Cynic - Demo 1991

Enviado por Cuericaeno el Mié, 16/04/2014 - 18:30
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Están entre nosotros. No hay ninguna duda, mezclados entre los humanos, circulando por nuestras propias calles, en las que tú y yo nos cruzamos. Razas alienígenas ocultan su verdadera naturaleza ante los ojos y oídos de los terráqueos. Infiltrados durante décadas, algunos de estos seres no tuvieron paciencia y acabaron explotando, rasgando su falsa piel y mostrándose tal y como eran, brillando con luz propia ante los pocos que tuvieron la suerte de avistar el fenómeno.

Eso mismo les pasó a Cynic en 1993 con el revelador Focus, pero antes de aquello, cuando se encontraban en su fase inicial de “aguantar el tipo para no levantar sospechas”, aun así ya se notaba que algo raro había en ellos, algo prodigiosa y milagrosamente raro.

1987, Miami, Florida. Paul Masvidal y Sean Reinert, dos monstruitos de conservatorio, se conocen en una academia privada y empiezan a ensayar juntos, el primero con la guitarra y el segundo con la batería. Esas jams acaban dando fruto en la formación de varios proyectos que emprenden juntos, como Crypha y Seaweed, hasta llegar a su última encarnación: Cynic.

Cynic en un principio era una banda de Thrash Metal, pero en el puertorriqueño Masvidal latía desde muy joven una pasión por el Jazz que acabaría transformando poco a poco la propuesta, hasta ser considerado hoy Cynic como uno de los máximos exponentes del Prog/Fusion dentro de esa parcela del Death más técnico donde, en cierto modo, navegan en mares algo más ajenos que afines. Pero antes de que todo aquello aflorara al cien por cien, 1991 fue el año en que vería la luz esta fabulosa demo que te traigo, el trabajo previo al tan venerado primer largo que fue el ya citado Focus.

Sin tener que llegar a aquel LP debut, los tiempos en los que esta cinta salió, llamada Demo 1991 por unos y “Roadrunner Demo” por otros, fueron tiempos donde en Cynic pasaron cosas dignas de mención, y que recordarlas supone constatar lo bien cimentado que ya estaba aquel proyecto tanto en la práctica como en la visionaria mente de Masvidal hacia lo que él quería que fuera Cynic. El éxito de las cuatro primeras demos (la cuarta es la que nos ocupa) hizo que Masvidal consiguiera hacerse notar de tal manera en la escena de Florida que 1991 fue el año de las colaboraciones, pero con sumos gurús de la disciplina extrema como Death o Master nada menos. Todo un Chuck Schuldiner reclamó varias veces a Masvidal para que se quedara como integrante fijo en su banda Death, pero durante dos años en ninguna de las veces en las que trabajó con él lo consiguió, que no fueron pocas, ni cuando Paul en dos ocasiones reemplazó a sus guitarristas en giras (llegó a suplir en algunas fechas a James Murphy durante el tour del Spiritual Healing), ni cuando grabó a la vera y a la orden de Chuck y junto a su amigo en armas Reinert ese máximo referente que fue el icónico Human. Cuando Reinert y Masvidal terminaron de girar presentando aquel disco que les había asegurado tanto un éxito y prosperidad duraderos como una plaza eterna en una banda ya consagrada, los dos ni cortos ni perezosos se apearon para en 1992 reemprender Cynic. Eso se llama tenerlos bien puestos, y hablo de los ideales (de lo otro también).

Y en lo que a Master se refiere, Masvidal grabaría todas las guitarras del disco On the Seventh Day God Created... Master, para luego desearle suerte a todo un rey antediluviano como Paul Speckmann y abandonar ese otro navío ganador, porque Masvidal creía en Cynic. Porque sabía que aún tenía mucho que dar, pero al dictado de su propia batuta, bajo ningún yugo que reprimiera ese desate milagroso que experimentaríamos en Focus y las sucesivas aunque muy contadas obras de sus Cynic, hasta hoy.

