
01. Farewell
02. Ruins
03. Mindless
04. No Regrets
05. Cold Hearted Madness
06. Strained Fools
07. When History Repeats Itself
08. The Bold Move
09. Don’t Give A Damn
10. With Heads Held Hight
Decía Picasso que sólo los mediocres copian: los genios, directamente, roban. Y eso han hecho –hablando mal y pronto- Dead Lord. Procedentes de la gélida Suecia y siguiendo con la tradición nórdica de las últimas décadas en cuanto a la querencia por destruir tímpanos a base de guitarrazos y rock and roll, su delito es escuchar obsesivamente a una de las mejores (y menos valoradas) bandas de todos los tiempos: Thin Lizzy.
Y siendo los irlandeses una de mis mayores debilidades en esta vida, pues uno no tiene más remedio que prestarles los oídos que sean necesarios, sin escatimar en gastos ni esfuerzos. Faltaría…
Formados en 2012, Dead Lord no eran lo que se dice unos novatos en el show bussines: algunos de sus miembros proceden de bandas –que no serán ajenas a los amantes del ruidaco nórdico de unos años para acá- como Morbud Chron o Enforcer. Al año siguiente y tras un testimonial EP, debutarían con su primer largo, “Goodbye Repentance”, seguramente uno de los mejores trabajos de ese 2013 y sin duda uno de los más destacables debuts de lo que llevamos de década.
Tal es la pasión de Dead Lord por Thin Lizzy que van a grabarlo a Dublín, a los Sun Studios; lo producirá el jovencísimo productor e ingeniero de sonido Ola Ersfjord, todo un personaje: vive en la actualidad en el madrileño barrio de Malasaña, quizá añadiendo un poco de la autenticidad que ha perdido el barrio en los últimos lustros, y es uno de las mayores referentes en la actualidad en cuanto a grabaciones analógicas. El “copy paste”, tristemente realizado de hace mucho tiempo para acá de manera digital, transformando la música en meros y aciagos bytes, Ersfjord lo confecciona con un cúter y poco de celofán, a la vieja usanza. Como se ha hecho toda la vida.
Así pues, el debut de Dead Lord, “Goodbye Repentance”, es un trabajo disfrutable por cualquier fan de Thin Lizzy o del hard rock de corte clásico en general: guitarrazos a tutiplén y decibelios desbocados dan fe de ello a través de ocho cortes sin desperdicio. Definitivamente, el relleno no es para estos tipos…
Muchas bandas suelen debutar con un gran disco, ya que son canciones compuestas hace mucho, quizá tocadas hasta la saciedad en directo; han tenido tiempo de pulir aristas, de limar asperezas, de malear el conjunto como si de un pedazo de arcilla se tratase hasta alcanzar la forma deseada. Pero para el segundo disco, a veces las cosas no terminan de funcionar: acauciados por el éxito anterior, suelen entrar en el estudio con poco material, a menudo un conjunto de música y letras que pecan de indefinición, de falta de maceración en su correspondiente barrica de roble americano. Aunque desde luego, no es el caso de Dead Lord, que después de dos años girando al amparo del éxito de su debut editaron en 2015 su segundo trabajo, “Heads Held Hight”, un LP que mantiene el nivel con respecto a su primer disco, incluso mejorándolo por momentos.
Repetirá a la producción el citado Ola Ersfjord, empeñado en dotar al conjunto de un tono analógico y orgánico armado con sus técnicas casi ancestrales de ingeniería de sonido; se le unirá en dichas tareas un segundo productor, Nicke Andersson, el que fuese líder de los añorados y ruidosos Hellacopters y una de las figuras del rock sueco más importantes de las últimas décadas.
Así pues, Dead Lord ofrecerán en este segundo trabajo un disco de hard rock influido enormemente por Thin Lizzy, sí, pero también por gran parte del hard rock de la segunda mitad de los setenta, ese que ya había perdido la base blues al amparo de la cual nació a finalísimos de los sesenta; Dead Lord también referencian a bandas como UFO, pequeños y jugosos bocados de AC/DC e incluso ramalazos de la NWOBHM…
“Heads Held Hight” es indiscutiblemente uno de los mejores discos de 2015: al igual que su anterior trabajo, no tiene nada de relleno. Es conciso y va al grano: nada de esos discos que duran una hora de la que solo merecen la pena a lo sumo veinte o veinticinco minutos. Los discos, en mi opinión, deben ofrecer lo mejor, lo más trabajado; de ahí a que en los sesenta, setenta y gran parte de los ochenta los álbums tengan mucha mejor valoración -genéricamente hablando- que ahora: si solo tienes como soporte el vinilo, que ofrece unas limitaciones temporales muy estrictas, vas a incluir solamente el material que consideres más trabajado. Mejor. Ya con el CD… pues “mete toda esa mierda que tenemos por ahí… total, si hay espacio…”
Los riffs y las twin guitars se sucederán a lo largo de todo el disco, acompañadas por solos rotundos y una profundidad compositiva e instrumental mucho más trabajada de lo que parece a primera vista, y al igual que sus ídolos Thin Lizzy, gran querencia y talento para las melodías. Si bien y como ya dije en un disco sin nada de relleno que pide escucharlo entero y todos los cortes son fantásticas composiciones de rock duro, debo quedarme con un tema en concreto, “The Bold Move”, drámatica canción con un repentino y memorable cambio de ritmo hacia la mitad, un gran solo bien aderezado con un clásico y castizo pedal wah-wah y la vuelta a la quietud algo siniestra del comienzo…
“Heads Held Hight” puede traducirse como “con la cabeza bien alta” (en la portada, unas manos sostienen una calavera en lo alto, tomándose la expresión de manera literal) y es lo que deben hacer Dead Lord: si bien no inventan nada y son claros dedudores de un sonido muy concreto, sorprenden muy positivamente varias décadas después de los años de gloria de sus ídolos. No han parado de girar desde su formación, y ya han pasado por España en 2014, en 2015 (con una minigira por la piel de toro) y volverán dentro de muy poquito a actuar dentro de nuestras fronteras. Habrá que intentar no perdérselos…
Para terminar, una curiosidad: “Heads Held Hight” fue editado un 20 de agosto, el mismo día en el que nació Phil Lynott. ¿Casualidad?
Hakin Krim: Voz, guitarra
Olle Hedenström: Guitarra
Martin Nordim: Bajo
Adam Lindmark: Batería