Danzig - III How the Gods Kill

Enviado por El Marqués el Sáb, 17/12/2011 - 18:14
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1. Godless
2. Anything
3. Bodies
4. How the Gods Kill
5. Dirty Black Summer
6. Left Hand Black
7. Heart of the Devil
8. Sistinas
9. Do you wear the Mark
10. When the Dying Calls

Hablé en su momento de “Danzig II – Lucifuge”, la continuación al debut, de por si extraordinario, pero inferior. Era algo así como descubrir a Accept con "Breaker", y comprobar que “Restless and Wild” es aún mejor, o hacer lo propio con “Powerage”/”Highway to Hell”, o “Piece of Mind”/”Powerslave”.

Entre “Danzig II” y “How the Gods Kill” no se producirá ese salto cualitativo, como tampoco se dará entre este tercero y el “Danzig IV”. Aquí no hay saltitos que valgan. Los tres son difícilmente mejorables, y si en los dos primeros hemos disfrutado de un Glenn hard rockero, a partir de 1992 mostraría ya una consolidación, un dominio en el manejo de sus prodigiosas, privilegiadas cuerdas vocales, que le permitirán recrearse en texturas menos directas, más atmosféricas y cargadas de matices, ofreciendo un nivel, una serie de canciones en los dos últimos discos de esta primera etapa, que ya fue incapaz de superar.

No les falta razón a los muchos fans que consideran el tercero como el mejor de los discos de Danzig. Yo siempre he preferido el segundo, pero “How the Gods Kill” es el más intrincado y complejo que el cuarteto había grabado hasta ese momento. Maravillosa la portada del ilustrador H.R. Giger, el diseñador de la criatura de la saga “Alien”, e impresionante de nuevo la labor de los tres drugos de Danzig, Mr Christ, Mr Von y Mr Biscuits, que posaron esta vez a contraluz ante la vidriera de una iglesia, en un enigmático claro oscuro, como de costumbre. En la vidriera aparecen una criatura mitológica, una especie de Grifo, y un lobo, el pariente más allegado del autor de “Mother”, devorando a una joven mientras se apoya en una gran cruz. Imaginería aterradora de un hombre que cuidaba hasta el más mínimo detalle en sus trabajos, pero quienes acojonan de verdad son los cuatro músicos, con sus perillas luciferinas y sus negras y lisas melenas.

Danzig III abre con “Godless”, composición grandiosa de siete minutos que nos mantendrá en vilo desde ese comienzo fulgurante hasta el final. Danzig canta como un faraón que llevara siglos momificado en vida, y de pronto sintiera los pasos de los arqueólogos entrando en la cámara mortuoria. Ese primer “Godless…” que suelta poco antes del minuto dos suena al estertor de una bestia recién despertada. Pero no flipemos con este tipo de interpretaciones, que ante todo estamos ante un temazo brutal, de los mejores en la carrera del autor, puro Heavy Metal moderno, con una sección central acelerada que nos vuelve locos, y un discurso hablado hacia el final donde nos recuerda más que nunca por qué se le considera el hijo bastardo de Jim Morrison, entre otros. Y qué bueno ese golpeo de percusión metálica despidiendo el tema.

“Anything”, la segunda, otra que hoy día podría ser elegida la canción del año. Típico comienzo lento, y el asombro al escuchar cómo ha evolucionado, como se ha cuidado y perfeccionado esta garganta desde que a principios de los 80 cantara “Skulls” y “Hatebreeders” con los Misfits. Cuando hacia el 3´15 se dirige a sus fieles ya no es solo un músico: no está cantando, está entonando una salmodia en auténtico trance. Los que tenéis la virtud de tocar la guitarra, coged vuestra Gibson Explorer o vuestra Fender y lanzaos a reproducir el sonido asesino de los punteos de Christ en esta canción.

Antes he hablado de Morrison, pero es que le llega el turno a Elvis. No es sólo una frase hecha, si el de Tupelo hubiera nacido veinte años después y le hubiera tocado vivir esta época, hubiera cantado como lo hace Glenn en ese rockabilly guitarrero parido en las calderas del Infierno que es “Bodies”.

El tema título tiene tono de balada de tiempos muy lejanos, tarda en explotar, y alcanza su máxima belleza cuando nuestro barítono rockero susurra con ese misticismo, ese sobrecogedor recogimiento, la expresión “…would you let it go”. Este disco contiene todos los elementos típicos del estilo compositivo de Danzig pero muy mejorados, apenas hay rastro ya de influencia Sabbath, sí su sonido y esencia, pero tamizados en una marca de propia identidad.

“Dirty Black Summer”, uno de sus temas más “jevorros”, nos despierta del dulce y extraño sopor en que nos había sumido la anterior, y alucinamos con el cruce de guitarrazos que suenan como si se desatara una tormenta en el interior del estudio que controla el barbudo Rick Rubin. Canción ideal para corear en ese concierto en directo que nunca llega a nuestro país. Pensar que el capullo suspendió a última hora el show que iba a cerrar la pasada edición del Azkena…

El oscurantismo y la fuerza sobrehumana del cuarteto presidirán en todo momento trallazos como “Left Hand Black” –impresionante-, “Heart of the Devil” –Danzig más Robert Johnson que nunca en esa intro a capella-, “Do you wear the Mark”, y “When the Dying Calls”, que cierra el disco dejándonos esa sensación de haber intervenido en un ritual de santería, en un aquelarre con carneros degollados y gallinas de plumaje negro quemadas en una pira.

Entre medias, la semilla del Diablo hecha cantante de Rock ha conseguido que nos rindamos de manera definitiva ante su talento y su clase: “Sistinas”, mi favorita de sus perlas suaves, su mejor canción junto a “Mother”. Aquí ya no canta Glenn Danzig, este es Roy Orbison, que tres años después de haber fallecido vuelve de entre los muertos vampirizado, y nos embruja con una interpretación vocal capaz de expulsar por si sola al Demonio del cuerpo de Linda Blair en “El Exorcista”. Yo no le dedicaría mucho tiempo estos días al nuevo Ep de Metallica. Cierren Vds los ojos y déjense envolver por esta canción veinte millones de veces. No es coña, Danzig va de irredento siervo de Satán, pero tiene poderes milagrosos. Yo me siento mejor cada vez que él canta eso de “…Ooooh, the sun don´t shine”.

El tiempo pasaba, pero él seguía sin dar un paso en falso. Y quedaba una cuarta obra maestra.

Glenn Danzig: Voz
John Christ: Guitarra
Eerie Von: Bajo
Chuck Biscuits: Batería

Sello
American Recordings