Pero como decía, hay que ir al grano, y es la maqueta del ’91 la que ahora merece nuestro análisis y atención aquí. Presentados ya de sobra los fundadores, hay que destacar la incursión de Jason Gobel como segundo guitarra, y es que hacía falta otro extraterrestre que fuera capaz de seguir los dedos de Masvidal y las extremidades del genio Reinert, sin menospreciar por ello sino igualando al que bajo en ristre se sumó también a semejante empresa, Tony Choy, ya a bordo desde la anterior demo del ’90.

El cuarteto abría fuego con Uroboric Forms. El uróboros, la arcaica serpiente que se muerde la cola representando el ciclo eterno de las cosas. En la Alquimia, esa sierpe representa la consumación del Magnum Opus, la Gran Obra. Tal concepto explica quizá esas “formas urobóricas”, cíclicas, de los riffs y melodías imposibles que dan forma a este primer corte (sin pasar por alto esa maravilla de solo que campa en 1:35). Pero nuestros alquimistas no habían dado del todo con su propia piedra filosofal, por ello, cuando la consiguieron en el ’93, eso se notó al sentir casi irreconocible al mismo tema cuando éste se reencarnó sobre el transidéreo seno de Focus. Lo mismo que pasaría con The Eagle Nature, también bilocada en ambos trabajos y con distinta apariencia.

Como curiosidad, esta “águila” está catalogada oficialmente como una de las canciones más rápidas de la banda (255 BPM). Ahí va el dato, aunque las cifras no importan mucho cuando los hechos ya de por sí sorprenden al más pintado, y es sólo prestar atención a… pues a la pieza entera, pues no sabe uno qué sección anima más a perderse en ella, bien en las partes donde las cuerdas de Tony Choy suben a la superficie para respirar entre esa marejada, o quizá en el pasaje que posiblemente más triunfa, como el que nace a partir del 1:49 mediante ese milagroso fractal de notas que urden los tres mástiles. El punteo final para nada se queda atrás, y es que ya en esos tiempos los de Miami ostentaban la perfección, aunque su propuesta en esa fecha fuera más oscura y agresiva que aquélla que la gente más conoce.

Multiplicando sus geometrías melódicas Masvidal y Gobel con su prodigiosa digitación, y unido a ello ese tan desarrollado sentido de la melodía que encerraba Paul, todo llegaba sublimado a niveles fastuosos. Pero por si fuera poco, la absoluta belleza llega en la recta final de Pleading for Preservation, en esa melodía que despide el tema y a su vez la cinta, esa melodía magnífica y rebosante de una vida que no es de este mundo, que sigue resonando en nosotros una vez que se ha ido y que termina de explicar ella sola la razón por la que una simple maqueta, un mero display de una banda emergente, se lleve por mi parte la máxima puntuación.

Éste fue el verdadero primer paso hacia aquella piedra filosofal de la que hablábamos, el principio de un cambio que revolucionaría la escena extrema asomándola a una nueva dimensión, a otro plano de infinitas posibilidades, tanto sonoras como conceptuales, tomando al líder Masvidal como uno de los revolucionarios junto a Schuldiner y pocos más en el arte de romper moldes y fronteras en un género al principio tan oscuro como fue y es el Death Metal. Parecía que lo cantado en ese último tema ya reflejaba su intención, quizá vislumbrada durante una de sus meditaciones yoguis: ”It’s time to change philosophies…”

Por último, decir que me hace gracia cuando se habla de formaciones actuales que, amparadas en etiquetas del sufijo ‘-core’, a oídos de muchos están trayendo aires nuevos, innovando, inventando otros sonidos, cuando exactamente eso que hacen ya lo hacían Cynic 20 años antes. Y mejor.

No lo olvides: Están entre nosotros.

Paul Masvidal: Voz, guitarra
Jason Gobel: Guitarra
Tony Choy: Bajo
Sean Reinert: Batería

Sello
Roadrunner