carreras, la de Kristian Wåhlin y Jon Nödtveidt caminarían paralelamente y hacia la fama a lo largo de los noventas.
En aquel momento, Jon estaba muy metido en el underground y era perfectamente consciente de la existencia de agrupaciones como Bathory, Morbid, Mayhem y otras relacionadas con el Death Metal, y como no podía ser de otro modo, su primera demo dispondría todavía de un sonido muy avezado a aquella corriente que era hegemónica por aquel entonces en Suecia. Gentes como Nihilist/Entombed, Carnage, Dismember o Treblinka serían los referentes para The Grief Prophecy. Luego en años ulteriores irían llegando vientos desde el Norte de mano de Mayhem, Burzum, Emperor, Thorns o Darkthrone.
Para Nödtveidt, el nombre de lo que quiera que estuviese tocando era lo de menos (en algunas entrevistas tempranas se puede leer de él el término “Metal of Death”). Lo importante era el crear una música lo más malvada y mortecina posible. Ese era su objetivo. Ya en sus proyectos anteriores había coqueteado con el Death Metal pero jamás lo había hecho de un modo tan contundente como lo haría a continuación. The Grief Prophecy fue distribuida por diversos países consiguiendo calar en el underground del momento, y dos meses más tarde se reeditaría nuevamente a razón del suicidio de su camarada Per Yngve Ohlin, homenajeándolo con un artwork alternativo diseñado por el propio Dead. Según parece, la primera edición de Febrero iba dedicada a Jeff Becerra (Possessed), pero la segunda tendría connotaciones todavía más amargas.
No cabe duda que con The Grief Prophecy Dissection supieron ponerse en el mapa y allanar el terreno para el “Boom” que supondría el totémico The Somberlain a escala global, pero tampoco es menos cierto que en cuanto uno escucha sonar las primeras notas de Intro/Severed into Shreds esas guitarras auguran mucho de lo que estaría por llegar, a pesar de su sucia y vetusta bruma. Tremenda y mágica ofrenda. El escuchar los guturales de Nödtveidt a sabiendas de que han sido perpetrados a sus tiernos quince años (¡!), invita a apretar la mandíbula por pura emoción e incredulidad. Aquel que formaría parte poco después de la Orden Luciferina Misántropa se estaba dando a conocer de manera abyecta como una joven promesa que caminaría por la Senda de la Mano Izquierda. The Call Of The Mist y Consumed, otros dos pepinos que no hacen otra cosa sino asentar los cimientos sobre los que se extendería el impagable legado de Dissection. No tienen desperdicio. Doce minutos de descarga deather lanzada contra el respetable desde Suecia (sin duda) y sin el más mínimo rastro de amor. Solo Muerte.
Objetivamente, The Grief Prophecy rondaría sobre el 8,5-8,75, pero como Estamos ante una de las joyas más valiosas y tempranas de Suecia y en especial de Dissection, no me queda otra que poner un simbólico 9 y, a pesar de eso, cuatro cuernos. Hubieron maquetas superiores, para eso no hace falta ni salir de ese 1991 ni cambiarse de país, pero que esto quede claro: pocas destilan tanta historia más allá de sus márgenes y partituras.
Jon Nödtveidt: voz y guitarras.
Peter Palmdahl: bajo.
Ole Öhman: batería.