Deathrow - Raging Steel

Enviado por Witchfyre el Dom, 05/09/2021 - 17:06
Deathrow

1. The Dawn (01:23)
2. Raging Steel (04:13)
3. Scattered by the Wind (05:07)
4. Dragon's Blood (05:55)
5. The Thing Within (05:56)
6. Pledge to Die (4:04)
7. Mortal Dread (04:47)
8. The Undead Cry (04:03)
9. Beyond the Light (06:37)

Álbum completo: YouTube/Bandcamp

1987 tiene que ser a la fuerza el año clave para el thrash alemán. ¡Al loro, que no es moco de pavo! Terrible Certainty, Persecution Mania, The Upcoming Terror, Release from Agony, Finished with the Dogs, Protected from Reality, Go and Live... Stay and Die, Death Squad, Malevolent Assault of Tomorrow, Chemical Invasion, Rising from the Sea, Misanthropy, Into the Abyss, Apocalyptic Nightmare...y, por supuesto, Raging Steel, más alguno que se me pueda haber quedado en el tintero (ahí va otro saco de nombres... sé que algunos no lo soportáis, pero sólo va para los que puedan sentir interés en ir más allá). Posiblemente alguno de ellos no sea vuestro favorito de la banda en cuestión, pero resulta complicado encontrar mayor y mejor concentración de música en un solo país, en un solo año y sin salirse de un mismo estilo.

Raging Steel es, además, el típico álbum de 1987. Uno de esos en los que las grandes bandas de thrash empezaban a sacudirse sus complejos y sentirse realmente cómodas en su propia piel. Nótese que hablo de grandes bandas de thrash, no de simples aficionados y, aunque tampoco quiero poner a Deathrow a la altura de los Kreator, Sodom o Destruction, no estamos hablando de un trabajo de thrash metal corriente y moliente de esos que se encuentran a puñados. Era este el momento en que sus contemporáneos y colegas se descolgaban con cosas como Terrible Certainty, Persecution Mania o Release from Agony y, a pesar de no ser comúnmente considerados sus trabajos fundamentales (esta es una cuestión a debate), sí mostraban a jóvenes en verdadero crecimiento, jóvenes que no temían a mirar un poco más allá de las fronteras que trazaba su propia rabia juvenil. Eso es justamente lo que ofrece Raging Steel. Pertenece a ese momento concreto en que unos furiosos muchachos alemanes empezaban a sentirse músicos. Puro y duro thrash metal alemán, al fin y al cabo, pero con algo especial que acabaría llevando lejos a esta gente, artísticamente hablando, al menos. Algo que los empezaba a separar de la masa y que acabaría cristalizando en una verdadera maravilla como Deception Ignored un par de años después, para un servidor, uno de los mejores álbumes de thrash europeo de todos los tiempos.

Siempre se ha considerado al inquieto Uwe Osterlehner (emplazo a los más tech-prog a investigar a sus End Amen con Dan Rock y Norm Leggio de Psychotic Waltz), que entraría un año después de esto, como el verdadero artífice de tal cambio pero, si nos fijamos detenidamente, ese es un viaje en el que Milo y compañía ya estaban inmersos un par de años antes. Algo hay ya en los riffs del tema título, en esas estructuras melódicas de Dragon’s Blood, en las acústicas de The Thing Within o en la épica de Beyond the Light que apunta a cosas novedosas, quizás no totalmente desarrolladas, pero que se pueden atisbar en el horizonte. Las más memorables de las que aquí hay, por cierto. Que esto no quiere decir que el resto, por ser más típicas vayan a ser peores. Por ejemplo, esa tremebunda Pledge to Die podría figurar tranquilamente en uno de los primeros trabajos de Kreator...

Y es que estos chicos, en principio, habían contratado el pack completo. Karl-Ulrich Walterbach se encarga de pagar, Harris Johns de manejar y Phil Lawvere de ilustrar... una combinación ganadora y vaya si funciona. Los ingredientes básicos del thrash alemán están ahí. Los riffs rápidos y cortantes de Kreator, la típica batería martilleante de las grabaciones de Harris Johns y el rugido de Milo, que podría sonar a algo entre Tom Warrior y un Tom Araya con acento de Düsseldorf (en Scattered by the Wind incluso se pasa, a veces parece que se va a arrancar con un "Auschwitz, the meaning of pain..."). El bajo... ni está, ni se le espera, menos mal que Milo también se encarga de la voces. El reflejo de los grandes está ahí, es innegable, pero salvo ese detalle que hiede a Slayer en exceso (obviamente algo de thrash americano debían estar escuchando también por aquellos tiempos), parece que Deathrow quieren empezar a sacudirse sus influencias más evidentes. Cosa que, como digo, harían con creces dos años después.

Es habitual que Raging Steel vaya al mismo saco de cumplidor y primigenio speed/thrash alemán en el que se suele lanzar a Riders of Doom (que así lo quiso llamar la banda). Pero, sin despreciar su despiadado debut, el crecimiento de estos cuatro muchachos en apenas un año se me antoja considerable. André Chapelier (bajista de Atlain y Holy Moses de aquella), por supuesto, no es Harris Johns, veterano curtido en mil batallas y auténtico gurú del thrash/death centroeuropeo. A la fuerza, ambos trabajos no van a sonar igual. Andaba por ahí también Ralf Hubert de Mekong Delta, pero tampoco se hace notar. Y, como llevo diciendo largo y tendido durante la reseña, Milo, Thomas, Sven y Markus empezaban a sentirse realmente cómodos con sus instrumentos en las manos. Y ya no eran unos troncos en el debut... llevaban desde 1984 como Samhain “dándole duro al tema". Siempre me preguntaré si lo que les acabamos escuchando en 1989 habría sido posible con Thomas Priebe en la banda, pero creedme cuando os digo que sería mucho más justo tener a este Raging Steel como un paso transicional entre Riders of Doom y Deception Ignored. Quizás algo más próximo al primero, pero resulta mucho más sencillo entender el segundo con esto entre manos.

¿Que pasaría a continuación? Vieja historia al canto. Llegarían los 90 y Deathrow intentaron adaptarse un poco a los nuevos tiempos, sin mucho éxito, pero con más dignidad que muchos de sus contemporáneos con un Life Beyond que no corrió buena suerte. Fuera ya de Noise Records, una efímera West Viginia Records (que en un par de años aún se las apañó para producir un puñado de discos interesantes de Holy Moses, Burial, Obscenity o Incubator) no consiguió evitar el declive de Deathrow (casi más por contexto histórico que por demérito propio) y cada uno acabó por seguir su propio camino en 1994. Curiosamente, una de las pocas formaciones de los años 80 que nunca se ha reunido para revivir antiguas batallas. Para los restos, cuatro dignísimos álbumes de thrash metal en continua evolución que, si bien no alcanzan el excelso nivel de los mejores de su época, sí se sitúan inmediatamente después a la cabeza de la meritoria segunda división acorazada del thrash alemán. Cuatro sólidos cuernos para Deathrow a la espera de su momento de gloria que llegaría un par de años después.

8,25/10

- Milo: bajo/voces
- Sven Flügge: guitarras
- Markus Hahn: batería
- Thomas Priebe: guitarras

Sello
Noise Records